¿Hasta dónde debe llegar la calle?
El urbanismo llega hasta el interior de estas 14 viviendas en Ibiza (aunque sea con detalles). También llega el sol: las diversas alturas del volumen buscan aire, sol y aprovechar el espacio.
Los arquitectos A. Christian Pons y Antoni Castells hablan de valores sociales y sostenibles en este proyecto. Desde su estudio en Palma y Andratx, aseguran que en la cultura mediterránea “la transición entre lo público y lo privado es secuencial”, por eso los espacios intermedios, como los patios, las calles o los porches son un lugar de encuentro.
Así, fue esa idea, la de convertir el patio de estas viviendas en lugar de encuentro, la que les impulsó a llevar el pavimento de la calle hasta el interior. Que el pavimento de la calle penetre el espacio privado es un gesto, un primer gesto. Permite rodar una bicicleta (un cochecito o una silla de ruedas) sin tropiezos, por ejemplo. Y hace que la circulación peatonal trate de apropiarse de una zona que busca más ser de relación que de paso (como las aceras mediterráneas).
La fragmentación y el retranqueo de las fachadas en el interior de ese patio fomentan esa misma idea, la de crear rincones y espacios diversos (en lugar de líneas), la de invitar a quedarse en lugar de permitir solo el paso. Sin embargo, una puerta en medio de ese mismo pavimento es otro gesto, un signo contrario, casi un símbolo de la desconfianza hacia la calle que sentimos tantos usuarios.
Sin embargo, ¿de qué sirve hacer entrar la calle en el interior de un patio de vecinos cuando levantamos una verja que nos proteja de esa misma calle? ¿Qué mensaje estamos enviando?
En España no solo enrejamos las viviendas. Instituciones públicas, como el Museo Reina Sofía –con alarmas y vigilancia permanente- también han sentido la necesidad de encerrarse entre rejas, de separarse de lo que sucede fuera por mucho que en sus salas se debata lo que se reclama en las calles.
Con esa actitud paradójica: dejar entrar la calle pero cerrarle el paso a lo que sucede en ésta ¿qué estamos queriendo decir usuarios y arquitectos? ¿Es esto un primer paso para perderle el miedo a la ciudad? ¿Para recuperarla? ¿Para cuidarla? ¿Es acaso una invitación a hacerlo? ¿O es, por el contrario, una decoración urbana o el deseo de crear una vía de circulación privada –un callejón- lo que demuestra una calle encerrada?
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