Enseñanza, cultura y nacionalismos
Creo que fue el político norteamericano Kissinger quien, preguntado por qué no hablaba con Europa, dijo que no conocía su número de teléfono; hoy Europa tiene 27 teléfonos. He leído que partidos de extrema derecha, euroescépticos y nacionalistas xenófobos, especialmente de Francia, Holanda, Bélgica, Austria y Suecia, pretenden organizarse en un frente común. ¿Para qué será? Si son euroescépticos es evidente que no es para hacer una Unión Europea. Si padecen de xenofobia (odio y hostilidad hacia el extranjero, que puede ser usted) es evidente que no se unen por amistad. No veo más que una intención: unirse para construir un nacionalismo xenófobo en Europa. Si esa mentalidad avanza significa que la enseñanza y la cultura de muchos ciudadanos falla, aunque el informe PISA les ponga buena nota.
Dadas estas circunstancias tal vez fuera buena idea que Europa, a través de un solo teléfono, llamase al presidente Obama para pedirle, por favor, que nos espíe un poco más a los europeos si con ello evitamos un nuevo desembarco de Normandía; nosotros, los viejos, ya no damos para mucho. Pero podemos recordarles a los jóvenes que la muy conocida como II Guerra Mundial, y que ya suena casi a epopeya, fue producida por un nacionalismo de raza pura y xenófobo, que llevó a Europa a su mayor desastre. Su canción favorita podía ser: “El mañana será mío”.
Mientras, para no aburrirnos, sigamos creyendo que los principales males vienen del euro. Ya es sabido que la historia se repite como farsa.—Ignacio Rodríguez.
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