La Axarquía, al filo de lo imposible
Antes de media mañana, tras zigzaguear por las sinuosas carreteras de la Axarquía, habíamos ascendido desde el nivel del mar a más de 600 metros.
Cuando nos detuvimos en un mirador en plena cornisa de los Montes de Málaga, sobraban las palabras.
“Los viñedos cubren laderas con desniveles entre un 40% y un 60%”, nos dijo. “El cultivo es difícil y la mecanización imposible. Todo debe hacerse a mano. Son terrenos abruptos, pobres, mezcla de pizarra descompuesta con cuarzo blanco, con precipitaciones escasas, en los que la uva -- moscatel de Alejandría-- se cultiva desde hace 2000 años. No hay bancales, que frenarían la brisa del Mediterráneo. Como es lógico, los rendimientos son muy bajos”
Ya por caminos de tierra, uno de los vendimiadores nos advirtió: “Recorremos realengas, antiguas trochas de animales”. Y cuando enfilamos las veredas a pie insistió: “Ojo con las tabarreras, nidos de avispas, pueden ser peligrosos”
Por fin, alcanzamos el grandioso escenario. Desde el filo de una colina, con la ayuda de recios mulos algunos vendimiadores -- pocos -- descendían por desniveles inverosímiles para cargar las uvas en cajas de 10 kg. Subían, apilaban envases y se precipitaban de nuevo hasta las profundidades de la ladera
“Es un trabajo reservado a expertos”, insistió Victoria. “Los brazos de las viñas llegan al suelo. La poda casi es rastrera”.
No voy a hablar del “Grupo Jorge Ordóñez & CO” www.grupojorgeordonez.com
Me basta con afirmar que Jorge, hermano de Victoria, es el gran embajador de los vinos españoles en Estados Unidos.
En dos ocasiones Ordoñez ha sido nombrado Personalidad del Vino en aquel país por el famoso Robert Parker. Y entre otros galardones ostenta el Premio Nacional de Gastronomía, (Víctor de la Serna) otorgado por la RAG. No sigo.
Catamos el Botani, un hito en la historia de los vinos de Málaga, blanco seco y aromático. Particularmente fino
Luego comenzamos con sus portentosos dulces.
Al probar el Victoria nº 2, el mismo que se sirvió en la cena de los Premios Nobel (2012), yo aprecié aromas intensos, notas florales y, sobre todo, una acidez insólita, dulzor y frescura.
En el Victoria nº 3 procedente de viñas viejas, de color dorado, la misma acidez refrescante como contrapunto de las notas a miel y frutas maduras. Para mí inconmensurable.
Victoria fue concisa: “Nos ha costado mucho innovar en la zona. De entrada, secamos las uvas a la sombra. Nada de asolear racimos. Convinimos con Kracher que teníamos que preservar la acidez natural de las uvas”
Nos despedimos brindando con el Botani Espumoso, tan desenfadado como los moscatos italianos.
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