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Coordinado por Lola Huete Machado

Nigeria: recoge tu vida en cinco minutos

<span >Bimbo Omowole Osobe perdió su casa y su medio de vida en el desalojo de febrero © SERAC</span>
Bimbo Omowole Osobe perdió su casa y su medio de vida en el desalojo de febrero © SERAC

Por Ana Gómez Pérez-Nievas (periodista, trabaja en Amnistía Internacional)

Personas desalojadas de Badia East protestan pacíficamente en la oficina del Gobernador del Estado de Lagos. Estuvieron durante casi cinco horas esperando poder reunirse con el gobernador, pero no apareció © Centro de Acción por los Derechos Sociales y Económicos (SERAC)

A las 7.30 horas de la mañana del 23 de febrero de 2013, los habitantes de Badia East, en Lagos, el segundo estado más poblado de Nigeria, al sudoeste del país, comenzaron a escuchar los ruidos de las excavadoras. Enseguida llegaron los agentes de la policía, que amenazaban a cualquier persona que se opusiera, incluso a aquellas que trataban de recoger algunas pertenencias. “Lo único que pude recoger de los restos de mi casa fue una botella de Mirinda”, afirma Bimbo Omowole.

Como ella, muchas personas están durmiendo en las calles. Otros, han tenido que acudir a sus amigos y familiares y dependen ahora de ellos para conseguir comida o ropa, puesto que se han quedado sin trabajo. “Las noches en que llueve no puedo dormir, puesto que duermo a la intemperie: tengo que ponerme de pie y esperar a que la lluvia pare”, asegura Bimbo Omowole.

Amnistía Internacional y el Centro de Acción por los Derechos Económicos y Sociales (SERAC) han publicado el informe, If you love your life, move out!: force evictions in Badia East, Lagos state, Nigeria (Si aprecias tu vida, ¡lárgate!: desalojos forzosos en Badia East, en el estado de Lagos, Nigeria) en el que documentan los efectos devastadores de los desalojos forzosos. Al menos 266 estructuras fueron derribadas el pasado 23 de febrero, más de dos mil propietarios perdieron sus casas y sus negocios, y alrededor de nueve mil personas fueron desplazadas. Miles de personas viven en la indigencia, no tienen acceso a los servicios más básicos y sufren enfermedades como la malaria o la fiebre tifoidea y tienen dificultades para acceder a un trabajo.

Además, al menos cinco personas que exigían el acceso a agua potable, interrumpida por los derribos, fueron arrestadas acusadas de robo y amenazas: dos de ellas fueron liberadas pocas horas después, y el resto a las 48 horas.

Imagen de satélite que muestran las comunidades de Badia East antes y después de los desalojos © DigitalGlobe 2013

En la década de los 90, el gobierno de Lagos recibió un préstamo del Banco Mundial de 85 millones de dólares con el objetivo de llevar a cabo el drenaje y saneamiento de la zona. En 1996 para poder adaptarse a ese drenaje y renovar las ruinosas áreas, el gobierno de Lagos decidió la demolición de 15 slums, entre ellos Badia East. Así comenzaron los derribos y los desalojos forzosos, así como el uso de la fuerza y el acoso contra las comunidades y sus habitantes. Desde entonces, en Badia y en otros slums se han producido ocho desalojos forzosos, dejando a decenas de miles de personas sin hogar.

En 2006, el proceso se repitió. El Banco Mundial volvió a financiar un proyecto de 200 millones de dólares (el Lagos Metropolitan Development and Governance Project -LMDGP), en el que se incluía el drenaje y el mejoramiento urbano. Y nuevamente, con este proyecto, las autoridades nigerianas no sólo aceptaron fondos para realizar esas reformas, también las terribles consecuencias: el desalojo por la fuerza de los residentes de esta barriada que supuestamente era la beneficiaria del proyecto.

Imagen de satélite que muestran las comunidades de Badia East antes y después de los desalojos © DigitalGlobe 2013

Agentes de policía supervisan el desalojo mientras un residente se lleva algunas de sus pertenencias recuperadas © SERAC.

