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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Senegal, los centinelas de la democracia

Autores invitados: Antoni Castel y Carlos Bajo Erro

El texto que sigue es el capítulo tres del libro Redes sociales para el cambio en África que ganó el IV Premio de Ensayo Casa África. Su título es Senegal, los centinelas de la democracia y está editado por Catarata

Cheikh Fall, uno de los más activos, creativos y carismáticos ciberactivistas de Senegal, tituló la pri­mera entrada que realizó en su blog después de las elecciones presidenciales de 2012: “#SUNU2012: la ‘soft revolution’ senegalesa definitivamente conse­guida”. Una apelación a un sugerente concepto que, por un lado, hace referencia a una revolución pau­sada, pacífica, tranquila, casi fluida, más próxima a la continuidad de la evolución que a la ruptura de la revolución. Por otro lado, remite a los métodos empleados, redes sociales, web 2.0 y herramientas informáticas, en general, con esa reminiscencia al software.

Durante las elecciones presidenciales de Senegal, un grupo social vehiculó su oposición al régimen de Abdoulaye Wade, al que se acusaba de intentar secuestrar la democracia, a través de estas herra­mientas digitales emergentes. La premisa de esta contestación era que el pueblo senegalés desaprobaba lo que se consideraba una deriva hacia la monarquía republicana de Wade y que, por tanto, el cumplimiento de las normas democráticas daría como resultado la expresión sincera de esa oposi­ción. El temor era que esas normas fuesen puentea­das por los manejos del poder y que se produjese un fraude electoral para lograr la reelección de Wade.

Senegal cuenta con una de las mejores infraes­tructuras de telecomunicaciones de África Occidental, por lo que se han desplegado las potenciali­dades de las redes sociales. De pronto, una serie de factores han confluido para que las elecciones pre­sidenciales de 2012 hayan sido las primeras de África Occidental en las que las herramientas vir­tuales han desempeñado un papel importante como instrumento de movilización social, de participa­ción y de expresión. Así, los ciberactivistas senega­leses han sido pioneros en muchos aspectos, pero también probetas de laboratorio; exploradores de un terreno, si no virgen, sí poco caminado, y, al mismo tiempo, conejillos de Indias. De alguna manera han tenido que aprender sobre la marcha, a la vez que, como se verá en la explicación de otros casos, eran observados por sus vecinos.

El contexto político y social

En Senegal, las elecciones presidenciales de 2012 se presentaron como un reto para la ciudadanía, un auténtico desafío para demostrar la madurez demo­crática de una sociedad a la que le agrada presentarse como la excepción de África Occidental por su histo­ria limpia de golpes de Estado o grandes turbulencias políticas desde la independencia de Francia, en 1960. El ámbito social y el político a menudo se entrelazan y se confunden, sobre todo, si el prisma de análisis es el de la participación y el ejercicio (léase la responsa­bilidad) de los derechos democráticos.

En el ocaso del mandato del presidente Abdoulaye Wade, su régimen fue puesto en entredicho en la calle, más allá de los despachos políticos. Las últimas decisiones del maître Wade, llamado popularmente le Vieux por su avanzada edad (más de 80 años), despertaron la conciencia de un impor­tante sector social. En junio de 2011, con el horizon­te próximo de las elecciones presidenciales, Wade presentó un proyecto de reforma constitucional. La propuesta de modificación fue leída como un inten­to de recortar la soberanía del pueblo en lo que se consideró una deriva monárquica dentro del sistema republicano.

Los ciudadanos hablaron en la calle y las protes­tas obligaron a que Wade desistiera para evitar males mayores, a pesar de que contaba con el apoyo de la Asamblea Nacional. Fue un primer ensayo que sir­vió para que unos y otros, Gobierno, oposición y ciudadanos, se tomaran el pulso. Wade dio un paso en falso que puso de manifiesto una cierta debili­dad; la oposición aprovechó el episodio para crista­lizarse en un movimiento unitario encaminado al desgaste, el M23; y la población se hizo consciente de que tenía un deber fundamental de participación y de que tenía algo que decir en el proceso.

