Juegos Olímpicos con protesta
Varios jefes de Estado desairan a Vladímir Putin por sus golpes de testosterona
No cabe esperar una escalada parecida a la que llevó a decenas de países a boicotear los Juegos Olímpicos de Moscú en 1980, a raíz de una iniciativa de Estados Unidos tras la ocupación de Afganistán por el ejército soviético. Esta vez se trata de mensajes simbólicos a la atención del presidente ruso, Vladímir Putin, para dejarle claro lo poco que gusta su política, en general; y más en concreto, los golpes de testosterona contra los derechos civiles.
Lo último es la ley que castiga la “propaganda” homosexual en Rusia. Los presidentes de Alemania y de Francia, Joachim Gauck y François Hollande, han hecho saber que no les queda hueco en sus agendas para acercarse a Sochi, la ciudad del sur de Rusia donde están previstos los Juegos Olímpicos de Invierno entre el 7 y el 23 de febrero. Tampoco irá Barack Obama; nunca asiste a este tipo de ceremonias, pero lo novedoso es que ha nombrado una delegación oficial para los Juegos en la que se integran conocidos militantes por la igualdad de derechos entre homosexuales y heterosexuales, como Billie Jean King, una leyenda del tenis.
El movimiento olímpico siempre trata de separar el deporte de otras contingencias. Por eso el Comité Olímpico Internacional ha recordado a los atletas que está prohibida toda forma de propaganda en los recintos. Pero activistas rusos en pro de los derechos de los homosexuales piden garantías de que los deportistas y demás asistentes no serán acosados en caso de respaldar los derechos civiles de gais y lesbianas. No les parece suficiente que las autoridades de Moscú transmitan la idea de que los atletas tendrán libertad para expresarse en los medios de comunicación.
Dudan, en otras palabras, de la respuesta oficial en caso de que un deportista suba al podio con un brazalete favorable a los derechos de los homosexuales, por ejemplo; o de que grupos de espectadores exhiban banderas arco iris.
Aunque se intente mantener el espíritu olímpico ajeno a la contaminación política, resulta difícil moverse por el mundo sin inmutarse ante las discriminaciones. Y no respetar la diversidad existente en todos los países es una de ellas.
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