Millás y Dios
La mirada de J. J. Millás sobre nuestra realidad social y emocional, sobre las relaciones humanas, me resulta valiosa. Lucidez, sutileza, dedo en la llaga, ternura. Le admiro y me siento agradecida por lo que aporta. Me sorprende que no haya hecho la paz con los traumas que le debió dejar una educación religiosa.
Cualquier religión es una traición a las revelaciones espirituales que inspiraron su fundación. Son responsables de infinitos odios, muertes y dolor, todos lo sabemos. Ahora, las religiones no son Dios. Dios, la Fuente, el Origen, el Todo, es el Amor infinito que palpita en el Universo y en los átomos de nuestras células (también en las de Rouco y en las de Millás). Es lo que elijo creer, y tantas posibilidades tengo de demostrarlo con palabras como cualquiera de demostrar lo contrario.
Sobre los contenidos religiosos de la nueva Ley de Educación, creo que es positivo que se enseñe historia de las religiones y que las nuevas generaciones sepan cuáles son nuestras raíces. ¿Quién teme ya al poder represor o adoctrinador de la Iglesia católica? A ver si los niños de hoy van a terminar creyendo que el mundo lo creó una impresora 3D.— Isabel Vázquez Salinas.
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