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Lucha por la huella de Nelson Mandela

Los herederos de Madiba se pelean por la imagen dactilar de su patriarca que genera un millón de beneficios

Nelson Mandela y su nieto Mandla, en el cementerio de la familia en Qunu, Ciudad del Cabo.
Nelson Mandela y su nieto Mandla, en el cementerio de la familia en Qunu, Ciudad del Cabo.GETTY IMAGES

Mientras Nelson Mandela se recupera en su casa de Johanesburgo de su última neumonía y medio mundo reza por su salud, se abre la lucha por quién gestionará los derechos millonarios de su figura. Algunos de sus herederos se han enzarzado en una batalla legal para controlar dos compañías que el abogado del primer presidente negro de Sudáfrica montó en beneficio de la familia directa. Las dos empresas, Harmonieux Investment Holdings y Magnifique Investment Holdings, se encargan de comercializar las huellas digitales de colores del viejo exmandatario y dan unos beneficios anuales de un millón de euros.

No es la primera vez que se crean tensiones alrededor de Mandela, que dispone de una fundación con su nombre que promueve sus valores y vela por su nombre. En juego están los millones que genera la figura del expresidente, que el 18 de julio cumplirá 95 años y ya ha pasado tres veces por el hospital en lo que va de 2013.

Makazine y Zenani, hijas de sus dos primeros matrimonios, han llevado el caso a los tribunales porque quieren expulsar de la dirección de estas empresas a tres viejos amigos del expresidente y compañeros de lucha contra el régimen racista del apartheid, George Bizos, Tokyo Sexwale y Bally Chunue. En una declaración jurada, aseguran que no existe ningún documento que acredite que Mandela los nombró en el cargo e incluso acusan a Chunue de ir al registro mercantil y autodesignarse en 2005 y a Bizos de apoyar esta “conducta ilegal” y de aceptar a su vez el “falso” cargo de director. Las hermanas decidieron ir a juicio, dicen, al no recibir ninguna respuesta tras “invitar” a los tres hombres a su “rescindir el contrato”.

El líder sudafricano se recupera ya en casa de la fuerte neumonía que sufrió hace unas semanas. Solo en 2013, ya ha estado tres veces ingresado en el hospital.

Por su parte, los tres denunciados han mostrado su máxima sorpresa por la jugada. Son tres personajes muy conocidos en Sudáfrica y vinculados directamente con la historia personal del expresidente. “No somos secuestradores ni secuestramos cosas. Estamos seguros de que Mandela nos nombró hace cinco años”, declara Bizos, que en 1964 defendió a Mandela en el famoso juicio de Rivonia y que condenó al entonces activista del ilegal ANC a cumplir cadena perpetua en la prisión de Robben Island. Los otros encausados son el también abogado especializado en derechos humanos Bally Chunue y el actual ministro de Asentamientos Humanos, Tokyo Sexwale, que coincidió con Mandela en la cárcel.

Bizos tiene claro que detrás de la demanda judicial solo hay la voluntad de las hermanas de hacerse con los suculentos beneficios que dan todo lo que rodea a Mandela. “Quieren poner sus manos en el dinero”, se ha despachado este octogenario abogado aún en activo quien asegura que fue Mandela quien le pidió personalmente que se incorporar a la junta.

Lo cierto es que los Mandela no son una piña en este asunto. Se ha opuesto públicamente un nieto, Nkosi Zwelivelile Mandela, conocido como Mandla Mandela, figura controvertida y relevante porque ostenta la jefatura tradicional del clan en Mvezo, el pueblo natal de la familia, en la región Eastern West. Nkosi se ha desmarcado de sus tías asegurando que nunca ha participado en ninguna reunión familiar en que se haya decidido denunciar a los camaradas del abuelo.

La mala fama precede a este nieto, que no se salva de la polémica y ha llevado el apellido familiar a las portadas de los diarios locales por razones poco filantrópicas. Le han señalado de cobrar en 2008 de la televisión pública casi 300.000 euros por los derechos del funeral del abuelo y aprovecharse de su nombre en la construcción del Museo Mandela en Mvezo. Casado con una mujer de Isla Reunión, repudió al hijo de 11 meses que tuvo durante el matrimonio cuando conoció que su esposa había mantenido una relación adúltera precisamente con el menor de los Mandela.

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