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Columna
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El Sr. Agag

Siempre pensé que había algo enigmático en Alejandro Agag, en su ascensión meteórica

Manuel Rivas

Lo más interesante del comunicado de Alejandro Agag es la iluminación estilística, con el protagonismo de una extraña tercera persona llamada Sr. Agag. Alejandro nombra con una distancia reverencial, casi escalofriante, al tal Sr. Agag. Siempre pensé que había algo enigmático en Alejandro Agag, en su ascensión meteórica, y veo que la clave la desvela ahora él mismo. Además de Alejandro y Agag existe un tercer hombre dotado de poderes extraordinarios: el Sr. Agag. Después de reunirse con Alejandro y Agag, el Sr. Agag será quien asuma la tarea de doblegar a los hechos, por tozudos que sean. Así la ideología dominionista, tan propia de los neoconservadores, se traslada a todos los ámbitos de la realidad. El generosísimo regalo de boda a la pareja Agag & Aznar por parte de quien da nombre al gran entramado de corrupción política, Correa (Gürtel), no es más que una prueba de amistad y cualquier otra interpretación merecerá la fulminante respuesta no ya de Alejandro ni de Agag, sino del temible Sr. Agag. Casualidad o causalidad, los hechos presentan su propia resistencia al dominionismo y la realidad se rebela con voluntad irónica: lo que Correa regala para el magno acontecimiento es nada más y nada menos que la luz. Los focos que iluminarán la larga noche festiva. Y quien regala la luz suele regalar las sombras. Es un principio científico que espero que el Sr. Agag no ponga en cuestión. Lo más interesante que nos deja por ahora este episodio es la irrupción de esa tercera persona. Es el lenguaje del dominionismo. A partir de ahora, oiremos cosas como estas: “José María Aznar y Mariano Rajoy se han reunido en La Moncloa en un clima fraternal; a la salida, el Sr. Aznar ha advertido al Sr. Rajoy que no tolerará ni un minuto más la languidez de la resignación”. En consecuencia, el Sr. Rajoy ha echado de la chaise longue a Mariano y a Rajoy.

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