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Artistas y políticos: un cóctel en ocasiones muy explosivo

Clooney y Berlusconi o Rodman y Kim son solo algunas de las relaciones arriesgadas

Elisabet Sans
Dennis Roadman aplaude junto a Kim Jong-un y su esposa, durante la visita del jugador a Corea del Norte en febrero.
Dennis Roadman aplaude junto a Kim Jong-un y su esposa, durante la visita del jugador a Corea del Norte en febrero.AFP

¿Qué es lo bueno de la fama? Muchos contestan con la recurrente frase: ayudar a quien lo necesita. Y para ello apoyan iniciativas o se posicionan al lado de quienes las llevan a cabo. Pero no todos se codean con los políticos más adecuados, al menos a ojos de una gran parte del mundo.

A finales de febrero, apenas dos semanas después de que el régimen de Pyongyang pusiera nervioso al planeta con la tercera prueba nuclear de su historia, el exjugador de la NBA Dennis Rodman viajaba a Corea del Norte para ver un partido de baloncesto junto a Kim Jong-un. De él dijo: “Es como su abuelo y su padre, que fueron grandes líderes”, obviando que ambos dirigieron el país con puño de hierro y vulnerando los derechos humanos. Pocos días después de este encuentro estrambótico, la muerte de Hugo Chávez hacía hablar a Sean Penn y Oliver Stone sobre su amistad con el polémico dirigente venezolano. El 13 de marzo, Steven Seagal paseaba por una escuela de artes marciales acompañado de Vladímir Putin, quien presentaba un nuevo programa de educación física para jóvenes rusos inspirado en la época de Stalin. ¿Amistades arriesgadas?

Si hay un actor que ha llegado a molestar a sus compatriotas estadounidenses —e incluso a más de una Administración— por sus amigos y declaraciones, ese es Sean Penn. Es de sobra conocida su relación con Fidel Castro, a quien le dijo en una de sus visitas a Cuba que quería educar a sus hijos como “socialistas revolucionarios”. Sus críticas al “colonialismo británico” en las islas Malvinas durante una visita a Argentina como embajador itinerante para Haití, en febrero del año pasado, le valieron las reprimendas de la prensa de medio mundo. Palabras que Penn luego matizó en The Guardian, en un artículo en el que criticaba la diplomacia de Reino Unido por su falta de voluntad para resolver el conflicto.

“Hoy el pueblo de Estados Unidos ha perdido un amigo que nunca supo que tenía” decía el oscarizado actor en un comunicado tras conocer la muerte de Chávez el 5 de marzo. Luego se le vería en el entierro, esta vez en silencio. Venezuela creó la Villa del Cine en 2006 para hacer frente a lo que el comprometido mandatario llamaba la “dictadura de Hollywood”, pero justo ese proyecto llevó al país a estrellas del celuloide como Kevin Spacey, Tim Robbins, Oliver Stone (director del documental South of the border en el que ensalzaba la gestión bolivariana) o Danny Glover (quien participó en una película sobre la vida del revolucionario Francisco de Miranda).

Relaciones un tanto comprometidas que en ocasiones pueden llevar a uno ante un tribunal. Bien lo sabe George Clooney. En 2011 Silvio Berlusconi le llamó como testigo de su defensa en el juicio que debe determinar si el ex primer ministro italiano participó en la prostitución de menores. Y todo porque dos años antes el actor estuvo presente en una de las conocidas fiestas del bunga bunga. Aunque la descripción de la velada del actor, “una de las más impresionantes de mi vida”, da lugar a muchas interpretaciones. Clooney aseguró que solo hablaron de política internacional. Al juicio no acudió. Ahora Clooney se codea con Obama, para quien recaudó más de 15 millones en su campaña de reelección.

Un poco más complicado fue para Naomi Campbell, ya que aceptar regalos sin saber su procedencia —algo que asegura que le pasa con frecuencia— la sentó como testimonio en el banquillo del Tribunal Especial de la ONU para Sierra Leona. Lo que la top consideró en su momento “pequeñas piedras sucias” eran diamantes de sangre regalados por el señor de la guerra Charles Taylor, condenado por La Haya en mayo a 50 años de cárcel por crímenes de guerra y contra la humanidad.

Compañía nada recomendable también compartieron Hilary Swank y Jean Claude Van Damme. La actriz pidió perdón tras el escándalo surgido en octubre de 2011 por su presencia en la celebración de los 35 años de Ramzán Kadírov. “La pasión del Gobierno checheno para crear la paz y hacer algo hermoso me emociona”, dijo entonces. Estaba claro que no sabía que enfrente tenía a un hombre acusado por varias ONG de violaciones de los derechos humanos. Van Damme (íntimo amigo de Putin) no reaccionó ante la polémica. Tampoco lo ha hecho Gérard Depardieu, a quien hace poco se le vio bailando con Kadírov, que le regaló un piso al actor (ya ruso) y le otorgó el título de ciudadano honorífico de Chechenia.

La familia Gadafi ha sido la pesadilla de los cantantes. Nelly Furtado anunció en Twitter que iba a donar el millón de dólares que cobró por actuar ante el entorno del dictador cuatro años después. ¿Por qué cuatro años después? Precisamente cuando Wikileaks desveló en 2011 que otras estrellas como Mariah Carey, Usher o Beyoncé ingresaron millones por conciertos para la familia del fallecido dictador libio. Encuentros que a veces dejan de lado los ideales y simplemente buscan engrosar cuentas corrientes, ya de por sí ostentosas.

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Sobre la firma

Elisabet Sans
Responsable del suplemento El Viajero, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en secciones como El País Semanal, el suplemento Revista Sábado y en Gente y Estilo. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Ramón Llull de Barcelona y máster de Periodismo EL PAÍS.

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