Buceo fantasmagórico en los cenotes de Riviera Maya
Llegué hace un par de días para rodar un nuevo capítulo de la serie documental sobre paraísos de buceo que hago para una televisión. Y en México si dices paraíso para el buceo estás hablando de Riviera Maya y Cozumel.
He puesto la base en Akumal, un pequeño pueblo costero al sur de Playa del Carmen, muy agradable porque tiene largas playas y arrecife de coral, pero las construcciones son todas bajas por imperativo legal, de no más de tres pisos de altura; nada que ver con el masificado Cancún.
Hoy nos hemos sumergido en nuestros primeros cenotes. Para quienes el palabro os suene a chino: un cenote es una caverna excavada en roca caliza, la predominante en toda esta península del Yucatán, con sus estalactitas y estalagmitas. En un momento del curso geológico el nivel del mar subió y todas estás cuevas quedaron anegadas por agua salobre. Hay miles de cenotes por todo el estado deQuintana Roo, al que pertenece la Riviera Maya,y la península del Yucatán. Hasta 19.000, según una de mis fuentes. Con el tiempo, el techo de las cavernas se hundió comunicándolas con el exterior a través de agujeros que se abren en mitad de la selva.
El término deriva de la palabra maya ts'ono'ot, que significa caverna con agua. Para los antiguos mayas eran lugares sagrados, puertas de conexión con el inframundo.
Hemos buceado en dos de ellos. Primero en el cenote Pit, un pozo de unos 35 metros de profundidad en cuyo fondo varios árboles arrastrados allí por las tormentas se recortaban en el claroscuro de nuestros focos como esqueletos de un bosque petrificado.
Un juego de luces y sombras de increíble belleza. Desde luego si tenéis un mínimo de experiencia en el submarinismo os recomendaría hacer algunos de los cenotes de Riviera Maya -aunque sea uno de los más sencillos- guiados por alguna de las muchas empresas que ofrecen este servicio (nunca solos). Yo contraté el guía y el equipo en Akumal Dive Center.
Es una experiencias inolvidable. Una visita a un inframundo fantasmagórico que sin embargo queda justo debajo de nuestros pies.
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