Precisiones del hombre rojo
Víctor Lapuente, a propósito de la Conferencia del PSOE, nos advertía de que no se trata de escribir ambiciosas reformas políticas porque acaban en decepciones. Quiero hacerle tres precisiones:
Primera, nuestra reflexión y nuestras propuestas son ambiciosas, sí, porque esa es nuestra voluntad modernizadora y social para España y porque ambiciosas deben ser las respuestas a los graves problemas de la España de hoy. Si nos hubiéramos quedado quietos o fuéramos timoratos después de las derrotas electorales de 2011, ya nos estarían enterrando.
Segunda, no es ingenuo pretender ingresar cuatro puntos más de PIB, con una reforma fiscal “en cuatro años”. Es más bien urgente e imprescindible. No es ingenuo subir el salario mínimo en el país que tiene el menor salario mínimo de Europa (junto a Portugal). Es necesario y justo. No es contradictorio fomentar el emprendimiento y pretender más negociación colectiva porque ambas cosas son necesarias, posibles y compatibles.
Claro, no podemos conseguir todo esto y mucho más “de una tacada”. De acuerdo, pero se trata de un partido que hace una reflexión de medio plazo, que pone las luces largas del país y le propone un camino, no una carta a los Reyes Magos de hoy para mañana.
Tercera y última, la propuesta de reformar nuestra Constitución no pretende “atar en corto a las nuevas generaciones”. Al contrario, se plantea para que, precisamente las generaciones del siglo XXI legitimen nuestra Carta Magna (conviene recordar que no la votaron los menores de 55 años) y para abordar problemas políticos muy graves que tiene la España de hoy, desde el reto independentista de Cataluña, al blindaje de los derechos fundamentales de un Estado de bienestar en riesgo.
Por lo demás, agradezco, sinceramente, la llamada al realismo que amablemente nos hace Víctor Lapuente y que —lo reconozco— es necesaria en la España de “las vacas flacas”.— Ramón Jáuregui.
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