“¡Dejad a Mandela en paz!”
Los sudafricanos protestan en las redes sociales tras la emisión en televisión de unas imágenes que muestran a un expresidente viejo y desorientado
“¡Dejad a Mandela en paz!”. Con esta frase, repetida hasta la saciedad, los internautas han censurado en las redes sociales las imágenes de un Nelson Mandela con signos de demencia y desorientado. Hacía un año que no se veía al viejo expresidente sudafricano, pero el lunes recibió en su domicilio de Johannesburgo la visita de la cúpula del ANC, el partido político en el que ha militado toda su vida, con el presidente sudafricano, Jacob Zuma, a la cabeza. La comitiva se hizo acompañar de un equipo de la televisión pública que dejó constancia gráfica. Las imágenes se emitieron en prime time y, si el Gobierno esperaba convencer con ellas de que Mandela está en “buena forma”, se le han vuelto en contra. Twitter tardó un suspiro en arder con comentarios que criticaban la exposición barata de un hombre viejo, que parecía no enterarse de qué ni quién estaba a su alrededor en el salón de su casa.
Durante los apenas 20 segundos que dura el vídeo, Mandela aparece vestido con una de sus coloridas camisas, sentado en una butaca y tapado con una manta blanca. No interactúa con nadie, no sonríe ni se inmuta ante las bromas de los políticos con su mujer y sus médicos y cierra los ojos cuando el fotógrafo dispara el flash de su cámara. En la grabación de un año antes, también en un acto del ANC, Mandela muestra un poco más de movilidad y empatía.
A pesar del impacto de las imágenes, Zuma ha explicado satisfecho que Madiba, como se le conoce a Mandela en Sudáfrica, está “mejorando y en buena forma”, y asegura que ha dado la manos a los visitantes, sonreído y mantenido una conversación animada. Nada que ver con lo que los telespectadores han visto por televisión.
En los dos últimos años, Mandela ha estado en el hospital cinco veces, las tres últimas en lo que va de 2013. A cada ingreso se encienden las alarmas, la prensa local e internacional se moviliza y el Gobierno sudafricano mantiene tal secretismo que siempre acaba por generar rumores y sensaciones de que Madiba está en las últimas. Zuma no se cansa de pedir respeto a la intimidad de la familia Mandela y critica, por ejemplo, que en el domicilio del expresidente los periodistas hagan guardias eternas para captar algún movimiento. Como respuesta a las críticas unánimes del mal uso de la imagen de un símbolo, ANC asegura que “el mundo necesitaba ver que Mandela está bien” y justifica la visita por la africana costumbre de “respetar a los ancianos y tomarse el tiempo para acompañarlos”. Nada han dicho de por qué llamaron a las cámaras de televisión como testigo.
“Tanto criticar a los periodistas de atacar su intimidad y ahora enseñan a Mandela enfermo y ausente”, critica un tuitero en los hashtag #mandela y #madiba, que en las últimas horas han sido trending topic en Sudáfrica. La rabia y la vergüenza ajena por “mostrar a Madiba como a un animal en el zoo”, según escribe otro internauta, se mezclaban con la indignación de que Zuma hable de una supuesta buena salud del expresidente. Mandela cumplirá los 95 años el próximo 18 de julio y, aunque su familia prepara ya grandes celebraciones en Mónaco, Londres y Pretoria, su estado no deja de dar sustos. El último lo tuvo en el hospital nueve días por una neumonía resistente que padece. Tuits como “Mandela no está en forma, que no nos mientan” o “pobre Mandela, ninguna persona mayor merece lo que le están haciendo”, resumen el pesar de los internautas.
Mientras, la familia Mandela sigue en un primer plano que escandaliza a una sociedad que tiene en alta estima al expresidente. Según publica el diario Beeld, sus hijos y nietos son propietarios de 110 compañías, como inmobiliarias, mineras, de salud, de ingeniería y una firma de ropa. En cambio, el expresidente apenas cuenta con propiedades de valor registradas a su nombre. Con Nelson Mandela completamente apartado de la vida pública, la familia se halla en medio de una batalla judicial para controlar los derechos que genera el uso de su nombre. Solo por usar sus huellas digitales cobran un millón de euros.
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