Arquitectos alienígenas (Congreso Arquine en México D.F.)
Vaya por delante la crítica a las generalizaciones antes de empezar a generalizar. Es cierto que son muchos los arquitectos y arquitectas que han hecho autocrítica. También que un arquitecto de hoy tiene muy poco que ver con un señor con pajarita vestido de negro. Y también que la mayoría de la profesión ha expresado su deseo de conectar con la sociedad, y ha tratado, está tratando, de poner los medios para conseguirlo. Sin embargo, la sociedad todavía parece darle la espalda a la arquitectura y, sin embargo, aplaude los monumentos. ¿Por qué será? ¿Se imaginan un colectivo, por ejemplo el de los relojeros, que decidiera hablar de un término como el tiempo asumiendo que su profesión daba para tratarlo en toda su amplitud y no solo en la dimensión de su medida?
Algo así ha sucedido en la endogamia arquitectónica. De ahí que paguen justos por pecadores. Siempre es mucho más ruidoso el mal que el bien y no digamos que la normalidad. Aunque sea esa normalidad en la relación entre arquitectura y sociedad lo que muchos proyectistas, estudiantes y profesores están buscando.
Delgado incomoda. Ese es su gran valor. Hablando justo después del alcalde de D.F, que inauguró el vigesimocuarto Congreso Arquine proponiendo dar cancha a los arquitectos jóvenes -“haremos una maqueta de la ciudad”-, el antropólogo aseguró que el tan alabado espacio público es poco más que una falacia. “¿Público para quién? Siempre me pregunto si tendré una pinta suficientemente respetable para que me dejen usar el espacio público. Se refería, naturalmente, al espacio donde están los que no tienen a dónde ir que tanto afean los parques, los escaparates y las estaciones de… el espacio público.
La de Delgado fue la primera ponencia. Luego llegó Yoshiharu Tsukamoto (Atelier Bow-Wow) explicando un encargo que tenía mucho que ver con acercarse a la sociedad y muy poco con la locura. Tampoco era un chiste: una jubilada japonesa le había encargado una casa sencilla para vivir con un pony. Por su parte, Saskia Sassen habló del espacio “complejo pero incompleto” que son las ciudades. Y de las fuerzas desurbanizadoras que convierten en inestable la idea de ciudad. Sassen habló de la compra y venta de campos de cultivo en el mundo. Y de la consecuente homogenización de las cosechas, migraciones y pérdidas culturales y de conocimientos. Por no hablar de las vidas humanas. Finalmente llegó Peter Greenaway, que se llevó los mayores aplausos por una conferencia en la que hablaba de sus películas mientras ocupaba todo el espacio del escenario.
La variedad de los discursos de los ponentes del Congreso Arquine es un seguro contra la endogamia, un paso para acercarse a la sociedad. La valentía de algunas exposiciones es más que un paso. Que algunos de los análisis más sugerentes sobre ciudad, territorio o arquitectura (espacio) provengan de profesionales no arquitectos es la prueba de que las informaciones, a vista de pájaro, es decir, desde un contexto más amplio, se pueden entender desde los cimientos. Y con su circunstancia.
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