La gente de la comunidad desalojada en Badia, recibió el apoyo de Centro de Acción por los Derechos Sociales y Económicos (SERAC), una organización socia local de Amnistía Internacional que escribió al Banco Mundial advirtiéndole de los peligros de los desalojos y de las violaciones de derechos humanos que conllevaban.

Las consecuencias llegaron, pero no han sido en ningún momento asumidas por el estado de Lagos. Según los principios básicos de Naciones Unidas, después de un desalojo forzoso, el estado debe facilitar al menos los siguientes servicios: acceso a comida, agua potable y saneamiento, alojamiento y vivienda básica, asistencia sanitaria, acceso a educación y a otros recursos efectivos. Ninguno de ellos fue proporcionado por las autoridades nigerianas.

“Las autoridades del estado de Lagos han infringido las leyes nacionales y el derecho internacional. Ya es hora de que tanto ellas como el gobierno nacional del Nigeria pongan fin a los desalojos forzosos y promulguen garantías jurídicas que sean de aplicación en todos los desalojos”, ha dicho Oluwatosin Popoola, investigador sobre Nigeria de Amnistía Internacional.

El desalojo, una práctica “de moda”

Imagen de satélite que muestran las comunidades de Badia East antes y después de los desalojos © DigitalGlobe 2013

Una excavadora demoliendo casas en Badia del Este © SERAC

Desgraciadamente, es difícil mantener el optimismo en esta comunidad que ha visto convertidos los desalojos forzosos casi en una costumbre. Bimbo lo sabe bien: desde que era niña, ha asistido ya a tres tipos de desalojos masivos.

Una de las características de esta “moda”, además, es el uso desproporcionado de la fuerza. La Brigada Contra la Indisciplina (Kick Against Indiscipline Brigade) y la Unidad Especial de Infracciones han llegado incluso a usar munición real para forzar a la gente a salir de sus casas. Uno de los más violentos fue el que tuvo lugar en diciembre de 2010 en Makoko, cuando la policía entró disparando desde el coche de manera indiscriminada y una persona fue asesinada y otros varios resultaron heridos. También en los de 2012 hubo un muerto por disparos de la policía pero hasta el momento, nadie ha sido procesado.

“Vinieron con sus Black Maria (furgoneta policial destinada a trasladar a los detenidos) y sólo me dio tiempo de coger a mis hijos. Dijeron: si aprecias tu vida, lárgate, así que todos empezamos a correr, incluso las mujeres embarazadas. Mi mujer había salido a hacer unas compras. Cuando volvió, nuestra casa ya estaba destruida”, relata Friday Ogunyemi, uno de los afectados por el último desalojo de febrero de 2013.

“Mi mujer estaba embarazada de trillizos en el momento en que comenzó el desalojo. Estaba de ocho meses y cuando vio las grúas se desmayó y se puso de parto. Ahora ella y mis cuatro hijos viven en una habitación en casa de sus padres, todos se encuentran débiles, mientras yo trato de conseguir dinero e ir a visitarles de vez en cuando”, asegura Paul, otro miembro de la comunidad de Badia que perdió su casa y todas sus propiedades aquel día de febrero.

Las autoridades nigerianas se han excusado asegurando que la zona desalojada en febrero no estaba habitada. “Limpiamos el vertedero. En esa zona no vivía gente, sólo había basura y cosas que algunas personas almacenaban”: así se expresaba el consejero de Vivienda del gobierno de Lagos. Sin embargo, tanto la confirmación de la SERAC, que ha visitado en varias ocasiones la zona, como las fotografías por satélite del antes y el después de Amnistía Internacional revelan que en la zona había casas de cemento y otras estructuras. Cerca de 36.000 metros cuadrados con alta densidad de población e infraestructuras fueron barridas aquel día. A la espera quedan quiénes serán los próximos, después de que el gobierno dijera que ésta es sólo la primera fase de sus planes para limpiar el conjunto de Badia del Este con el fin de “reconstruir” la zona.

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