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Tribuna
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Una oportunidad para reinventar el mundo

El viaje del presidente Obama entre los próximos días 2 y 4 de mayo a México y Costa Rica constituye su primera visita regional desde que atendiera la Cumbre de las Américas en Cartagena, Colombia, en abril de 2012. La agenda de este viaje comprenderá varios temas, desde el comercio a la energía y la seguridad.

Con la reforma del sistema de inmigración que aguarda en el Congreso como trasfondo de esta visita, el viaje es una oportunidad para que el presidente impulse este tema en países desde los que provienen la mayoría de los inmigrantes a Estados Unidos. Pero como sugieren varios miembros de la Administración, esta es también la ocasión de lanzar esfuerzos más amplios para reforzar los lazos con las Américas. La agenda de este viaje ya es un paso adelante al ir más allá de temas como el narcotráfico, que ha dominado la relación entre estos países a lo largo de la historia. Pero esa agenda también debe recoger temas que cada vez acaparan más atención en todo el mundo.

El poder de Estados Unidos sigue siendo imperante en el mundo, pero la emergencia de nuevas economías hace que esa influencia ya no sea definitiva. Si EE UU quiere lograr sus ambiciones en política exterior, debe reconocer la necesidad de tener aliados que son capaces, compatibles y relevantes en el contexto global actual. Aunque parece que el viaje del presidente reconoce ampliamente esta nueva realidad, su temática debe admitir las tendencias que han surgido en el continente desde que el presidente Obama tomó posesión del cargo en enero de 2009.

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En concreto, una visita exitosa respondería a dos realidades que son esenciales la relación con países de América Latina:

Los crecientes lazos entre Asia y América Latina. El anuncio reciente por parte del Gobierno chino con respecto a la ralentización de su crecimiento en el primer trimestre de 2013 ha alarmado a los líderes del contienente más que en ningún otro lugar (aún así, todavía se espera que el crecimiento de China alcance el 8% en 2013). La demanda china de productos latinoamericanos, desde el cobre de Chile hasta las semillas de soja de Brasil, han ayudado a gran parte de la región a minimizar los efectos de la recesión global de 2008 y 2009, y ha ayudado a muchos a continuar creciendo a pesar de las expectativas internacionales. Incluso México, que todavía exporta cerca del 75% de sus bienes a EE UU, mira a los mercados asiáticos, como ya demostró el reciente viaje de su presidente, Enrique Peña Nieto, a la región. Hubo un tiempo en que las pobres expectativas económicas de EE UU eran recibidas con preocupación en América Latina. Hoy parece que son recibidas con indiferencia.

Gran parte de la región avanza más allá de su fijación en China, mirando a las economías del sur de Asia, Corea del Sur y Japón para contribuir a sus economías doméstica. Hace tiempo que Chile lidera esta tendencia, con la firma de numerosos acuerdos de libre comercio con economías asiáticas. Así como Colombia, que acaba de firmar un nuevo pacto con Corea del Sur. Chile, Perú, Colombia y México forman la nueva “Alianza del Pacífico”, un bloque regional de libre comercio con la ambición de aumentar los lazos comerciales con el dinamismo económico de Asia-Pacífico.

La necesidad de un acuerdo de libre comercio entre NAFTA y la Unión Europea. Un potencial acuerdo comercial entre EE UU y la UE, también conocido como el Pacto de Inversión y Comercio Transatlántico (TTIP, por sus siglas en inglés) ha ilusionado a líderes políticos de ambos lados del Atlántico, quienes consideran que puede impulsar el crecimiento en EE UU, la UE y entre las economías latinoamericanas que mantienen acuerdos con EE UU. Éste debería perseguir el acuerdo, pero lo más sabio sería ampliarlo para incluir a sus socios de NAFTA en las negociaciones, una postura que apoya el Gobierno mexicano. Un acuerdo entre los dos bloques comerciales más grandes del mundo crearía numerosas oportunidades comerciales entre las naciones implicadas.

Hay excepciones, pero las expectativas para las relaciones con países latinoamericanos en general han mejorado. Hemos continuado las alianzas en comercio y seguridad y caminamos hacia el aumento de las oportunidades para que la región sea independiente en materia energética. Pero los gobiernos recientes han fracasado a la hora de relacionar estas iniciativas con un marco contemporáneo que explique la perspectiva de EE UU hacia América Latina. La Administración Obama puede creer que tiene una política sostenible hacia la región. Sin embargo, esta política no es lo que los locales creen que es, sino lo que parece desde el exterior. El viaje del presidente Obama representa la oportunidad de crear una nueva narrativa... y reinventar el mundo una vez más.

Carl Meacham es director del Programa de las Américas en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).

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