No hay escapatoria
Ya no podemos huir de ella. Vayamos donde vayamos, allí estará presente y, en mayor o menor grado, sufriremos sus consecuencias. Me refiero a la contaminación que generamos y soportamos a nivel mundial. La globalización tiene estas cosas: para bien o para mal, todo lo compartimos y el caso de la contaminación no iba a ser menos.
Las nubes, las corrientes de aire y marinas se encargan de que cada habitante del planeta reciba solidariamente su ración diaria de contaminación, sea esta del origen que sea. Sin olvidar, por supuesto, los efectos que está teniendo y tendrá el cambio climático sobre todos nosotros como consecuencia de la contaminación producida por la desmedida e irresponsable actividad humana.
Estremece pensar que en poco más de 200 años de desarrollo técnico e industrial hayamos podido causar tanto daño al equilibrio natural del planeta. Asusta pensar en el futuro de la especie humana, teniendo en cuenta el ritmo demoledor de crecimiento poblacional, desarrollo, consumo y contaminación en cualquiera de sus formas. Espanta pensar en el destino de una especie inteligente que, al parecer, no lo es tanto como para ser capaz de detener esta estúpida inercia que parece conducirnos inexorablemente al desastre.— Pedro Serrano Martínez.
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