La mujer del César

Cuando de impartir justicia se trata, cuando se decide sobre vidas y haciendas de terceros, el más mínimo atisbo de independencia de la balanza judicial hace que el fiel de la misma esté manipulado y esta se incline siempre hacia el mismo lado.

En los Estados de derecho las formas son tan importantes o más que el fondo de la cuestión, con el fin de evitar cualquier atisbo de arbitrariedad en los encargados de administrar justicia. De ahí la lucha permanente de las sociedades desarrolladas porque sus tribunales no estén sometidos a ningún tipo de presión tanto externa como interna y que solamente actúen con arreglo a su leal saber y entender.

Esta exigencia de pulcritud e independencia que reclaman constantemente con toda razón nuestros jueces y magistrados como garantía de la separación de poderes, no puede quebrar cuando a uno de sus miembros afecta por haber sido afiliado en época reciente a un Partido Político por muy legal que esto sea, aunque para ello la norma se interprete de manera amplia y generosa.

El más alto Tribunal de la Nación debe estar limpio de toda sospecha partidaria y además parecerlo. Como la mujer del César.— Miguel Romero Cejudo. Córdoba.

Está claro que cada ciudadano tiene el derecho a tener sus propias ideas políticas, ser de derechas o de izquierdas y votar por el partido que considere que mejor le representa; en fin, ser simpatizante de una opción política determinada.

Afiliarse a un partido transforma al ciudadano en militante. Esta militancia, absolutamente voluntaria, indica que el militante asume la línea ideológica del partido, le implica en la defensa de las iniciativas y se posiciona en temas concretos según las líneas que defiende el partido. Todo esto es muy respetable.

La militancia del presidente del Tribunal Constitucional en un partido político puede que sea compatible y legal, pero, ¿no debería haber advertido de su militancia ya que va a tomar decisiones sobre cuestiones que ha planteado su partido y va a convertirse en juez y parte en muchos temas?— Alberto Fernández. Marbella, Málaga.