
Ciudadanos de 2013
Los ciudadanos alzan su voz en contra de las injusticias y nos animan a luchar por un mundo mejor. Laura Zornoza, la universitaria que actuó en defensa de las becas Erasmus y obligó a rectificar al Gobierno español, la líder de Femen Lara Alcázar...

Por Manuel Marín.
Querida aura. Buen trabajo. Era necesario que os movilizarais. Al final lo habéis conseguido. Erasmus sigue y con la ayuda del Parlamento Europeo aumentará un poco su presupuesto. Pero debéis seguir alerta. Me tocó sacar adelante este proyecto cuando era comisario de Asuntos Sociales y de Educación. No fue fácil. Hubo que superar el veto de países que no querían crear un espacio universitario europeo basado en el intercambio de estudiantes entre universidades, que de una manera autónoma creaban sus propias redes y equivalencias de créditos y diplomas universitarios. Para que te hagas una idea, en aquellos años todavía a los rectores los nombraba el ministro de Educación respectivo y las equivalencias por convenios bilaterales entre los Estados miembros. Erasmus ha sido un éxito europeo y es uno de los programas más conocidos. Pretender ignorar este dato es absurdo. Siendo la cuantía de las becas reducida, todos sabemos que las familias ahorran para ayudar a sus hijos en la experiencia Erasmus, porque desean que salgan fuera, aprendan idiomas, desarrollen una visión cosmopolita del mundo… ¿A qué ministro se le ocurrió calificarlo de “turismo universitario”? Bien hecho, Laura. Pero seguid atentos.
Manuel Marín fue impulsor de las becas Erasmus y diputado del PSOE. Es presidente de la Fundación Iberdrola.
Ana Nance
Por Rosa Montero.
Anatolio es un fenómeno. Y no ya por haber sacado la nota más alta de Madrid en selectividad (un 9,95), sino porque ese hecho le ha catapultado a una fama instantánea. ¿Cuántos otros chicos y chicas han sido entrevistados por el mismo logro cada año sin dejar este rastro fulgurante detrás de ellos? Con él, en cambio, se tiene la impresión de estar asistiendo a la biografía de juventud de una celebridad del futuro. Demonios, si hasta su nombre inverosímil, como de eremita en el desierto o de general antiguo constructor de imperios, parece predestinarlo ya a un glorioso mañana. Es memorable en todo: lleva la camiseta verde de “Escuela pública de tod@s para tod@s”, rechazó entrar en el bachillerato de excelencia (estudió en el instituto Juan de la Cierva), habla con pasión y de maravilla, y se diría que su cerebro de 18 años es más maduro que el de la mayoría a los 60. Es un apasionado de la neurociencia y piensa hacer Medicina y dedicarse a la investigación. Además, es deportista, jaranero, simpático y barbián. Si el chico no sucumbe ante esta avalancha de elogios y esperanzas (no hay nada más letal que el peso de las expectativas), Anatolio hará prodigios.
Rosa Montero es escritora.
Gorka Lejarcegi
Por Santiago Roncagliolo.
Protestar no sirve si nadie se entera. Protestar es gritar. Y no se grita en silencio. Lo sabe bien Lara Alcázar, la fundadora en España del comando feminista Femen. Hemos visto su cara –y no solo su cara– en el Congreso de los Diputados, coreando “Aborto es sagrado” ante el estupor del ministro Gallardón. O frente a la Embajada de Túnez en apoyo a la activista Amina. Puedes estar de acuerdo con Lara o discrepar. Pero no puedes dejar de mirarla. Lara y sus amigas han descolocado a todo el mundo. El PP las considera “repugnantes”. El PSOE, solo “rechazables”. Las feministas están irritadas. Los antidisturbios no saben por dónde agarrarlas. Nada mal para ser solo ocho personas. Femen llama a su lucha sextremismo. Sus enemigos son la violencia doméstica, la desigualdad salarial, la trata de mujeres y la sumisión femenina. Y su única arma son sus torsos desnudos. Es un arma poderosa. Pero requiere más valor que un fusil. A estas alturas, Lara es tan visible que parece llevar toda la vida dedicada al activismo. Pero, sorpresa: Femen ni siquiera lleva un año en España. Esto no ha hecho más que empezar. .
