El bastón tendrá que esperar
Lo que nos sucede ahora a muchos pensionistas es algo que antaño, en activo, ni nos lo imaginábamos. El mero hecho de comprar un bastón nos supone un gasto suntuoso, algo para lo que tenemos que programar nuestros escasos ingresos. Preferimos andar “racaneando” en nuestras necesidades y apoyar las economías de los nuestros. Toda ayuda es poca y los gastos de nuestras familias crecen. En otros tiempos adquirieron obligaciones de pago, lo cual nos pareció loable dadas las circunstancias de aquellos momentos. Fuimos muchos los que los animamos. Ahora, que espere el bastón.— José Balsa Pena.
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