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Club Mediterráneo

Vida y obra del arquitecto que debería haber construido todas las casas de veraneo del mundo

Daniel García López
Sert, en plena faena en una de contactos de imágenes registradas por Francesc Català-Roca
Sert, en plena faena en una de contactos de imágenes registradas por Francesc Català-RocaFondo fotográfico del Col·legi Oficial d'Arquitectes de Catalunya

Este fin de semana se puede ver en la sala CineCiutat de Mallorca un documental que debería ser la Biblia para cualquier promotor inmobiliario de nuestro litoral. Se titula José Luis Sert: un sueño nómada y su protagonista, José Luis Sert (Barcelona, 1902 - 1983), fue el arquitecto que mejor supo entender la parca belleza de las construcciones mediterráneas. Donde ahora hay torres de varios pisos él veía casas bajas a escala humana; en lugar de extensas urbanizaciones de viviendas con balaustradas y otros motivos entre neomudéjares y mexicanos, él proponía volúmenes sencillos y materiales modestos. Ya lo dijo en 1934, cuando nadie podía prever ni el desarrollismo ni la burbuja inmobiliaria: "Debemos defender una arquitectura de clima, una arquitectura mediterránea hecha para un sol intenso, una atmósfera diáfana y un paisaje amable".

José Luis Sert nació en una familia aristocrática y cultivada (su padre, el conde de Sert, era un próspero industrial textil, y su tío José María, un célebre muralista de la belle époque). Como pasa a veces, el principito salió rebelde: militante republicano, adalid de la vanguardia y preocupado por los problemas sociales. Pero lo suyo no era diletantismo. Antes de emigrar a Estados Unidos debido a la Guerra Civil, Sert tuvo tiempo para cofundar el GATEPAC –Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para la Arquitectura Contemporánea–, trabajar con Le Corbusier y entablar amistad con Miró, tal vez la relación extramatrimonial que más le marcó.

De su estrecha colaboración nacieron algunos de los proyectos más importantes del catalán: el estudio del pintor en Palma de Mallorca, la Fundación Joan Miró de Barcelona y la Fondation Maeght en Saint-Paul-de-Vence, Francia. Tres lugares que ilustran su idea de que la arquitectura no debería imponerse, pero tampoco supeditarse al arte; más bien tiene que ser fruto de la colaboración entre las dos.

Debemos defender una arquitectura de clima,  hecha para un sol intenso, una atmósfera diáfana y un paisaje amable

Tanto como le gustaba la luz y las formas de las Baleares, este arquitecto nómada pasó toda su vida dando tumbos a miles de kilómetros de allí. Él mismo lo resumió al final de sus días: "Mi vida está dividida en capítulos que llevan nombres de ciudades: Barcelona, París, Nueva York y Boston; una vida nómada con demasiados cambios, pero sin ningún momento aburrido". En su perpetua mudanza, Sert llevó consigo la arquitectura de sus raíces y la exportó a lugares inusitados. Al tiempo que se construía una casa con patio en Cambridge (Massachusetts), proyectaba una embajada con arcadas mediterráneas en Bagdad.

Cuando finalmente volvió a España a finales de los años sesenta, destiló todo lo que pensaba desde 1934 en una sola urbanización. ¿Tienen en la cabeza alguna de esas enormes villas acristaladas, con perfiles de aluminio y sofás de cuero blanco, que últimamente brillan al sol de la isla? Pues las casas de Punta Martinet eran exactamente lo contrario. Como para construirlas ahora frente a un puerto para superyates.

José Luis Sert: un sueño nómada, un documental dirigido por Pablo Bujosa, se puede ver en el cine CineCiutat de Palma de Mallorca hasta el 21 de noviembre.

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Sobre la firma

Daniel García López
Es director de ICON, la revista masculina de EL PAÍS, e ICON Design, el suplemento de decoración, arte y arquitectura. Está especializado en cultura, moda y estilo de vida. Forma parte de EL PAÍS desde 2013. Antes, trabajó en Vanidad y Vanity Fair, y publicó en Elle, Marie Claire y El País Semanal. Es autor de la colección ‘Mitos de la moda’.

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