Santiago Roncagliolo es escritor.
Samuel Sánchez
Por Elena Medel.
Rosa Flores escucha. Quiere saber tu opinión, salta a otros asuntos. Cuando reconduces la charla y le preguntas por su labor en Cruz Roja, desliza la clave: “Los ojos bien abiertos”. Así, Rosa –nacida en Córdoba en 1979– y otros técnicos intuyeron que algo no cuadraba. A diferencia de los hombres, las mujeres inmigrantes no admitían deudas, esperaban una llamada, sus bebés cruzaban el Estrecho con otras mujeres; la piel se la marcaban cicatrices. Saltó la alarma: trata de personas. Desde su centro en la provincia de Córdoba, Rosa dirige hoy el servicio de protección a víctimas de trata. En octubre lograron que España concediera el asilo a una nigeriana y a su hijo. Para Rosa, el “regalo” es “compartir un poco de vida” de aquellos a quienes escucha; “aprender de sus procesos”. Insiste en la importancia del trabajo en equipo, “yo sola no podría hacer nada”, y agradece la “permeabilidad” de Cruz Roja, que escuchó una necesidad detectada por los técnicos que luchan día a día. Solo hay algo que le pesa: no haber escuchado lo suficiente algunos casos, no haber detectado a algunas víctimas. Confiesa que aprende “más de los fracasos”. Nunca cierra los ojos.
Elena Medel es escritora.
Alfredo Cáliz
Por Alberto Luna Pastore.
A paso lento desciende Francisco de Paula Oliva (de 85 años) del destartalado ómnibus, al borde del barranco que divide como un muro la ciudad de arriba de la de abajo. Viene de Radio Fe y Alegría, donde ha tenido su programa diario, Buenos días, Paraguay, espacio crítico en el que, dialogando con la gente, busca encender luces de esperanza. Todos lo conocen en el barrio de abajo, donde cae la basura de la ciudad. Los hijos de una pareja de recicladores de basura lo saludan como si fuera su abuelo. Para en una casa donde madres adolescentes solas son acompañadas para seguir sus estudios secundarios o universitarios. Como ellas, cientos de niños son becados por el programa Mil solidarios. En la capilla de San Roque González prepara el bautismo, pasa a una reunión de organizaciones vecinales con autoridades, y va a almorzar con sus compañeros jesuitas; con ellos ha dejado España para hacer otra América, con ellos ha padecido expulsiones y ha trillado mil caminos, con ellos irá esta noche a una manifestación de protesta ciudadana. De regreso a casa, escribirá la inquietante columna que saldrá mañana en el diario. Es tarde ahora, es hora de dormir, pero él no duerme, él sueña.
Alberto Luna Pastore es provincial de los Jesuitas de Paraguay.
Alfredo Cáliz
Por Pablo de Llano.
Por México DF, una ciudad en la que los vehículos tienen más derechos que los humanos, hay desde hace un año un individuo que se dedica a luchar contra los coches de una manera extravagante: sale de casa vestido con una máscara de luchador de lucha libre y una capa negra y camina en busca de automóviles maleducados. Su objetivo: defiende del tráfico a los viandantes. No en vano, en el país mueren 24.000 personas al año. Cuando un vehículo frena sobre un paso de cebra, él se planta delante y hace como que lo empuja de vuelta hacia atrás de las franjas blancas. Si ve un coche aparcado en la acera, se le sube encima y camina sobre el techo. Aunque antes se quita las zapatillas para no rayarlo. Es un luchador cívico contra la barbarie del tráfico. Licenciado en Ciencias Políticas, admirador de Noam Chomsky y de Bertrand Russell, fan desde niño del luchador enmascarado mexicano Black Shadow, fabricante de aviones no tripulados en miniatura, alérgico al gluten, guitarrista de una banda de surf-punk, este veinteañero de clase media libra su batalla contra los seis millones de coches de la tercera ciudad más poblada del mundo bajo el seudónimo de Peatónito. “Un superhéroe”, dice, “no revela su identidad”.
