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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Un gigante que hace soñar

Usain Bolt ha sido elegido por sus colegas el mejor 'sprinter' de todos los tiempos

Marcos Balfagón

Dentro de muy poco, cuando acabe esta semana, Usain Bolt habrá igualado con casi toda probabilidad a Carl Lewis y los dos serán los atletas que más medallas han conseguido en la historia del Mundial de atletismo, 10 cada uno, dominadores únicos de su época. Sin embargo, antes incluso de que se produzca el empate, los más grandes atletas de la historia de la velocidad, convocados por el diario L’Équipe, lo han roto a favor del gigante jamaicano nombrándolo casi por unanimidad el mejor sprinter de todos los tiempos. Y lo más interesante es que, admitiendo todos que la discusión de los logros de cada uno no conducía a ninguna parte —ambos han marcado o marcan una época, han sido o son plusmarquistas mundiales y multicampeones olímpicos y mundiales, y uno, Lewis, ha sido también un extraordinario saltador de longitud—, ha sido el factor humano el que ha decantado el sufragio. Como resumía uno de los miembros del jurado: “Lewis tenía más carisma, pero nadie hasta ahora había cautivado tanto como Bolt. Bolt sigue haciendo soñar, despertando el alma de niño que todos tenemos aún, y encima posee una alegría comunicativa que ha transformado la forma de afrontar la competición…”.

Resumiendo, Bolt es un chico muy alto que corre muy deprisa, y que encima cae muy bien, divierte y se divierte, nunca critica a sus semejantes, no es envidioso y no para de ganar. Bolt es, en efecto, todo eso, como un divo sin divismo, pero también es más. Dentro de su aparente ligereza de espíritu —es capaz de pinchar como dj en fiestas nocturnas las vísperas de sus competiciones—, el hombre más rápido de la historia mantiene un respeto casi religioso por la velocidad, su Dios. Aun en los peores momentos nunca le ha faltado el respeto ni a la velocidad ni a la afición, que espera de él siempre una fábula y casi siempre la obtiene.

Incluso el domingo, después de ganar un oro mundial, un asunto casi de rutina en estos seis años y para el que no tiene rivales, sus declaraciones fueron como una disculpa ante el público mundial por no haber podido haber ido más deprisa de 9,77 segundos. “Es que llovía”, dijo. Por suerte aún queda la carrera de 200 metros, el sábado, para desquitarse y nosotros, todos los que amamos el deporte, seguir soñando.

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