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PUNTO DE OBSERVACIÓN
Columna
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Mucha prisa con el ciudadano, poca con el corrupto

El 20% del PIB de los 27 países de la UE está oculto en paraísos fiscales

Soledad Gallego-Díaz

Poco a poco, los ciudadanos, en España y en Europa, vamos prestando atención a temas fundamentales. Por ejemplo, ¿dónde está todo el dinero que ha circulado en las épocas de bonanza y que ahora parece haberse desvanecido? La mayor parte está, lisa y llanamente, en paraísos fiscales, donde no tributa. El próximo miércoles día 22 se reúne el Consejo Europeo y en el orden del día figura un tema y una cifra: “Evasión fiscal en la Unión Europea en 2011” y “864.000 millones de euros”. Esas son las cifras, aproximadamente el 20% del PIB de los 27 miembros de la Unión, que maneja la Comisión.

 La cifra permite llegar a una conclusión rápida: la evasión fiscal no puede ser solamente problema de unos cuantos países fulleros del Sur. Imposible llegar a esa enorme cantidad. El informe que ha elaborado el experto Richard Murphy para el Parlamento Europeo confirma la sospecha. Bélgica tiene un porcentaje de economía sumergida de un tamaño muy parecido al español: el 21,9% frente al 22,5%. El fisco belga perdió en 2011 unos 33.600 millones de euros, y el fisco español, unos 72.700.

Italia, Grecia y algunos países del Este rondan el 27% de economía sumergida, pero tampoco se puede decir que Francia logre combatir muy eficazmente la plaga: su economía sumergida se calcula en un 15% de su PIB. Eso sí, puede vanagloriarse de estar un poquito mejor que la mismísima Alemania, donde ronda el 16%. La media europea, para vergüenza de toda la Unión, supera ligeramente el 22%.

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La Comisión Europea sabe cuánto y dónde está el dinero que nos falta: en los paraísos fiscales donde no tributa

Las economías más fuertes, Francia, Alemania, Holanda, son las que tienen menos evasión fiscal, pero aun así se puede decir que Alemania, por ejemplo, pierde en la economía sumergida una cantidad equivalente al 80% de todo lo que gasta en un año en sanidad. Mientras los Gobiernos controlaron más o menos el número de empresas que recurrían a esos paraísos fiscales para determinadas operaciones financieras, nadie se escandalizó, sino que de alguna manera pareció aceptarse un determinado volumen de fraude a cambio de puestos de trabajo y crecimiento. Pero en las últimas décadas, esos mecanismos corruptos fueron extendiéndose hasta alcanzar proporciones incontrolables, precisamente cuando Europa entraba en recesión y los Estados necesitaban más dinero para sanear sus deudas.

No hace falta ser un experto para darse cuenta de que un volumen de evasión fiscal tan formidable no se debe a ciudadanos corruptos, sino a mecanismos corruptos, instrumentos de control fiscal corrompidos y llenos de agujeros, por donde el dinero se escapa sin tributar. “Gran parte de esta ingente fuga de capitales proviene de prácticas de las corporaciones multinacionales consistentes en deslocalizar un porcentaje importante de sus beneficios hacia filiales emplazadas en territorios de nula o baja fiscalidad”, explica el último análisis publicado por la Fundación Alternativas.

Por eso sería tan importante que el próximo Consejo Europeo no solo apruebe la propuesta de la Comisión para mejorar las directivas europeas contra el fraude fiscal, sino que las corrija para que no solo afecten a cuentas corrientes y depósitos de personas físicas que han sacado el dinero de su país para no tributar, sino que se aplique “a todo tipo de personas jurídicas y trust [fideicomisos], a todas las fuentes de ingreso y a todo tipo de productos financieros”.

El fraude se debe a mecanismo corruptos e instrumentos de control fiscal corrompidos

Solo mediante el intercambio automático de toda esa información será posible atajar mecanismos brutales de estafa, que se han ido ampliando día a día y que seguirán robando el dinero que debería ir al tesoro de todos los países de la UE.

Los ciudadanos deberíamos estar muy atentos para evitar que mientras nos hablan de austeridad y sacrificios, se sigan prolongando “regímenes transitorios excepcionales”, es decir, retrasos en las obligaciones de proporcionar toda esa información fiscal de manera automática, sin necesidad de que la reclame un juez para un caso concreto, como los que se han acordado para Austria y Luxemburgo.

Tan poca paciencia con los ciudadanos honrados y tanta para los mecanismos podridos.

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