¿Por qué Apple tuvo pérdidas en España?
Esta entrada ha sido escrita por nuestro colaborador habitual Alex Prats (@alexpratstweets).
En 2012, las ventas de las tiendas de Apple en España crecieron un 86%. Sin embargo, la filial de Apple declaró pérdidas de 22 millones de euros. Parte de la explicación se debe a que la diferencia entre el precio al que las tiendas españolas venden sus productos y lo que pagan por ellos a las filiales de Apple irlandesas es tan baja que no le permite siquiera absorber los costes de los alquileres y del personal de sus tiendas.
¿Qué consigue con ello Apple? Es simple: reducir sus beneficios en España y aumentarlos en Irlanda, donde los impuestos a pagar sobre el beneficio de las empresas es del 12,5%, muy inferior a lo que debería pagar en España.
El problema de fondo radica en que el sistema tributario actual asume que las distintas empresas que forman una multinacional operan de forma independiente, por lo que, cuando compran y venden productos y servicios entre ellas, lo hacen a los mismos precios que empresas que no tienen ninguna relación entre sí. La misma OECD lo explica muy bien en un importante informe publicado en febrero.
¿Tiene esto sentido? No lo tiene. Las distintas empresas que forman una multinacional siguen una estrategia global, y dependen de una gerencia centralizada que persigue optimizar su estructura, de forma que logren reducir costes y maximizar beneficios. Esta es una de las razones por las que muchas empresas multinacionales decidieron, por ejemplo, trasladar sus fábricas a China; y es la misma razón por la que muchas de ellas han creado en las últimas décadas empresas fantasma en paraísos fiscales.
¿Cómo se explica sino que en un solo edificio de las Islas Caimán haya registradas más de 12.000 empresas? Como dijo Obama: o es el mayor edificio del mundo o es el mayor timo del mundo. Esas 12.000 empresas son entidades sin fábricas ni empleados hacia las que las empresas logran, aprovechando resquicios legales, desviar los beneficios que logran con sus negocios en otros países. Beneficios por los que apenas pagarán impuestos. Mientras tanto, hay voces que piden una nueva subida del IVA en España.
Los países en vías de desarrollo han sufrido las consecuencias de unas reglas tributarias internacionales ineficaces e injustas durante décadas. Una investigación de la ONG Christian Aid denunció que el gobierno de Zambia podría haber aumentado en un 80% su Producto Interior Bruto (PIB) en 2008 (de US$ 14.300 millones a US$ 25.700) si hubiera recibido por el cobre extraído de sus minas el mismo precio que recibieron intermediarios basados en Suiza.
¿Por qué no lo cobró? Porque la filial de la empresa Glencore que extraía el cobre de Zambia se lo vendía a precios muy bajos a empresas de su mismo grupo en Suiza. Posteriormente, éstas lo revendían a otros países a precios mucho más elevados. ¿Con qué propósito? Concentrar los beneficios en Suiza en lugar de Zambia, y evitar así tener que pagar impuestos. Zambia puso la materia prima y la mano de obra, pero Suiza se llevó la mayor parte del capital y beneficios.
Las tácticas utilizadas por Apple y Glencore no serían posibles si las reglas tributarias internacionales se adaptaran al modo cómo funcionan las empresas multinacionales hoy día. Una propuesta, defendida por varios expertos y ONGs, consiste en que una vez calculados los beneficios totales de la multinacional éstos se asignen a los distintos países donde opera la empresa en función de variables como la cifra de ventas en cada país, los activos o los empleados.
Este método plantearía otros riesgos que no deben ser ignorados, especialmente para los países en vías de desarrollo. Por ejemplo, no sería positivo que una de las variables utilizadas fuera la masa salarial en lugar del número de empleados, pues los salarios en los países pobres tienden a ser más bajos; también se debería analizar cuidadosamente cuál sería la mejor fórmula a aplicar en el caso de aquellas actividades basadas en la extracción de recursos naturales, como por ejemplo, la minería.
No obstante, el método propuesto sería más transparente y conllevaría que las empresas multinacionales pagaran sus impuestos allí donde realizan sus actividades reales, en lugar de hacerlo en paraísos fiscales donde su presencia es muchas veces ficticia. Si las empresas multinacionales pagaran impuestos atendiendo a sus beneficios totales, dejaría automáticamente de ser relevante a qué país los transfieren.
No podemos funcionar en 2013 con reglas que se crearon en los años 30. No podemos hacer que las empresas multinacionales paguen impuestos de acuerdo a un sistema basado en una mentira: que sus subsidiarias operan entre ellas como si fueran independientes. Y no podemos aceptar un sistema que facilita que las empresas no paguen a los gobiernos y ciudadanos de los países en los que operan, sea en España o Zambia, el dinero que les corresponde.
Se necesita un cambio urgente. Cuán largas son las colas en las salas de urgencias de nuestros hospitales depende, entre otras cosas, de que las empresas paguen lo que deben en el lugar adecuado. De eso depende también que más o menos niñas y niños puedan ir a la escuela en Zambia.
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