El desencadenante definitivo de esta conciencia colectiva fue la presentación de la candidatura de Wade a las elecciones presidenciales que habían de celebrarse entre febrero y marzo de 2012. En un clima de descontento alimentado por el aumento de los precios de los productos básicos y por los escánda­los de desvíos de fondos públicos, Wade “violó” el espíritu de la Constitución que él mismo había refor­mado en 2002 poco después del inicio de su primer mandato. Le Maître Wade había llegado al poder en 2000 como la alternativa a un Gobierno de los socia­listas intocable desde la independencia de Senegal, 40 años antes. Uno de sus primeros movimientos fue habilitar los mecanismos para evitar la tentación de los hombres políticos de perpetuarse en el poder y se limitó a dos los mandatos a los que podía optar un presidente. Diez años después, le Vieux buscaba una reelección en el que sería su tercer mandato.

El 27 de enero de 2012, el Conseil Constitutionnel determinó que la candidatura de Wade era legal­mente aceptable porque el primero de sus mandatos se había iniciado antes de la reforma constitucional. Así, parecía que las pretensiones del presidente no contravenían el texto de la ley, pero para un amplio sector social el espíritu de la Carta Magna iba más allá de la letra impresa y Wade lo estaba traicionan­do con sus pretensiones. Se echaron a la calle, deci­didamente. Las elecciones fueron precedidas de un mes de protestas casi diarias en las que pronto cho­caron la voluntad de mostrar el descontento y el intento del Gobierno de silenciar las quejas prohi­biendo las manifestaciones. Evidentemente, el resultado del enfrentamiento fue la tensión, primero; la crispación, después; y, en último término, algu­nos episodios de violencia.

Este era el primer elemento que daba trascen­dencia a las elecciones, el tira y afloja, el pulso entre Gobierno y ciudadanos. Por otro lado, se presen­taba la posibilidad de consolidar la alternancia y, con ella, la “salud democrática”, ya que la elección de Wade supuso el primer cambio en el partido del poder desde la Independencia. Un nuevo relevo en la presidencia supondría la segunda alternancia.

Por otro lado, con Wade se cerraba un capítulo generacional simbólico. El resto de candidatos no había estado en política durante la etapa colonial, como sí ocurría con le Vieux. De hecho, el que a la postre sería el cuarto presidente de la República de Senegal había nacido ya después de la Independencia.

Finalmente, una conciencia de responsabilidad en la res publica se había reactivado en la sociedad senegalesa. Algo así como el espíritu de las eleccio­nes de 2000, cuando la movilización social y la toma de responsabilidad de los ciudadanos fueron deter­minantes para un cambio de rumbo que se percibía como imperiosamente necesario. No es que esta voluntad de participación estuviese hibernando, pero el sistema institucional da pocas oportunidades para ejercerla, y esta era una de ellas.

El contexto tecnológico

Senegal cuenta con las condiciones más favorables de telecomunicaciones de África Occidental. Técnicamente, la red senegalesa dispone de un ancho de banda que permite exprimir todo el potencial de las herramientas virtuales. Por otro lado, a pesar de la escasa implantación de la banda ancha fija (el ADSL y servicios similares), la cobertura de 3G es amplia y estable. La competitividad de las operadoras de telefonía móvil ha ido abaratando las tarifas, aunque aún no sean accesibles a la totalidad de la población.

Y, finalmente, la coexistencia de diversas redes de distribución de equipamientos hace más fácil el acceso a los equipos, ya sea a través del mercado ordinario, con iniciativas para reducir el coste de importación, las aportaciones de los emigrantes para mejorar la comunicación con sus familias, el mercado de segunda mano y el envío de equipos usados desde países occidentales, o el recurso a la comercialización de productos orientales de bajo coste.

Por otro lado, en lo que se refiere al uso de las herramientas virtuales, los datos de Senegal ofre­cen una perspectiva de mayor implantación que sus vecinos. En diciembre de 2011 contaba práctica­mente con dos millones de usuarios de Internet, lo que suponía una penetración del 15,7 por ciento, una cifra ligeramente superior a la media del conti­nente, situada en la misma fecha en el 13,5 por cien­to. Sin embargo, una visión en perspectiva ofrece además la idea de trayectoria que se proyecta hacia el futuro. En el año 2000, los internautas senegale­ses eran apenas 40.000, es decir, en poco más de una década, la cantidad de usuarios ha aumentado un 5.000 por ciento.

