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Recetas y secretos de Richard Branson para triunfar

El millonario visita su gimnasio en Madrid para promocionar el Zumba Step

Cecilia Hertrampf
Richard Branson, dueño de Virgin, y Beto Perez, el creador de Zumba, en una clase magistral en el gimnasio Virgin Active.
Richard Branson, dueño de Virgin, y Beto Perez, el creador de Zumba, en una clase magistral en el gimnasio Virgin Active. LUIS SEVILLANO (EL PAÍS)

“He tomado demasiado café”, se disculpa Richard Branson (Londres, 1950) ante su falta de concentración. Está claro que el Zumba no es lo suyo, pero es esta disciplina deportiva lo que lo trajo a Madrid por unas horas, para presentar en el gimnasio que inauguró el año pasado una nueva modalildad: el Zumba Step. No es extraño que el tema no le apasione. Dueño de las más de 400 compañías que forman parte de Virgin Group, su imperio, el cuarto hombre más rico de Reino Unido no tiene tiempo de interesarse por cada uno de los sectores de la economía en los que emprende, pero sabe cuáles dejar de lado. “Nunca invertiríamos en el negocio de los cigarrillos ni en el de las armas. O de cualquier otra cosa que perjudique al medio ambiente”, explica Branson. El empresario celebró este año los 40 de su primera aventura financiera: Virgin Records, empresa que vendió hace dos décadas y que, sin embargo, sigue haciendo sombra a todas las demás compañías que llevan su nombre.

“Nunca pensé en ser empresario”, confiesa al recordar que a los 16 años fundó una revista, Student. “Abogábamos por el fin de la guerra. Los negocios surgieron como algo que había que hacer para obtener publicidad y mantener la revista en el quiosco. Así fue cómo supe que soy inquisitivo y que amo los desafíos. Desde entonces, cada vez que veo que algo se puede hacer mejor, movilizo a Virgin con ese objetivo”.

Su dificultad para centrarse no es solo culpa del café. La muerte de su amigo Nelson Mandela, el pasado 5 de diciembre, le ha afectado profundamente, y le abruma no estar presente en el memorial que comenzaba ayer, a la misma hora que Richard Branson se fotografiaba en su gimnasio de Madrid, rodeado de guapas monitoras de Zumba Step. Pero los negocios son los negocios. “Estaré en su funeral el próximo domingo. Será una fecha para celebrar, no para lamentar”, asegura.

El empresario y el líder sudafricano se conocieron cuando Mandela salió de la cárcel y juntos fundaron The Elders, una ONG dedicada a buscar soluciones para problemas globales como el cambio climático, el sida y la pobreza y que conforman personajes de la vida pública como Kofi Anan, Fernando Cardoso, Jimmy Carter y la primera mujer presidenta de Irlanda, Mary Robinson. “Se trata de 12 hombres y mujeres con una inmensa autoridad moral, que infunden respeto y que utilizan su experiencia para tratar de resolver estos conflictos”, detalla Branson. “Tengo la sincera esperanza de que en las próximas décadas, el legado de Mandela seguirá viviendo a través de ellos”.

También fue una figura de la política internacional quien lo convenció de la importancia de la conservación del medio ambiente. Hasta hace pocos años, el empresario era un confeso escéptico del cambio climático, pero en su camino se cruzó Al Gore. “Me gusta pensar que nuestras empresas son sostenibles”, admite Branson, que adelanta que sus próximos proyectos van por el camino de la “energía limpia”. “Hemos invertido muchísimo dinero en intentar desarrollar un combustible para aviones que no contamine”, cuenta. Y se queda pensando en aquello de los aviones, en cómo comenzó su segundo gran negocio.

“La razón para emprender un negocio es la frustración personal”, dice con seguridad. Y empieza a recordar: “En el 79, mi entonces prometida, Joan, y yo estábamos de vacaciones en las Islas Vírgenes y viajábamos a Puerto Rico. A última hora, ya en el aeropuerto, nos cancelaron el vuelo. Necesitábamos llegar y había otros 60 pasajeros muy enfadados que también lo necesitaban, así que averigüé cuánto costaba un vuelo chárter. Al ver que era demasiado caro para los dos, pedí prestada una pizarra y apunté: ‘Billetes a Puerto Rico: 29 dólares’. El avión se llenó. Y yo monté una aerolínea... así fue cómo nació Virgin Atlantic”, ríe.

—¿Y el consejo que le daría a un joven emprendedor?

—Si ves una situación y estás seguro de que puedes hacerlo mejor de lo que lo está haciendo otra gente, entonces has encontrado el negocio.

—¿Incluso en estos momentos de crisis?

—Pienso que el Gobierno español debería considerar crear un plan serio de crédito para jóvenes emprendedores y no solo para quienes quieren ir a la universidad—. Él, de hecho, no fue. “Creo que sería fenomenal que en España se llevara a cabo algo así, como en Reino Unido”. Y explica: “Allí logramos persuadir al Gobierno británico, y hoy en día se invierten cientos de millones en lanzar nuevas compañías”.

Aclara que su método es el capitalismo filantrópico y que la mayor parte del tiempo y el dinero los invierte en proyectos sin fines de lucro, “intentando resolver conflictos mundiales, proteger los océanos o descubrir el origen del cambio climático”. De momento, se prepara para que 2014 sea el año de ver cumplido su mayor desafío: los viajes al espacio. Virgin Galactic está lista para lanzar sus vuelos turísticos más allá de la atmósfera. “Será el comienzo de una nueva era. Podremos viajar desde Madrid a Australia en menos de una hora, mandando a la gente a la órbita planetaria. ¿Sabes? Las naves espaciales de Virgin no son cohetes, tienen alas. Alas para un propósito”.

Sobre la firma

Cecilia Hertrampf
Periodista chilena afincada en Madrid desde 2003, comenzó su carrera en el diario El Mercurio de Santiago y desde 2006 forma parte de EL PAÍS. Trabaja en la Unidad de Edición tras pasar por las secciones de Gente, Televisión y Redes Sociales. Es licenciada por la Pontificia Universidad Católica de Chile y por la Universidad Complutense de Madrid.

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