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3.500 Millones
Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

Se buscan 1,7 millones de profesores

Esta entrada ha sido escrita por Valeria Méndez de Vigo, responsable del Departamento de Estudios e Incidencia de Entreculturas.

Acto de la Campaña Mundial por la Educación en el Senado.

¿Cómo eran los profesores que tuviste en tu infancia? ¿De qué manera influyeron en tu vida? A pesar del tiempo transcurrido, yo todavía recuerdo a muchos de ellos. ¿Cómo olvidar a la señorita África y sus amplios conocimientos de historia, a mother Ana y su insistencia en que pensáramos de manera crítica, o a don Francisco Sánchez, con su pasión por la literatura?

Y es que los profes que hemos tenido marcan nuestra infancia y, por ello, nuestra vida. Son, sin duda ninguna, el elemento fundamental para una educación de calidad. Una buena maestra, un buen maestro, marcan la diferencia. Para que se cumpla el derecho de todas las personas a una educación de calidad es imprescindible que haya docentes en número suficiente, adecuadamente formados y socialmente reconocidos. Todavía hoy hay en el mundo 61 millones de niños y niñas que no tienen acceso a la educación. Además del acceso, es importante que la educación sea de calidad, pero esto dista de ser una realidad en muchos países. Hasta tres cuartas partes de los niños y niñas en países de ingresos más bajos no han aprendido a leer y escribir tras dos o tres años de escolarización, por no hablar de habilidades y conocimientos más complejos.

Según señala UNESCO, para que todos los niños y niñas del mundo puedan acceder a la educación en 2015- tal y como se comprometió la comunidad internacional al suscribir los Objetivos de Dakar y los Objetivos de Desarrollo del Milenio- hacen falta un millón setecientos mil docentes más. Sólo en África, falta un millón de docentes. El informe de la Campaña Mundial por la Educación titulado Acabar con el déficit de maestros preparados denuncia que en muchos países del mundo, los docentes no cuentan con una formación adecuada, ni cobran salarios dignos. En la India, más de de 670.000 docentes no cuentan con las cualificaciones mínimas requeridas; en Níger, los docentes cobran 125 dólares mensuales; en Líbano, su salario no ha aumentado en los últimos diez años, mientras que el coste de vida se ha duplicado.

Hemos instado a la Comisión a defender las políticas de cooperación al desarrollo en tiempos de crisis e insistido en la necesidad de centrar esfuerzos en la universalización de la educación básica, el fortalecimiento de los sistemas públicos educativos y la formación del profesorado. Solo así podrán los niños y niñas más desfavorecidos ver cumplido su derecho a una educación de calidad, con buenos maestros y maestras, dignificados en su profesión, con capacidad para transmitir conocimientos y valores, de abrir horizontes y de posibilitar sueños.

Comentarios

Gracias por el artículo por que toca el corazón de la pobreza, el subdesarrollo y la desigualdad. En el documento “Acabar con el déficit de maestros preparados” además se señala una de las principales asignaturas pendientes, que por otro lado es también una grave carencia en nuestra escuela pública, como es (literal) “Reforzar el liderazgo escolar y promover la creación de comités de gestión escolar que incluyan a los estudiantes, a los docentes, a los padres y a los miembros de las comunidades locales” (pág. 4). Echo en falta precisamente que las recomendaciones se hagan siempre a los “otros”: los gobiernos, el Banco Mundial, los donantes, etc…, y aunque se citan por alguna parte, no hay recomendaciones específicas a los padres, y a las comunidades locales. Esto debe ser por tener el “Enfoque de Derechos” muy arraigado, pero difícilmente podremos exigirles a los maestros, lo que los padres y la comunidad no hacen (especialmente en materia de desigualdad), y luego derivar la responsabilidad a los “otros” que no dan plata. Si perdemos la oportunidad de devolver el protagonismo a la comunidad organizada, incluidos padres, escuelas y maestros, seguiremos pensando que el problema es de “otros” presupuestos.
Gracias por el artículo por que toca el corazón de la pobreza, el subdesarrollo y la desigualdad. En el documento “Acabar con el déficit de maestros preparados” además se señala una de las principales asignaturas pendientes, que por otro lado es también una grave carencia en nuestra escuela pública, como es (literal) “Reforzar el liderazgo escolar y promover la creación de comités de gestión escolar que incluyan a los estudiantes, a los docentes, a los padres y a los miembros de las comunidades locales” (pág. 4). Echo en falta precisamente que las recomendaciones se hagan siempre a los “otros”: los gobiernos, el Banco Mundial, los donantes, etc…, y aunque se citan por alguna parte, no hay recomendaciones específicas a los padres, y a las comunidades locales. Esto debe ser por tener el “Enfoque de Derechos” muy arraigado, pero difícilmente podremos exigirles a los maestros, lo que los padres y la comunidad no hacen (especialmente en materia de desigualdad), y luego derivar la responsabilidad a los “otros” que no dan plata. Si perdemos la oportunidad de devolver el protagonismo a la comunidad organizada, incluidos padres, escuelas y maestros, seguiremos pensando que el problema es de “otros” presupuestos.
Gracias por el artículo por que toca el corazón de la pobreza, el subdesarrollo y la desigualdad. En el documento “Acabar con el déficit de maestros preparados” además se señala una de las principales asignaturas pendientes, que por otro lado es también una grave carencia en nuestra escuela pública, como es (literal) “Reforzar el liderazgo escolar y promover la creación de comités de gestión escolar que incluyan a los estudiantes, a los docentes, a los padres y a los miembros de las comunidades locales” (pág. 4). Echo en falta precisamente que las recomendaciones se hagan siempre a los “otros”: los gobiernos, el Banco Mundial, los donantes, etc…, y aunque se citan por alguna parte, no hay recomendaciones específicas a los padres, y a las comunidades locales. Esto debe ser por tener el “Enfoque de Derechos” muy arraigado, pero difícilmente podremos exigirles a los maestros, lo que los padres y la comunidad no hacen (especialmente en materia de desigualdad), y luego derivar la responsabilidad a los “otros” que no dan plata. Si perdemos la oportunidad de devolver el protagonismo a la comunidad organizada, incluidos padres, escuelas y maestros, seguiremos pensando que el problema es de “otros” presupuestos.

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