Pablo de Llano es periodista de EL PAÍS en México.

Por Natalia Junquera.
Se enfrentaron solos a un horror para el que tampoco están preparados los profesionales de la tragedia: bomberos, médicos, policías. Y cuando los equipos de emergencia llegaron, la magnitud del drama era tan grande que los vecinos de Angrois (Santiago) siguieron ayudando. “No daban abasto. Te decían: ‘No dejes que se duerma’. Y yo hablaba a los heridos para que no se durmieran, para que no murieran. Les apretaba la mano cuando se les cerraban los ojos, les preguntaba dónde iban, de dónde eran…”, recuerda Isidoro Castaño. Hace poco, en un homenaje a las víctimas del accidente del tren que descarriló el 24 de julio y mató a 79 personas, encontró a una de las mujeres a las que había mantenido despierta, viva. “Me dijo: ‘¿Te acuerdas de mí?’. Nos dimos un abrazo. Es lo mejor que me ha pasado en los últimos cuatro meses”. Castaño cuenta cómo los casi 300 habitantes de Angrois hicieron una cadena humana para ayudar. “Trajeron mantas, agua y lo que pudiera servir para evacuar heridos”. El accidente sigue presente. “Hay vecinos muy afectados, en tratamiento psicológico. El puente sigue lleno de flores. Las miradas se van siempre a las vías. Fátima, una chica con síndrome de Down que perdió a sus padres, viene a ver al chico que la sacó del tren. Se han establecido vínculos fuertes. No pensamos en otra cosa”.
Natalia Junquera es periodista de EL PAÍS.
Xulio Villarino
Por Xosé Manuel Pereiro.
Sandra heredó de su madre, Rosalía Mera, algo más que un puesto de privilegio en las listas de fortunas (es la tercera persona más rica de España según la última lista que, como siempre y a mucha distancia, encabeza su padre, Amancio Ortega). Y Sandra Ortega Mera compartía con su madre no solo la dedicación a la Fundación Paideia Galiza. No tuvo los orígenes obreros maternos, pero eligió ella misma acabar la secundaria en un instituto público. Y sigue apostando, tanto ella como su marido, al que conoció en aquellas aulas, por la educación pública para sus tres hijos. En la práctica y en las manifestaciones. Pero de la línea paterna, Sandra ha heredado una discreción rayana en el ansia de camuflaje. Si no hubo fotos suyas hasta el funeral de su madre no fue por falta de ocasiones. Va y viene todos los días a la Fundación. Quizá porque también comparte con él el saber de que no hay nada más llamativo que querer ocultarse, pero nadie puede obligarte a dejar de ser normal.
Xosé Manuel Pereiro es decano del Colegio de Periodistas de Galicia.
Xurxo Lobato
Por Miguel Mora.
Edouard Martin, el sindicalista más carismático de Francia, nació en Padul, provincia de Granada, en 1963. Su familia emigró de España cuando él tenía siete años. Sus padres –Rosa y Antonio– se instalaron con media docena de hijos en Amnéville, una pequeña ciudad de la región de Lorena. Edouard entró a los 15 años como aprendiz en los altos hornos de Florange, entonces la cooperativa Sollac Lorraine. En 2012 lideró la protesta contra ArcelorMittal, el gigante anglo-indio del acero, para tratar de evitar el cierre de dos plantas de la siderurgia al frente del sindicato socialista CFDT, y ahora acaba de publicar en España su libro No pasarán, contra la economía caníbal, y madura su paso a la política. François Hollande, al que Martin acusó de haber traicionado a los trabajadores de Florange, ha pensado en él como cabeza de lista del Gran Este para las elecciones europeas, y parece inclinado a dar el sí, pero cuenta que, de momento, los socialistas no le han llamado: “El PS habla de mí, pero nadie me ha propuesto nada”.
M. M. es corresponsal de EL PAÍS en París.
Daniel Modzinski
Por Fran Bouso.
