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LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
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Besos y tulipanes

Gracias a Máxima de Holanda se produjo el otro pequeño milagro: que la reina rozara la mejilla del monarca. Aunque la zona de contacto fue la mínima posible

Boris Izaguirre
La reina Sofía besa al rey Juan Carlos durante la reciente visista de los reyes de Holanda a Madrid.
La reina Sofía besa al rey Juan Carlos durante la reciente visista de los reyes de Holanda a Madrid.WireImage

Hemos debatido esta semana sobre la segunda boda del ex torero Francisco Rivera en Ronda y de las imágenes del extesorero Bárcenas en el patio de la cárcel de Soto del Real. Ambas cosas bajo el sol. Mientras en su boda, Rivera ha reinventado el mágico uso de la chistera, Bárcenas nos enseña como vestirse en la cárcel. Polos de colores vivos y actitud jovial. Gran reloj de pulsera deambulando entre cacos. Un poco como Al Capone en la playa.

Uno se imaginaba las prisiones como sitios de peligrosa y canalla testosterona, navajas hechas a mano, pastillas de jabón resbaladizas. Ahora, a todo eso hay que añadir la mini cámara de andar por cárcel. Bárcenas, que también ha sido marchante de arte, entiende que donde hay paredes grises el color debes ponerlo tú y que con su rica melena de extesorero aporta mucha vida a la peluquería de la prisión. Por momentos, tiene un aire a la señora Castafiori de las aventuras de Tintín. Pero lo mas importante: no está solo. Ya lo dijo Sofía Loren, después de permanecer 30 días en una prisión italiana: "Las mejores personas que he conocido en toda mi vida, ha sido en la cárcel". La mejor secuencia es cuando el reo Bárcenas se apoya en la pared mientras asiste a una oración evangélica. ¡Nada tiene tanta penetración en las cárceles como los evangelistas! Cuando Hugo Chávez estuvo preso por su golpe de estado fallido en 1992, lo primero que hizo fue sucumbir a las lecturas de esta rama religiosa, especializada en cautivar a pobres y desfavorecidos pero, por lo visto, también a lideres bolivarianos y extesoreros conservadores.

¿Cuál es la clave de su éxito en las cárceles? "Proponen un dios salvador", explica un seguidor. "Y cultivan la idea del perdón para todos" y eso tranquiliza. Lo que no tranquiliza a otros es el nuevo dilema creado por el papa Francisco con sus recientes declaraciones, apostando por lo humano mas que por lo divino. Menuda semana para Ruiz Gallardón: el papa Francisco le roba sus escasas razones, mientras Bárcenas se evangeliza. El que queda en un patio, sin sol y sin salida, es el ministro de justicia.

El verbo robar está en casi todas las cuestiones importantes de hoy. Se robaron imágenes del extesorero de la misma manera que se borraron los datos de su ordenador, robándoles a los jueces la oportunidad de valorar lo que allí había. También se saltó la prohibición de fotografiar la boda de Fran Rivera ofreciendo las imágenes robadas de esa fiesta que entristecieron tanto a los novios como a la revista ¡Hola!, la gran celestina nacional. Robar y ser robado. Lo de las fotos en la boda es duro porque señala la falta de lealtad de los invitados. ¿Por qué no dejamos los móviles en casa cuando vamos a fiestas? Lo bueno de una exclusiva es que democratiza comerciando con la ceremonia privada. Después, te reúnes con un grupo de amigos fieles, o no, y comentas a gusto. Rivera es mejor comunicador que torero, aprendió mucho y lo ha perfeccionado a través de divorcios y noviazgos. Su nueva boda es también un nuevo comienzo. Vendrán mas episodios, como calculados trucos de magia, salidos de una chistera.

El conejo mágico de la comunidad de Madrid iba a ser Eurovegas pero, ¡ay!, el empeño por cambiar la ley del tabaco para que las apuestas se llenen de humo, puede fastidiar parte de la magia del mega proyecto inmobiliario. Como nuestros políticos no hablan inglés seguro que en los contratos había una cláusula que no entendieron y ahora estamos very lost. Nos quedamos sin olimpiadas, Eurovegas se ahúma. ¡Es que tenemos poco gancho turístico! Los pocos madrileños que acudimos a la inauguración de la nueva tienda de Louis Vuitton en Barcelona, nos quedamos sin habla al pisar el Paseo de Gracia. No vimos ninguna cadena humana con banderas estrelladas pero si todas las grandes estrellas de la industria del lujo mundial, alineadas en un despliegue de reclamo comercial y turístico floreciente.

A las puertas del palacio del Pardo, floreció Máxima de Holanda e hizo algo que el rey necesitaba: reír. La joven reina de Holanda tiene esa cosa burbujeante y rubia que siempre le gusta al monarca. Mientras todos se alegraban de verlo reír antes de la nueva operación, pensábamos en Letizia y en que no le arranca la mas mínima sonrisa a su suegro ni poniéndose la chistera de Fran Rivera. Gracias a Máxima se produjo el otro pequeño milagro: que la reina rozara la mejilla del monarca. Aunque la zona de contacto fue la mínima posible, a la maniobra se la definió cómo beso. Máxima no pudo dialogar mucho con Letizia para saber qué es eso que la vuelve tan rockerita, que no se pierde un concierto en Madrid. En los ochenta, Diana de Gales bailaba Wham! en los pasillos de Buckingham y hoy Letizia se pone la cazadora de cuero negro y se lanza por esas calles a hacer rock and rolex. Guillermo, por su parte, lo abraza todo, un Winnie the Pooh humano. Con ese carisma de los parientes ricos cuando visitan los que no están en su mejor momento. Mostrándose feliz de que su madre abdique en su favor cuando aun dispone de energía para abrazar a todo el mundo repartiendo besos y tulipanes.

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