Apadrine mi operación de próstata

La noticia de que algunas universidades españolas están buscando (o permitiendo) el ‘apadrinamiento’ de estudiantes para evitar que estos abandonen las clases como consecuencia de la subida de tasas es sencillamente kafkiana. Supone una derrota de la sociedad y una dejación intolerable de las obligaciones del Estado. ¿Vamos a empezar a conocer operaciones de rodilla a domicilio, cementerios patrocinados y la línea 21 cubierta por vehículos particulares? Pero, ¿esto qué es?

El asunto resulta aún más preocupante, porque quienes apoyan estas medidas con la mejor voluntad consideran que se trata de situaciones de emergencia que se corregirán una vez haya pasado lo peor de la crisis. Lo mismo vale para garantizar el abastecimiento de productos básicos a través del Banco de Alimentos que para ampliar los espacios de acogida antes de que llegue el invierno.

Pero no es eso lo que está ocurriendo. Lo que estamos viendo es una reforma estructural del Estado del bienestar que, una vez consolidada, hará de nuestra sociedad un lugar peor en el que vivir. ¿Creen que los responsables sanitarios del Ministerio y la Comunidad de Madrid, que han condenado a una vida miserable a un número indeterminado de inmigrantes irregulares, van a cambiar su punto de vista cuando la prima de riesgo baje por debajo de 100? En Grecia, nuestro futuro, los hospitales públicos solicitan a Médicos Sin Fronteras el material más básico para el tratamiento de los pacientes, como gasas y jeringuillas. ¿Creen que las cosas serán mucho mejores cuando la Troika dichosa considere que ya es hora de repartir el dolor entre los miembros de la UE?

Gracias, pero no. Sé que es fácil decir esto cuando no es mi hijo el que está a punto de dejar la carrera porque un burócrata anónimo (o no tan anónimo, porque los hemos votado) ha decidido rescatar antes a su Caja de Ahorros. Pero lo que están proponiendo no puede ser la solución a nuestros problemas. Repitámonoslo y repitámoselo hasta que esto cambie de una puñetera vez.