Ahora sabe España lo que los mindonienses sabemos desde hace tiempo. El hecho de que el doctor Miguel Cabanela tratara al Rey de España para solucionarle sus “problemillas” de cadera provocó que todo el país y buena parte del mundo conocieran al cirujano tanto en su calidad profesional como humana, algo que sus vecinos de toda la vida sabíamos desde muchos años atrás. Prueba de ello es el reconocimiento como hijo predilecto de su muy noble, fiel y leal ciudad (y no aldea, como algunos han escrito). Visita Mondoñedo (Lugo) un par de veces al año mínimo y durante sus estancias no tiene reparo en recibir a personas aquejadas de problemas para dar su opinión facultativa; incluso ha operado en el Hospital da Costa a parientes y amigos y ha recibido como médico y persona en EE UU a otros que necesitaban tratamientos más exhaustivos. En Rochester busca en el mundo del motor y la velocidad la descarga de adrenalina que precisa, en Galicia disfruta del paseo y la charla como un paisano más.
Fran Bouso es profesor y vecino de Mondoñedo.
Europa Press
Por José Antonio Bastos.
Esperanza, ‘Espe’ para los amigos, es de Madrid. Tiene acento de Madrid y ademanes de Madrid. Y además es enfermera, una profesión poco dada a remilgos. Es una de esas luchadoras anónimas que conforman el esfuerzo humanitario desinteresado, independiente y testarudo que representa Médicos Sin Fronteras. Su última misión ha sido Siria, una guerra brutal que no da tregua: más de 100.000 personas han muerto y una de cada cuatro ha huido de su hogar. El sistema de salud, machacado bajo el fuego, ha sido blanco de ataques y apenas tiene capacidad de respuesta. Ahí es donde Esperanza ha coordinado una campaña de vacunación contra el sarampión y la puesta en marcha de un hospital en Alepo. Así resumido parece sencillo. Ella lo cuenta con humildad: “Atendemos a mujeres embarazadas, hemos vacunado a muchos niños”. A mí me siguen impresionando personas como Espe, o como el doctor Lucio, al que conocí en Bolivia; personas que piensan que una sola vida merece todos los esfuerzos del mundo.
J. A. B. es presidente de Médicos Sin Fronteras.
Ana Nance
Por Élmer Mendoza.
Creció en el seno de una familia de migrantes que se ganaba la vida en los campos de California. Cosechó lechuga, melón y betabel, y usó jeans cuando valían 4,50 dólares. Ahora es un periodista perseguido, un periodista amenazado de muerte. Nacido en Durango (México) en 1960, fue llevado a los seis años a EE UU, donde, obligado por su madre, estudió Periodismo en la Universidad de Texas en El Paso, localidad hermana de Ciudad Juárez. Regresó a México con The Dallas Morning News. Se fue empapando del emparrado que es el narco y la manera en que las bandas se tejen y entretejen. En julio de 2007, según cuenta en Medianoche en México (Debate, 2013), recibió una llamada que era una amenaza de muerte que lo ha puesto en una huida que aún no termina. Como en México se respeta a los corresponsales extranjeros más que a los periodistas mexicanos, envió un mensaje a los Zetas alegando que era norteamericano; sin embargo, la eterna imagen de los tepehuanes en su rostro seguramente hizo dudar a las huestes del Z-40, cuya detención fue el primero en divulgar. Sostiene que un periodista siempre debe responder al teléfono y resguardar a sus fuentes.
Élmer Mendoza es escritor.
Yuri Cortez (Afp)
Por José Manuel Ribera Casado.
Con la manida crisis como pretexto, el mundo sanitario acaba el año 2013 como lo empezó, con nuestro sistema público de salud amenazado en sus pilares más básicos. Lo positivo es que, en medio de los ataques, han surgido brotes de esperanza con los que apenas se contaba. Se han hecho visibles y han alzado su voz amplios sectores sanitarios y sociales, incluidos numerosos médicos. El doctor Pedro González León, neurocirujano del Doce de Octubre, presidente de la Asociación de Facultativos Especialistas de Madrid, ha sido uno de los que han puesto voz y cara a este movimiento con entusiasmo; lo considera una “obligación y responsabilidad moral”. Alguien que afirma que “la sanidad sigue siendo en nuestro país un problema más político que sanitario”. Que habla de amenazas, de “recortes indiscriminados”, de “burócratas ignorantes”. Pidamos para 2014 muchos doctores González León en la esperanza de mantener unos valores que son patrimonio de todos.
