El Celler de Can Roca, la leyenda continúa
Esta vez la gala, a pesar de que España había vuelto a asumir el liderazgo, me resultó más rutinaria que nunca. Sin embargo, las horas previas tuvieron su miga. Después de la exitosa presentación de la opera Somni (música, realidad virtual y gastronomía) que los Roca había realizado en el Mandarin Oriental, habíamos quedado para comer en el Club George.
Estábamos esperando cuando se presentó Alex Atala, algo inquieto pero tan risueño como de costumbre. Le preguntamos si creía que se iban a cumplir los rumores que le daban como ganador y nos contestó que el restaurante bueno no era el suyo sino el de los Roca, el único perfecto.
En la mesa tuve a mi derecha a Andoni Aduriz. Enfrente a Joan Roca y Quique Dacosta. Algo más allá a Juan Mari Arzak. A mi izquierda Bittor Arguinzoniz y Agustí Peris, en otro tiempo el gran sumiller de El Bulli. El nerviosismo se mascaba en el ambiente. El más afectado Andoni. Mediado el almuerzo se presentó Gastón Acurio, que nos comentó sus proyectos en Londres. Y luego, Albert Adrià, que con su Tickets figura este año en la lista en el puesto 77.
Después del segundo plato Joan Roca recibió una llamada misteriosa. Mantuvo el tipo pero se le mudó la cara. “Me tengo que marchar” nos dijo, y salió con Ana su mujer de forma discreta. Le acababan de comunicar la noticia pero le pedían hermetismo absoluto.
Quince minutos después nos enteramos del orden de los 10 primeros. Lo celebramos con aplausos.
Enseguida nos informaron del resto con el compromiso de mantener el embargo de la noticia hasta la entrega oficial de premios. No sirvió de nada porque en España circuló al poco tiempo. Tanto que a las 18,00h me llamó Andrea Tumbarello (Don Giovanni) desde Madrid para decirme que habían ganado los Roca. Le di las gracias y le contesté con una verdad / mentira: “He comido con Joan Roca pero todavía no sé de nada”.
Lo de siempre salvo que en esta ocasión la opinión es unánime: ha ganado el mejor y España vuelve a recuperar el liderazgo. Tres cocineros entre los 8 primeros y 5 entre los 50 es un balance importante. A partir de ahí todo es discutible porque la lista chirría como todos los años. Alguien me dijo que no comprendía cómo no estaban ni Dani García ni Josean Alija. Le contesté que estaba de acuerdo y que tampoco entendía la ausencia de David Muñoz que representa lo más caliente de las tendencias actuales. Ni es comprensible que Martín Berasategui, uno de los mejores europeos, no figure entre los 10 primeros.
Las preguntas serían infinitas. ¿Es lógico que no haya ningún restaurante francés entre los 10 primeros? ¿Es mejor Massimo Botura que Paolo Lopriore o Pino Cutaia? ¿Tiene sentido que el inglés Heston Blumental que estuvo en la cumbre con The Fat Duck, ahora ocupe el puesto 33 y siga bajando? ¿Y que Gran Achat, que se daba como ganador absoluto hace dos años ahora haya caído al puesto 15?
La lista es cruel, demoledora y efímera y acumula ausencias escandalosas. Nadie discute que beneficia a España y aumentará el turismo gastronómico. Los medios de comunicación anglosajones se encargarán de hacer su trabajo.
Dos puntualizaciones. Con el irresistible ascenso de los cocineros latinoamericanos -- Gaston Acurio, Enrique Olvera, Virgilio (Central) -- se puede afirmar que el 20% de los situados entre los 50 primeros hablan español.
Cuando le preguntamos a Joan Roca si se sentía satisfecho nos contestó afablemente: “Estoy feliz por lo que representa para la cocina española. Necesitábamos un nuevo golpe de autoestima. Si el mundo nos mira ahora a nosotros también va a fijarse en los cocineros y restaurantes españoles que se esfuerzan a diario en su trabajo”
Grande Joan Roca.
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