El conflicto de las basuras
Ya sabemos cómo van a ahorrar en sanidad. Nos lo están telegrafiando: reduciendo un 20% la plantilla y con bajas salariales de hasta el 43%. La fórmula es de genios: adjudicar por 84 lo que vale 100. ¡Estos señores saben gestionar! Así es como el Ayuntamiento de Madrid se ha ahorrado 373 millones anuales privatizando el servicio de recogida de basuras, los mismos millones que están en la base del conflicto y que nadie había explicado cómo se iban a ahorrar, pero que ahora ya sabemos. Uno puede llegar a entender que, si se venden menos productos de consumo o industriales, determinada empresa o industria haga un ERE, pero una ciudad como Madrid ¿puede recoger su basura prescindiendo de 1.134 personas? ¿Y este colectivo de unos 6.000 trabajadores está tan bien pagado como para poder renunciar a un 43% de su salario? No lo parece. Lo que parece más bien es que el servicio se deteriorará: menos frecuencia, peor calidad, insatisfacción y estrés general, riesgos para la salud. ¿Es que no vemos lo que va a pasar con la sanidad pasado mañana? Tomemos un poco nota porque, como ya sabemos, el ciudadano paga su tasa al Ayuntamiento, no a la concesionaria.— Francisco Egea Martínez. Madrid.
Que Madrid sea capital de la basura o no se lo dejaremos a la percepción germánica. Lo que sí es Madrid, o mejor, lo que sí está anunciando la huelga de basura en la capital es “la muerte de la empatía obrera”. Son miles las firmas recogidas ya para que el Ejército tome las calles para proceder a su limpieza. La huelga es el único medio histórico por el que el trabajador muestra su absoluto descontento con lo que considera abusos empresariales, la huelga no es un mero antojo, un capricho; y que esto no lo entienda el empresario, es comprensible; lo que no se puede tragar es que una huelga obrera encuentre repulsa desde la clase obrera. Así nos va. Las firmas deberían pedirse para apoyar a estos trabajadores. Ya saben aquello de que hoy no vienen a por ti, pero espérate a mañana y me cuentas, y me lloras.— Francisco García Castro. Estepona, Málaga.
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