José Manuel Ribera Casado es catedrático emérito de la Universidad Complutense.
Samuel Sánchez
Por Ada Colau.
Hay jueces que se atreven a denunciar que hay leyes injustas. Hay jueces que además no se resignan y actúan para evitar la injusticia. Cuando los desahucios aún no eran noticia y nadie sabía apenas nada de ejecuciones hipotecarias, Fernández Seijo fue de los primeros magistrados en alertar de la anomalía española: una ley implacable que deja a miles de personas desahuciadas y, en muchos casos, endeudadas de por vida. Por ello, a quienes le conocemos desde hace años no nos sorprendió que fuera él quien llevara hasta el Tribunal de Luxemburgo la indefensión de miles de ciudadanos. Sin embargo, en febrero de 2013, cuando se discutía en el Congreso de los Diputados la reforma de la Ley Hipotecaria, el Partido Popular decidió escuchar a los representantes de la banca y vetar la comparecencia del juez Fernández Seijo. Unas semanas más tarde, Europa le daba la razón. ¿Quiénes son los expertos? ¿Quiénes deciden las leyes? A Fernández Seijo se han ido sumando cada vez más jueces hartos de ver abusos bancarios en sus juzgados. Pedro Viguer, juez decano de Valencia, respaldó las demandas de los afectados en un informe de gran impacto, reconociendo que la sociedad civil va muy por delante de la política institucional. “Yo soy juez, pero también soy ciudadano. Y estoy en el mundo”. Sí, se puede ser juez… y hacer justicia.
Ada Colau es portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
Jordi Vincent/ Caterina Barjau
Por José María Fernández Seijo.
Dionisio Moreno representa muchos de los valores que debe tener un abogado que crea en su profesión. El primer valor, el de la perseverancia: no dejar ningún recurso sin agotar, buscar todas las vías razonables para la defensa de aquello que se considera justo. El segundo valor, el del romanticismo, explorando territorios no siempre evidentes, abriendo nuevos espacios jurídicos, como el del derecho comunitario, y forzando al tribunal a abandonar automatismos en la aplicación de las leyes. El tercer valor, el de la generosidad; debe tenerse en cuenta que Mohamed Aziz, el cliente del señor Moreno, pese al revuelo que causó su asunto, sin embargo, todavía no ha podido ser resarcido de los perjuicios que sufrió, no ha recuperado su vivienda, no ha visto aminorada su deuda, y la sentencia está todavía pendiente de recursos para poder ser ejecutada. En una época compleja no solo para la economía, sino también para las libertades, es gratificante comprobar lo lejos que se puede llegar partiendo de los valores que deben dotar de contenido a las normas. Son esos valores los que han permitido ir más allá de la literalidad de las leyes.
José María Fernández Seijo es juez.
Carles Ribas![<strong> Este maestro sufrió un proceso judicial lleno de irregularidades y ha conseguido que se reforme el Código Penal en México. <strong> <p> Por <b>José Miguel Vivanco.</b><p> El caso de Alberto Patishtán –quien fue detenido arbitrariamente, condenado después de un proceso judicial lleno de irregularidades– no es un caso aislado en México. A pesar de la falta de evidencia en su contra, Patishtán, un profesor indígena del Estado de Chiapas, fue detenido en el año 2000, acusado de matar a siete policías y sentenciado a 60 años en la cárcel. En octubre, el presidente Enrique Peña Nieto lo indultó tras identificar indicios de violaciones graves a sus derechos fundamentales. La decisión se produjo tras una lucha incansable de la sociedad civil y grupos de derechos humanos. El profesor, por su parte, siempre insistió en su inocencia: “Fueron 13 años para matarme en vida”, dijo. “En vez de callar, aprendí a hablar”. Según Patishtán, al menos la mitad de los presos en México son “acusados sin pruebas, [son] inocentes pagando los delitos de otros por la ceguera de las autoridades”. El presidente se comprometió a analizarlos. Es fundamental que su Gobierno analice seriamente la raíz del problema. <p> <hr /> <p> <strong> J. M. V. es director de Human Rights Watch.</strong>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/K5B6R47T4RNTVOSNXFJXQ2ZR6I.jpg?auth=c8b3227229cb34b474ea6a373b59b26efacb34fc46f34a4afd8589139b5a0daf&width=414)
Por José Miguel Vivanco.
