Mamitas positivas
Este post ha sido escrito por Alejandro Matos, director de Oxfam Colombia.
Foto de Irati Lafragua
“Dígale a mi mamá que yo estoy llegando la noche del domingo pero que no me vaya a castigar porque me fui sin permiso”. Estas fueron las últimas palabras que John Estiven Valencia, de 16 años, le susurró a su hermana a través de un móvil. Pero no regresó el domingo, ni el lunes. Fue asesinado el 8 de febrero de 2008 a las 15:30 horas en Ocaña, Norte de Santander, Colombia, por el Ejército colombiano y presentado como guerrillero dado de baja en combate. El Chivito, como lo llamaban en casa, es una de las 4.716 víctimas de ejecuciones extrajudiciales denunciadas en la Fiscalía colombiana.
Este crimen, conocido en Colombia como falsos positivos, es una de las más masivas violaciones de derechos humanos que se ha dado en el mundo en los últimos tiempos. “Nos dicen que con nuestras denuncias degradamos al Ejército colombiano. Pero ellos se degradaron solitos”, dice una de la mamás de Soacha. Y no le falta razón. Los jóvenes fueron engañados con falsas promesas por reclutadores que los llevaron lejos de sus hogares y los vendían a miembros del Ejército por 80 euros. Éstos simulaban un combate, los asesinaban en total indefensión, los disfrazaban de guerrilleros, ocultaban su identidad, sus cuerpos eran legalizados por funcionarios forenses, enterrados en fosas comunes como personas no identificadas y, por último, pasaban a engordar las estadísticas oficiales de la lucha contra la ilegalidad.
El expresidente Uribe contribuyó involuntaria pero decisivamente a la organización y lucha de las madres de Soacha. Primero cuando dijo que los muchachos no se habían ido a recoger café, dando a entender que se habían ido a delinquir. Y luego, cuando intentó acallar a las madres poniéndole precio en forma de indemnización a cada falso positivo. Una mamá le respondió: “Nuestros hijos no son mercancía.” Ambas actitudes mostraban la torpe violencia del clasismo que considera que los pobres tienden naturalmente a la delincuencia y que como no tienen dinero tampoco tienen dignidad y se puede comprar su silencio. El expresidente olvidó que esos muchachos tenían madres.
El premio “Constructoras de Paz” que el Instituto Catalán Internacional por la Paz entrega a cinco de las mamás de Soacha en ceremonia solemne del Parlamento catalán es un reconcomiendo a la lucha honesta y heroica de las madres. Este premio es una señal internacional al Estado colombiano y a las Farc que actualmente buscan una salida negociada al conflicto armado. Es un premio que advierte a las partes sentadas en Cuba que la paz ha de ser con justicia. Que no se puede construir una democracia basada en el olvido de los derechos. Y que si ellos no se acuerdan, las madres se lo recordarán.
Mientras esperan verdad y justicia, las familias resisten, insisten y persisten.
Nota de los esditories del blog:
Este vídeo es de una canción compuesta por el hermano deJohn Estiven Valencia sobre la desaparición de su hermano. No dejen de escuchar la letra, es emocionante.
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