El Manual de la Felicidad de la señorita Pepis, capitulo tropecientos, Paradisíacas mañanas de domingo, describe estos despertares como un idílico remanso en el que la pareja, rubia y en albornoz, disfruta de la lectura de la prensa dominical, planchada previamente, ante un desayuno a base de croissants recién hechos, crujientes por fuera y esponjosos por dentro, bandejas y cubertería de plata, café o infusiones servidos en porcelana blanca, humeantes, mantelería de anuncio de lejía, frutas tropicales aquí y acullá. El servicio está dispuesto sobre una mesita de exterior de diseño sobre un bonito jardín. Árboles al fondo, césped bajo los pies, quizá una fuente o piscina a escasa distancia, rumor de agua, trino de pájaros. El sol calienta pero no quema. Los niños juegan alegres sobre el prado, tal vez con una cometa, después de haber dado buenos días y besos. Retozan felices sobre la hierba pero no se manchan las ropas blanquísimas. La pareja lee relajada, probablemente buenas noticias, y comenta brevemente lo leído, entre sonrisas.Ahora, en lugar de la raya de separación del post, debería venir un sonido de esos de disco rayado con que se suele ilustrar, sobre todo en la radio, la ruptura entre contenidos de muy distinta índole. Porque vamos a romper con la imagen del primer párrafo. ¿A que sí?
Efectivamente. Por lo pronto, no hay nadie que se levante para ir a comprar la prensa. Que la planche ya no digamos. La mantelería tiene alguna que otra manchilla, no consigo yo ese blanco que le queda a mi madre –¿qué echan las madres, ácido sulfúrico?-. La cubertería no es de plata, pero porque no quiero, ¿eh? Es más bien de Ikea, que sufre menos en el friegaplatos. La vajilla pasa a ser un conjunto heterogéneo de tazas de desayuno de diferentes procedencias y calidades, todo menos loza fina. Una cafetera italiana suministra el café, que llega a las tazas sin pasar previamente por una jarra de servicio, también porque no quiero, oyes. La leche, del brik. No hay infusiones. A falta de croissants recién hechos, tenemos a veces churros y porras, casi siempre tostadas, bollería industrial a menudo, quizás casera. Las vistas se resumen en una palabra, alicatado. El fluorescente brilla, pero no quema. No hay albornoces blanquísimos, ni siquiera somos rubios.
Y los niños… Ahh, los niños…
No corretean alegres por la hierba porque no hay hierba, pero vamos, que, de haberla, no estarían tranquilos y alegres ni aunque se la hubiesen fumado. Uno, aún no dotado de la capacidad de hablar, protesta a berridos porque quiere tostada o un coche o galletas o bajarse de la trona o leer a Hobsbawm, vaya usted a saber. Si se baja, malo, porque repartirá chillidos por toda la casa, a unas horas, por cierto, intempestivas, que no se le pegan las sábanas, no. Si no se baja, malo también, porque los berridos se quedan en las inmediaciones de tu pabellón auditivo. Si come galletas o lo que sea, ya cuidará él de que su ropa se entere. Como algún instrumento caiga dentro del radio de acción de sus manos, pueden ocurrir varias cosas, que ordeno por orden de frecuencia:
Que caiga al suelo. En este supuesto, el objeto tiende a ser el que más decibelios es capaz de emitir al chocar contra la baldosa, porque ya hemos dicho que césped no hay.
Que te dañe con el instrumento. En este otro supuesto, el objeto tiende a ser, indefectiblemente, un cuchillo o un tenedor.
Que se dañe a si mismo. En este otro supuesto, se aplica la regla número dos, con la adenda de que también pueden dañarse con una cuchara.
Que caiga al suelo. En este supuesto, el objeto tiende a ser el que más decibelios es capaz de emitir al chocar contra la baldosa, porque ya hemos dicho que césped no hay.
Que te dañe con el instrumento. En este otro supuesto, el objeto tiende a ser, indefectiblemente, un cuchillo o un tenedor.
Que se dañe a si mismo. En este otro supuesto, se aplica la regla número dos, con la adenda de que también pueden dañarse con una cuchara.
Comprenderán que, en estas circunstancias, la lectura de la prensa ha quedado descartada.
Y pese a todo, se les quiere a morir.
Comentarios
No tengo hijos porque no me gustan ni me atraen, tengo nula paciencia con ellos y me cuesta mucho soportar a los padres que desconocen otra conversación que no sea hablar de sus niños. Y a pesar de todo esto este artículo ME HA ENCANTADO porque describe de manera muy suelta y distendida la mañana dominguera de una familia clase-media. Con hijos o sin ellos me identifico completamente con las descripciones hogareñas del artículo, con esa absoluta carencia de glamour. Y, además, me he reído un montón. Gracias al autor
Estimado Javier, ¿tu me has estado espiando los últimos domingos, verdad? tengo dos niños como los del artículo, y no es posible tanta coincidencia sin que nos hayas visto en persona un domingo por la mañana.Estoy en la oficina pero las carcajadas que me ha provocado el artículo se oyen por todo el edificio.Gracias por alegrarme el día.
