Berlusconi gana otra vez

Aun condenado en firme este mismo mes por fraude fiscal, aun pendiente de decidir por el Senado su expulsión a consecuencia de ese veredicto del Tribunal Supremo, Silvio Berlusconi sigue siendo una fuerza determinante en la política italiana. Tan determinante como para que el acuciado primer ministro centroizquierdista Enrico Letta, al frente de una más que frágil coalición con Il Cavaliere, haya sucumbido a la presión de este y suprimido el impopular impuesto sobre la primera vivienda, de cuya eliminación Berlusconi y su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL), habían hecho caballo de batalla en la campaña electoral de febrero.

Por enésima vez, Berlusconi gana, incluso estando contra las cuerdas, e Italia pierde, aunque la abolición del impuesto, contra la que se habían pronunciado la Comisión Europea, el FMI o la OCDE, suponga un alivio momentáneo para el ciudadano. La decisión de Letta otorga algún tiempo más de vida al Gobierno que encabeza su Partido Democrático —tensado al límite por el futuro político de Berlusconi tras su condena— y conjura el fantasma de nuevas elecciones este mismo año. Pero al precio de alejar una vez más la consecución de sus objetivos fiscales y la reducción del déficit presupuestario de un país con un insostenible nivel de deuda. El consuelo para los italianos por la eliminación de la tasa, ideada por el ex primer ministro Mario Monti, durará poco, porque el Gobierno ya maquina cómo llenar ese agujero recaudatorio de 3.000 millones de euros, de los que no puede prescindir, con otro impuesto municipal el año próximo.

La inestabilidad política derivada de unas elecciones sin vencedor y de la coalición sin precedentes forjada en abril entre el centroizquierda y el centroderecha va más allá de un impuesto. Huérfana de perspectivas, la política italiana se hace día a día, y en el horizonte inmediato se perfila ya el procedimiento para echar del Senado a Berlusconi, tras su condena firme por el caso Mediaset, y la inhabilitación como candidato electoral prevista por la ley.

Letta acaba de decir que no teme la expulsión de su socio de la Cámara alta, que podría decidirse en una votación del pleno en otoño. En la laberíntica política italiana no es improbable que un hombre de los demostrados recursos de Berlusconi consiga enviar el caso de su inhabilitación al Tribunal Constitucional, algo a lo que se resiste el Gobierno, pero en lo que ya trabaja el PDL.