Si el uso de Internet por parte de los ciudadanos como instrumento de movilización y de participación social y política se vehicula, fundamentalmente, a través de las redes sociales y diversas aplicaciones de la web 2.0, se impone observar la situación de la implantación de estas herramientas. Así, Facebook es la red social más popular en Senegal, como en la mayor parte del mundo, además de la página web más visitada en el país. Las cuentas de esta red social ascendían justo antes de las elecciones presidencia­les a cerca de 700.000. Lo que supone una cuota de implantación entre los internautas muy similar a la de la media mundial. Por otro lado, en los seis meses anteriores a las elecciones se habían creado 120.000 perfiles, es decir, el crecimiento se situaba en torno a 20.000 nuevos usuarios de Facebook al mes.

Internet, una nueva vía para participar

Con estas condiciones algunos colectivos senegale­ses tuvieron la misma idea: si las elecciones son determinantes, si la población está ávida de partici­par y si el entorno virtual ofrece posibilidades poderosas y crecientes, es necesario emplear todas las herramientas al alcance de la mano. De este modo, surgieron en paralelo diversas iniciativas con ele­mentos comunes, pero también con características y dinámicas particulares. Los principales puntos de encuentro de estas plataformas eran el horizonte de las elecciones, el objetivo de hacer de los comicios un proceso transparente y el uso de las herramien­tas virtuales para conseguirlo.

De la colaboración entre organizaciones de la sociedad civil (fundamentalmente, ONG senegale­sas), delegaciones locales de organizaciones inter­nacionales y un vivero de empresas orientadas a la innovación tecnológica y la transformación social, surgió la plataforma Sama Baat4 (que en wolof signi­fica “tu voz”). Esta iniciativa tenía fundamental­mente una vocación de denuncia, con el objetivo de que la vigilancia ciudadana y la revelación de posi­bles irregularidades conjurasen las diversas moda­lidades de fraude electoral, desde intimidaciones hasta compra de votos.

La plataforma tenía diversas vertientes. Por un lado, se ofrecían informaciones diversas relacionadas con las propias elecciones como, por ejemplo, una agenda de los hitos de la campaña. Por otro lado, se compartían documentos con los que se intentaba incidir en la sensibilización y la educa­ción cívica de la población focalizada en el proceso electoral. Así, durante los meses previos a los comi­cios la plataforma albergó manuales sobre la retira­da de los carnets de electores que permiten el ejercicio del voto, para diversos grupos sociales, o instrucciones para el proceso que desemboca en la introducción del sufragio en la urna, con todos sus pasos previos. Esta dimensión informativa se completaba con noticias relacionadas con las elec­ciones y con materiales multimedia, fundamental­mente vídeos.

Sin embargo, el elemento más característico de Sama Baat era la incorporación a la web de una apli­cación basada en la plataforma Ushahidi. Esta herramienta, desarrollada a partir de Google Maps, como hemos visto es eminentemente africana y se creó a raíz de las violencias que siguieron a las elec­ciones de 2007 en Kenia. Posteriormente se ha per­feccionado y extendido, de manera que ahora se utiliza en todo el mundo con aplicaciones diferen­tes, habitualmente relacionadas con la toma de res­ponsabilidad de la sociedad civil en procesos de participación cívica.

En el caso de Sama Baat, la plataforma Ushahidi daba como resultado un mapa de Senegal en el que se localizaban geográficamente todas las irregulari­dades relacionadas con el proceso electoral. Sama Baat animaba a los ciudadanos a que hicieran su aportación en forma de denuncias o información a través de diversos canales: un teléfono, un correo electrónico y un formulario en la web. Los ciudada­nos tenían garantizado el anonimato, a través de la solvencia de las organizaciones que impulsaban la iniciativa, pero, a efectos de verificación, se les solicitaban datos personales. El resultado, además de la denuncia en sí misma, era la implicación y la concienciación de los ciudadanos para conseguir unas elecciones con los mínimos sobresaltos y la máxima transparencia.