Magnifico, punto por punto, describe, "deconstruye" la fantastica publicitis con sooonrisas, insisto, magnifico...Ese "veeeeenga" torturador :)
Alfonso. Evidentemente, no espío a nadie, y menos en sus mañanas dominicales. Pero entiendo que tus mañanas sean parecidas a las mías. Y eso que nunca he tenido una de esas de los manuales de la felicidad. Gracias por tus ánimos
Gracias, Ignacio y Marisa, por vuestras palabras. Por cierto, animo al que quiera a que me cuente cómo 'disfruta' de sus plácidas mañanas que de dominicales han pasado a domingueras
Si tanto os molestan los críos para qué los tenéis ¡Que somos casi 8000 millones de humanos y este planeta apenas soporta 2000 millones! Vuestros genes, obviamente, no son tan importantes.
Mis mañanas de domingo sí son dominicales. Tengo dos hijos de 6 y 2 años, vivo en un piso en un pueblo pequeño. Nunca jamás les dejo levantarse antes de las 9 a pesar de que se despierten pronto, nos metemos todos en la cama grande a hacernos cosquillas un rato para empezar bien el día. Luego, yo les pongo el desayuno mientras mi marido baja a por croissants y la prensa. Cuando llega, los niños devoran lo que les queda de desayuno y les enchufo la tv, que tampoco tengo jardín ni césped. Entonces, con las barrigas llenas y los ojos hipnotizados, nos dejan desayunar como reyes. Cansados, con la mesa llena de migas y manchas de colacao, con el suelo pegajoso y la cocina revuelta, pero es domingo y se respeta, qué carajo! Feliz viernes...
Roque. El hecho de que a veces resulten algo menos que idílicos no invalida para nada los otros millones de momentos en los que te alegras de tener hijos. Es algo incomparable. La superpoblación es otro debate. Gracias por tus comentarios
prueba
ROQUE: ten por seguro que si algún día tienes hijos, te comerás con papas esas palabras...
Lo siento, se que ahora eres incapaz de entenderme, aunque creerás que sí...
Roque, macho, que tu estás aquí porque en su día fuiste niño y tus padres quisieron tenerte (o no ;) ¿Nunca te ha disgustado, digamos, un libro? ¿o un plato de comida? ¿o te ha dado un problema el coche? ¿Y has decidido no volver a leer nunca, o a conducir, o a comer? Pues eso.
De verdad, este post lo único que me muestra es que hay suelta mucha histérica suelta con hijos. Pobres niños.
Javi, echaba de menos tus sarcásticos post :)Solo un apunte: seguro que la familia feliz desayuna a partir de las 11.00 y sin ojeras... Los desayunos en casa de Martina y Teo son a partir de las 7,30 - 08.00 de la mañana...Un beso!
Gracias OlgaEfectivamente, como digo cuando sostengo que no se les pegan las sábanas, los de la casa que describo se producen antes de que salga el sol.Un beso
me parece que tus niños y los míos son de edades parecidas (5 años y medio y 17 meses) y nuestros desayunos también parecidos, aunque nosotros también hacemos pereza, todos juntos, un rato en la cama por eso de no levantarnos cuando ellos abren el ojo a las 7 de la mañana.
Mis domingos empiezan con unos besitos en unas mejillas calentitas .Y después churros con chocolate , en pijama y sin prisas .
Una vez dominada la península y nuestras colonias en Sudamérica, España declara la guerra a Canada para proteger a nuestros aliados ingleses.En clave interna, el partido comunista lucha por no perder su posición hegemónica. Tu país necesita tu ayuda en un nuevo juego de estrategia militar, economía y política online. Registrate gratis en [ http://cut07.tk/b5M ] desde tu navegador.
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Divertido artículo....las familias como la que describes de prensa planchada y demás parecen tan de fantasía como las habitaciones infantiles de las revistas de decoración...uno se queda viéndolas y dice.. que lindas..pero...viven en ellas niños de verdad?? o son para robots tan perfectos como la decoración??? una habitación no permanece como se ve en las revistas ni 5 minutos en una casa con niños de verdad.. asi que no nos comamos el coco con perfecciones irreales y disfrutemos de nuestra imperfectamente adorable familia real..
Hola Javier; muy bonita esta entrada sobre la realidad en familia. Pienso que lo importante es – sea la que sea la realidad de los domingos imperfectos ;-) – que haya unión, solidaridad y amor en vuestra familia. Todos los que sois padres y madres, me gustaría aprovechar para pediros un pequeño favor. Somos un grupo de estudiantes e investigamos sobre el consumo de las bebidas en los hogares españoles con el fin de conseguir una alimentación más saludable para los niños. Os agradecería que participarais en nuestra encuesta en https://www.soscisurvey.de/refrescos/ ¡no tardará más de 10 minutos! Muchas gracias y un saludo.
Muy graciosa la descripción de una realidad tan perfecta, que raya en lo absurdo. Creo, Javier, que con este texto rescatas la importancia de la imperfección de lo que hemos armado como familia. Esa imperfección nos hace únicos!! Un abrazo... http://www.papaenrodaje.cl
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