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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ganga o reliquia

Si nadie se interesa en comprar el aeropuerto de Ciudad Real a bajo precio, el aeródromo quedará como recuerdo de los buenos y los malos tiempos

SOLEDAD CALÉS

CR Aeropuertos, que no es una nueva marca de Cristiano Ronaldo, sino la del ruinoso aeródromo de Ciudad Real, está en venta. Su vida ha sido efímera y triste. Fue el sueño de políticos megalómanos y empresarios sin visión que creyeron que Barajas necesitaría una segunda terminal de carga al sur y en sus 10 años de existencia —la adjudicación se realizó en 2003— solo ha conocido el fracaso. Inaugurado en 2008, el aeropuerto manchego de nombre Don Quijote nunca respondió a las expectativas. Las mentes sagaces que analizaron su viabilidad hablaron de hasta 2,5 millones de pasajeros en cinco años, pero en total se han contabilizado 100.000. Ryanair, con ayudas de la Junta de Castilla-La Mancha, operó durante un tiempo a un ritmo de tres vuelos semanales. Vueling también. Ambas abandonaron por falta de clientela.

Telecinco rodó allí un reportaje sobre el accidente de Spanair y Pedro Almodóvar, desoyendo tan malos presagios, filmó en su pista una película tan olvidable como Los amantes pasajeros.

Hace tiempo que sus gestores —tras colaborar en la quiebra de la Caja de Castilla-La Mancha, que otorgó créditos al proyecto— tiraron la toalla. Primero fue, en 2010, el concurso de acreedores. En 2011, la suspensión de la actividad, con ERE adicional para sus 71 trabajadores, y en octubre de este año, la aprobación por parte del juzgado del plan de liquidación, que es el que ahora permite poner a la venta unas instalaciones que tan poco uso han tenido. Don Quijote languidece y, probablemente, no hay postor dispuesto a quedarse con caballero tan malhadado.

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El precio puede ser ahora su mejor baza. La inversión total se sitúa entre los 500 y los 1.000 millones de euros —la cifra nunca ha sido coincidente—. El precio de salida, sin embargo, es de 100 millones, cantidad que podría reducirse si el primer intento de subasta queda desierto. CR Aeropuertos se sumaría al catálogo de bienes españoles a precio de ganga o —quién sabe— a la colección museística made in Spain de reliquias de un tiempo que se creyó mejor: sedes televisivas sin cámaras, autopistas radiales casi sin vehículos y aeropuertos donde solo aterrizan las palomas.

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