El caso de Sunu20126 (“nuestro 2012” en wolof) es una muestra paradigmática del dinamismo de la comunidad de internautas. Como ocurre en muchos otros países de África al sur del Sahara, los blogue­ros se han convertido en los principales animadores de las iniciativas ciudadanas en la red. Seguramente, esta situación está relacionada con la confianza de este colectivo en las herramientas virtuales y por su familiaridad con este entorno. En este caso, Sunu2012 fue una iniciativa de la Asociación de Blogueros Senegaleses que dio cobertura a una idea madurada largamente por uno de los ciberactivistas senegale­ses más activos, Cheikh Fall.

En el fondo de la iniciativa, según manifestaba el propio Fall y el resto de miembros del equipo, está la convicción de que las elecciones presidenciales eran una cita importante y que la elección de un presidente debe realizarse con toda la información posible. Por ello, la vocación de la plataforma, más que la denuncia, era la información y el debate. Sunu2012 pretendía ofrecer toda la información dis­ponible de los candidatos. Reservaba a cada uno de los 14 aspirantes un espacio propio en el que se faci­litaban datos de contacto, páginas web, perfiles de Facebook o cuentas de otras redes sociales, además de un lugar que los propios candidatos podían ges­tionar para hacer público su programa e informar sobre sus actos de campaña.

Desde la perspectiva de los impulsores, la oferta de información se complementaba con la interac­ción, como no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta su voluntad de explotación de la web 2.0. De este modo, la plataforma tenía como objetivo facilitar un contacto más directo de los candidatos con los ciudadanos a través de las herramientas virtua­les, tanto para que los electores pudiesen plantear sus dudas a los aspirantes a presidente como para que pudiesen cuestionarles públicamente y obligar­les a matizar, defender o descartar sus propuestas ante la voz de la calle. Como se verá más adelante, los hechos se impusieron y esta última posibilidad de interacción quedó aparcada ante objetivos más inmediatos.

Sama Baat y Sunu2012 aparecen como las dos iniciativas con más trascendencia y más específicamente dedicadas a las elecciones presidenciales senegalesas. Sin embargo, no fueron las únicas webs que aparecieron en la red en los momentos previos a las elecciones. Diversos colectivos e individuos pusieron en marcha propuestas de las más variadas naturalezas, desde simples blogs hasta secciones en medios de comunicación on line. No resultaría pro­ductivo intentar mencionarlas todas, por lo que únicamente citaremos dos. La primera de ellas, únicamente como curiosidad, es Popsenegal, una web que hacía un recuento de los seguidores que tenían los perfiles de Facebook de las personalidades más preeminentes del país. El carácter anecdótico de esta iniciativa se pudo observar a posteriori, cuando se comprobó que la clasificación de popularidad en las redes sociales no tuvo ninguna equivalencia con los resultados de los comicios.

El segundo proyecto comparte algunos de los valores de las dos plataformas principales que se han comentado con anterioridad, pero se trata de una iniciativa privada y tiene voluntad de continui­dad al margen de las elecciones, por lo que no se ha juzgado adecuado colocarlas a la misma altura. Se trata de Car Rapide8, una web-tv, es decir, una página que ofrece fundamentalmente contenidos auiovisuales, en este caso, alojados formalmente en la plataforma Youtube para optimizar recursos. Car Rapide debe su nombre a los vehículos de transporte colectivo que recorren las calles de Dakar y en los que coinciden, según los creadores de la web, sene­galeses de extracciones sociales diversas y que dis­cuten libremente durante el recorrido. Ofrece, por un lado, una recopilación de las emisiones más populares de la televisión senegalesa, orientada en gran medida al consumo de la diáspora; pero tam­bién contenidos propios, en forma de debates ciudadanos o de opiniones de senegaleses de a pie sobre temas de actualidad diversos, desde sexuali­dad hasta política o economía.