El caso de Alberto Patishtán –quien fue detenido arbitrariamente, condenado después de un proceso judicial lleno de irregularidades– no es un caso aislado en México. A pesar de la falta de evidencia en su contra, Patishtán, un profesor indígena del Estado de Chiapas, fue detenido en el año 2000, acusado de matar a siete policías y sentenciado a 60 años en la cárcel. En octubre, el presidente Enrique Peña Nieto lo indultó tras identificar indicios de violaciones graves a sus derechos fundamentales. La decisión se produjo tras una lucha incansable de la sociedad civil y grupos de derechos humanos. El profesor, por su parte, siempre insistió en su inocencia: “Fueron 13 años para matarme en vida”, dijo. “En vez de callar, aprendí a hablar”. Según Patishtán, al menos la mitad de los presos en México son “acusados sin pruebas, [son] inocentes pagando los delitos de otros por la ceguera de las autoridades”. El presidente se comprometió a analizarlos. Es fundamental que su Gobierno analice seriamente la raíz del problema.
J. M. V. es director de Human Rights Watch.
Henry Romero
Por José Meléndez.
En una tierra de rascacielos publicitada como Singapur de las Américas y base de megaproyectos, hipernegocios y ultralujos, una mujer casi sin estudios, que exhibe rombos, triángulos, círculos y semicírculos en sus vestimentas y sombreros multicolores para expresar paz y serenidad de espíritu, se bate con un rango ancestral –“Cacica General”– para contener millonarios proyectos hidroeléctricos y mineros en las comarcas indígenas en el occidente de Panamá. Ella es Silvia Carrera, de 43 años, casada (se niega a decir el número de hijos) y líder de los indígenas ngöbe, una de las cinco etnias de esa nación. Acostumbrada a enfrentar a hombres y mujeres con títulos de presidentes de poderes estatales, diputados, ministros, coroneles o tenientes, desde su humilde trono encabeza el movimiento que enfrenta a autoridades, empresarios y políticos panameños e inversionistas extranjeros, y soporta frecuentes ataques con gases lacrimógenos y balas de goma. “En la sabiduría y la inteligencia, para defender los derechos de uno no hay necesidad de ir a una universidad”. “Esta clase de desarrollo no la queremos: es pan para hoy y hambre para mañana”, dijo esta activista de minorías que incomoda al Gobierno de Panamá.
J. M. es colaborador de EL PAÍS en Costa Rica.
Octavio Prado
Por Paco Lobatón.
No le llamaban Billy el Niño, era él quien esgrimía el apodo con pose de pistolero montado sobre botas con alzas. González Pacheco se jactaba de tener como especialidad represiva a los militantes de la izquierda radical. Año 1972, día D: yo trataba de esgrimir los avales de representante estudiantil ante una asamblea de Ciencias Políticas de la Complutense en respuesta a una veintena de detenciones de Carrero Blanco. Él iba mejor armado: su pistola en mi sien sentenció el encuentro. Luego todo vino rodado. La amenaza de muerte (le dijo al conductor: “Para, que a este lo liquidamos aquí”) y los interrogatorios incesantes durante 72 horas. Duro e inolvidable, pero casi anecdótico comparado con las torturas sufridas por decenas de compañeros. Un puñado de ellos han tenido la valentía de reclamar justicia, y una jueza argentina, María Servini, les ha escuchado. La orden internacional de búsqueda y captura de los torturadores restaura el principio de la justicia universal. No en hora de venganzas añejas, sino en la grandiosa hora del fin de la impunidad.
Paco Lobatón es periodista.
Reuters