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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Las caras de la diáspora (3)

Ángeles Jurado

Teodoro Bondyale Oko (Río Muni, Guinea Ecuatorial, 1951) se enfrenta a una caña y un pincho de tortilla con aspecto ligeramente cansado, sin dejar de hablar sobre las cosas que le preocupan con su característico tono comedido, casi inaudible en la algarabía de un bar a mediodía. Hoy llega lamentando la cosificación de los inmigrantes en los medios de comunicación: que en vez de extraditarlos se les devuelva como a mercancía defectuosa y la recuperación de la palabra “ilegal” en el discurso periodístico supuestamente más cuidadoso y progresista.

Teodoro Bondyale es enfermero, sociólogo y licenciado en Ciencias Políticas, activista por la democracia en su país, secretario de la Federación de Asociaciones Africanas en Canarias (FAAC) y miembro de la plataforma que cuestiona la política sanitaria española hacia los inmigrantes.

A la vera de su cerveza, explica que es bapuku y pertenece al grupo ndowe, que se asienta en la zona de costa desde Camerún a Angola, y que se explica a sí mismo por la experiencia de conocer a grupos diferentes con los que hay un intercambio y un aprendizaje. “Para ser uno, tienes que tener a otro que te define”, afirma antes de aclarar que eso solo es posible cuando la convivencia y el conocimiento del otro son claros y respetuosos. Aunque lleva en España 42 años, le gusta recurrir a las fábulas y las historias y escarbar en sus propios orígenes y en los orígenes de las cosas.

Teo –como tantos otros ecuatoguineanos- fue apátrida, bajo la tutela de ACNUR hasta 1976. Como tantos otros compatriotas también, empezó a militar en cuanto comenzó su exilio. Primero, con la denuncia de Macías ante el régimen franquista y la ocupación de la embajada de su país en Madrid, que casi le acarrea la expulsión a Andorra. Después, con asociaciones culturales. También estudió: enfermería, Sociología y Ciencias Políticas. Y conoció a su mujer, doctora especialista en medicina nuclear, mientras trabajaba en Puerta de Hierro. En 1985 se trasladaron a Gran Canaria, donde ella había conseguido trabajo en el Cabildo. Él pidió una excedencia para seguirla.

En Gran Canaria, Teodoro Bondyale también militó desde el trabajo y otros ámbitos. Participó en la reforma siquiátrica. “Queríamos sacar a los “locos” fuera”-explica- “Así conocí la isla, yendo a los lugares de origen de los pacientes para prestarles atención domiciliaria. También trabajamos en la reforma de los espacios. Fui supervisor en el Siquiátrico durante diez años”. Después surgió el proyecto de Cuidados Paliativos en El Sabinal, destinado a pacientes mayores sin familia. También las clases de sociología de la salud para enfermeras en los hospitales Insular y Juan Carlos I. Tras su experiencia en asociaciones culturales como Maleva y Griot, que pretendían introducir una presencia africana con un discurso diferente al tradicional de los medios, entró en la Federación de Asociaciones Africanas en Canarias (FAAC), de la que es secretario.


Teodoro Bondyale (dcha), en un acto de la FAAC con Luc André Diouf (izq) y Cheikh Tidiane Gadio

“Siempre he luchado contra la imagen del africano que se ha convertido en cliché entre los ciudadanos del Norte” –constata- “O es el pobrecito que no tiene nada o el delincuente típico y tópico o una élite universitaria integrada sin contacto con la comunidad negra. En Europa no hay una política exterior africana, si no intereses. Se puede bombardear a un país democrático o defender a un dictador”.

Pasa los fines de semana en los campos en los que juega el África Fútbol Club, el equipo de la FAAC. Se pelea -con una firmeza quizás incómoda para su interlocutor, pero siempre razonada y razonable- por los derechos de los extranjeros en situación irregular, una Guinea Ecuatorial libre y cualquier causa ligada a la dignidad humana. También es un maestro en el arte del fufú y de cocinar las okras con una salsa picante y fragmentos crujientes de tollo.

Remei Sipi Mayo (Bioko, Guinea Ecuatorial, 1952) tiene muchas cosas en común con Teodoro Bondyale. Para empezar es ecuatoguineana y activista. Desde la cultura, como Teo en sus primeros tiempos de movilización, pero también desde el género. Diplomada en Educación Infantil en Girona, amplió estudios en género y desarrollo en la Universidad Autónoma de Barcelona y trabajó en la Fundación CIDOB como responsable de cursos durante 15 años. Ahora se centra en la literatura y en los feminismos africanos, entre otras cosas.