Los impulsores de Car Rapide pronto se volca­ron en la cobertura de las elecciones como una herramienta para mantener a los senegaleses de la diáspora informados del panorama mediático del país; pero, también, como un instrumento de expre­sión de los ciudadanos “lambda”, es decir, de los senegaleses anónimos. Así, durante las protestas previas a las elecciones como en la campaña electo­ral y en las jornadas de voto, los esfuerzos de pro­ducción de materiales propios se centraron en las discusiones sobre temas electorales.

Todas las iniciativas que se han mencionado emplearon las redes sociales para aumentar la difu­sión de sus acciones y explotar al máximo las posi­bilidades de interacción de la web 2.0, de tal mane­ra que Sama Baat, Sunu2012 y Car Rapide tenían sus propios perfiles de Facebook, cuentas de Twitter y canales de Youtube. Sin embargo, los impulsores de Sunu2012 pusieron en marcha en Twitter al inicio de las protestas de finales del mes de enero el hashtag #sunu2012 como un intento de confederar todas las iniciativas en la plataforma de microblogging y de servir de referente tanto a aquellos que querían opi­nar sobre el proceso como a los que deseaban informarse.

El éxito de esta etiqueta se evidenció al final del proceso, cuando se pudo comprobar que la utiliza­ban usuarios de todo el mundo (senegaleses en el territorio nacional y en la diáspora y extranjeros interesados por el devenir del país). A estos usua­rios se sumaban algunos medios de comunicación senegaleses (como las televisiones TFM y 2sTV o las webs seneweb.com o xalima.com) e internacionales (desde la cadena catarí Al Jazeera hasta France24), instituciones internacionales (como la Misión de Observadores de la Unión Europea) o periodistas independientes extranjeros.

Este hashtag fue el principal vehículo de uno de los retos más ambiciosos asumidos por los cibe­ractivistas: supervisar y vigilar las jornadas de voto y ofrecer los resultados de los comicios con la mayor celeridad. Para conseguirlo se desplegó una red de colaboradores puntuales voluntarios bajo la denominación e-observateurs. Durante las dos jor­nadas de votaciones, en la primera y la segunda vuelta, el 26 de febrero y el 25 de marzo de 2012, respectivamente, dieron cuenta de las incidencias y de las irregularidades detectadas, denunciándo­las, llamando la atención de los periodistas para usar su presencia como protección de la transpa­rencia, alertando a los electores de posibles situa­ciones de riesgo y animándolos a participar en el proceso. Una vez cerrados los colegios electorales, el hashtag #sunu2012 se convirtió en un improvisa­do hilo de informaciones electorales a través del que los e-observateurs transmitían los resultados de las mesas electorales en las que estaban pre­sentes, en ocasiones acompañados de fotos de las actas para ganar credibilidad. La suma de estos resultados parciales daba una idea fiel y fiable de las tendencias. En el caso de la primera vuelta, los resultados oficiales tardaron casi 15 días en pro­clamarse y fueron prácticamente calcados a los resultados oficiosos que a través de Twitter se habían difundido desde la misma noche del 26 de febrero.

En la segunda vuelta, el instrumento fue fun­damental para que inmediatamente después del cierre de los colegios electorales se hiciese evidente la victoria de Macky Sall sobre Abdoulaye Wade, ale­jando el fantasma del fraude electoral y la tentación de la violencia que podía derivarse de la incerti­dumbre de no conocer los resultados. Apenas tres horas y media después del cierre de los colegios, la derrota de Wade era incuestionable y este telefo­neó a Sall para felicitarle por su victoria. Un gesto que, al mismo tiempo, fue recibido con júbilo en el mismo hilo de Twitter. Esta situación era a la que se refería Cheikh Fall cuando hablaba de la softrevolution.

Las plataformas nacidas en paralelo crecen entrelazadas

Las plataformas de las que se ha hablado comparten rasgos fundamentales. Sin duda, la confianza en las herramientas virtuales como un instrumento de movilización y de participación social y política es el más evidente. Sin embargo, ese deslumbramiento no puede ocultar su nacimiento en la base, ya sea en el ámbito de las ONG y organizaciones locales, en la asociación de blogueros o en un grupo de “amigos”, ciudadanos anónimos, ajenos a los intereses empre­sariales o institucionales y a los de los partidos políticos.