Remei nació en Rebola, a nueve kilómetros de Malabo, y es bubi. “Éramos siete hermanos y nuestros padres eran agricultores” –cuenta por teléfono desde Barcelona, donde vive actualmente- "Trabajaban el cacao. Somos de una cultura matrilineal y mi madre le dio mucha importancia a inculcarnos que debíamos ser independientes económicamente. Estudiamos en la escuela del pueblo y después en el instituto en Malabo. En 1968, la Diputación de Malabo me concedió una beca para ir a España”.


Remei Sipi en su país en noviembre del año pasado

Remei mantiene el contacto con su país de origen desde que aterrizó en España. La única excepción fue el tiempo de Macías, cuando Guinea era “materia reservada”. En la actualidad, viaja un par de veces al año a su pueblo, donde los jóvenes gestionan una casa de la cultura construida con fondos de una ONG y que concede varios premios anuales, entre los que destaca uno que lleva su nombre.

En Barcelona, se implicó desde el arranque de los noventa en una asociación de mujeres inmigrantes, E’Waiso Ipola (mujer, levántate/espabílate), cofundada por ella y de la que todavía es secretaria. En 1993 cofundó la asociación de intelectuales africanos en España MFUNDI-KUPA, en la que sigue militando, y en 2005 la asociación de mujeres inmigrantes Yamanjá, que actualmente preside.

No son sus únicas experiencias asociativas. Remei fue la presidenta de Riebapua, el colectivo bubi de Guinea Ecuatorial en Cataluña, a principios de los ochenta; cofundó la Red de Mujeres Inmigrantes en Cataluña; es miembro de la Red de Mujeres Negras y de Minorías Étnicas de Europa y participó o participa en diferentes grados en proyectos como la Federación de Colectivos de Inmigrantes en Cataluña, la Plataforma de Apoyo a los Presos Políticos de Guinea Ecuatorial, el Grupo de Mujeres Ca la Dona o el Consejo Nacional de las Mujeres de Cataluña.

Remei ha vivido su exilio de Guinea Ecuatorial siempre en Cataluña: primero Gerona, después Figueras y ahora Barcelona. Por si fuera poco, es madre de una catalana de 38 años y abuela de dos catalanes más, de cuatro años y nueve meses. Vean aquí una entrevista.

Remei se inclina por conjugar el activismo de género y la literatura. “Trabajo en la literatura” –explica- “Me interesa la literatura escrita por mujeres negras. No solo africanas, aunque pongo el acento ellas. También de Norteamérica, como Toni Morrison o Alex Walker, o las caribeñas”. “Lo que ahora me interesa fundamentalmente son los movimientos sociales de mujeres y el feminismo africano” –precisa por la vía telefónica- “Ése que existía antes de que llegara el colono y que sobrevivió a la colonización”.

Escribir y leer le llevó a editar. Hasta el momento, 14 libros de compatriotas ecuatoguineanos y uno de narradoras angoleñas. “Empecé hace ocho o nueve años, porque hay muchos escritores a los que les cuesta mucho pasar por el circuito editorial convencional. Intento sacar dos libros al año”, apunta.

Remei compagina todas estas actividades con la revista Ewaiso, que dirigió durante muchos años, y con conferencias en diversas universidades, desde Harvard a Deusto o Alicante, sobre la situación de las mujeres africanas en la diáspora y en sus países, sobre movimientos sociales y sobre la literatura escrita por mujeres negras. Es una mujer a la que le gusta diversificar intereses, con una gran vocación de servicio y de una curiosidad insaciable. Algo que le han reconocido las mujeres de Izquierda Unida de Gijón con el Premio Dolores Ibarruri, la Generalitat de Cataluña con el Frances Macia y el Ayuntamiento de Barcelona con un premio a su aportación al mundo de la inmigración en su ciudad de acogida.

En su país estuvo en noviembre del año pasado y volverá a estar en abril. Siempre para apoyar el centro cultural de Rebola. “Echo en falta las relaciones personales” –dice sobre su saudade de la tierra bubi- “Llevo más de cuarenta años aquí y no me acostumbro a las relaciones humanas que veo. Echo de menos las redes y el acercamiento que no hay aquí. Temo que, a la larga, hasta se pierdan el respeto y el cariño a los abuelos".

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Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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