Por otro lado, coinciden en la voluntad de dar voz a los ciudadanos de a pie, empleando estos nue­vos instrumentos. Si bien esta voluntad corre el riesgo de degenerar y convertirse en el altavoz de un grupo social reducido, la progresiva extensión de las TIC y la ampliación de su acceso deberían conjurar ese peligro.

Las plataformas, en su exigencia de participa­ción ciudadana, inciden también en una dinámica colaborativa en la que las aportaciones de todos los ciudadanos tienen, a priori, el mismo peso y ayudan a que cada elector se configure su propia opinión infor­mada. En este caso, el riesgo se esconde en la tutela del proceso, en que los impulsores de las iniciativas vayan adquiriendo un carácter de vanguardia inte­lectual (en este caso, tecnológica), que puedan inten­tar condicionar esta marcha. Sin embargo, la apertura de los canales y la falta de control sobre las herra­mientas complican cualquier intento de instrumentalización o de patrimonialización. El propio Cheikh Fall lo comentaba durante las elecciones: “Nosotros nos inventamos #sunu2012 y lo pusimos en marcha, pero ya no nos pertenece, nadie lo controla”.

Otra característica importante es que las iniciati­vas, a pesar de los intereses comunes y de compartir el objetivo de la democratización y la transparencia, surgieron en paralelo y en ámbitos diferentes. Sin embargo, a medida que avanzaba el proceso, se fue­ron trenzando, generando sinergias y complementa­riedades, conscientes de que el objetivo general se concebía como un bien común, y alimentándose mutuamente. El resultado de esta voluntad de sumar, muy inscrita en la base del ciberactivismo, ofrece una eficacia y unos resultados de conjunto mayores que la suma de los resultados de cada iniciativa.

Una acción, un efecto

Resulta prácticamente imposible cuantificar la inci­dencia de estas plataformas, no ya en el resultado de las elecciones, sino incluso en el desarrollo del propio proceso electoral. Pero hay elementos que pueden valorarse como un balance indudable. Por un lado, lejos de la lógica de competitividad y en una lógica de complementariedad, estos instru­mentos aportan al control de la democracia, que habitualmente se atribuye a los medios de comu­nicación, nuevas potencialidades. En Senegal se ha hablado tradicionalmente del papel del surgi­miento de las radios privadas como un paso hacia la transparencia democrática (en las anteriores elecciones del año 2000) por la mayor flexibilidad, la difusión más libre de la información y el menor control del Gobierno. Las redes sociales no han sus­tituido este papel, sino que lo han complementado añadiendo, por ejemplo, la dimensión multimedia, una mayor implicación ciudadana y un abarata­miento de los costes.

La experiencia del uso de las redes sociales en las elecciones presidenciales senegalesas ha supues­to la implicación de un sector social numeroso y con gran capacidad de influencia, pero no siempre inte­resado o motivado por los asuntos políticos, como son los jóvenes urbanos con formación superior.

Del mismo modo, las iniciativas desplegadas en la cita electoral senegalesa han mostrado la capacidad de apropiación de las tecnologías, entendida como la comprensión de unos mecanismos y la adaptación a las necesidades propias que no necesariamente coinciden con los objetivos para los que fueron creados. E, igualmente, el caso muestra cómo esta manipulación puede responder a los intereses de los ciudadanos y no solo de instituciones o empresas, pues les permiten adquirir cierta inde­pendencia al conquistar una voz propia que habitualmente se les ha negado.

Notas

1. Blog E-Gloo Média.

2. Internet World Stats

3. Social Bakers

4. Samabaat

5. Ushahidi

6. Sunu2012

7. Popsenegal

8. CarRapide

Comentarios

Para muchos Senegal no deja de ser la puerta de salida de los esclavos, mirad: http://losmundosdehachero.blogspot.com.es/2012/06/viaje-senegal-goree-la-isla-de-los.html
Para muchos Senegal no deja de ser la puerta de salida de los esclavos, mirad: http://losmundosdehachero.blogspot.com.es/2012/06/viaje-senegal-goree-la-isla-de-los.html

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