Un pacto no basta
Es preciso depurar responsabilidades, aunque sean convenientes más reformas anticorrupción
La secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal, sentó ayer la tajante premisa de que el PP “no tiene ni ha tenido” cuentas fuera de España; es decir, que el partido no responde por las decenas de millones de euros descubiertos en Suiza a su extesorero, Luis Bárcenas, y los que pueda tener en otros países. Cuesta creer que 28 años de militancia en el PP y los puestos sucesivos de gerente y tesorero desempeñados por Bárcenas le hayan permitido deslindar entre un trabajo honrado para el partido y una presunta delincuencia privada. A esta premisa se une el anuncio de que tampoco se contará con Bárcenas en la investigación interna anunciada —pese a su protagonismo en las finanzas del PP—, a la que seguirá una auditoría externa.
Tales iniciativas buscan cerrar el boquete por el que podrían lanzarse algunas figuras contrarias o críticas a la actual dirección, como Esperanza Aguirre, que ha exigido una investigación “caiga quien caiga” y ha fijado un programa de acción. El interés de cerrar filas es comprensible, lo mismo que resulta muy dudoso que lo anunciado borre la sensación de que el PP está o ha estado gravemente afectado por conductas inaceptables.
La salida prevista por Rajoy a este embrollo es “un gran pacto contra la corrupción”. Resulta llamativo recurrir a esta solución, poco después de la entrada en vigor de una reforma a la ley sobre financiación de partidos que limita las condonaciones de créditos y les obliga a informar al Tribunal de Cuentas de su actividad económica y, en especial, de toda donación superior a 50.000 euros. A los pocos meses se descubre que el último informe de ese tribunal data de 2007 y el PP recurre ahora a una auditoría privada. Cualquiera que pueda ser el contenido de un nuevo pacto anticorrupción, es indispensable que sea creíble y que no entorpezca el camino de la justicia. A este respecto, Cospedal se expresó de un modo extraño sobre las investigaciones judiciales en curso, que le parecen la prueba de que las instituciones funcionan “al margen de quien está gobernando y sin ningún tipo de presión”. No faltaba más: ¿insinúa que el Gobierno podría hacer otra cosa? También prometió la expulsión inmediata de las personas del partido que hayan podido enriquecerse de forma ilegal, como si eso fuera un asunto interno y no algo denunciable de inmediato a la justicia.
No menos extraño fue anunciar la comparecencia parlamentaria del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, como si eso sirviera de cortafuegos a lo que calificó de “disparate” alimentado por el líder socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, que se había preguntado si la amnistía fiscal ha beneficiado al extesorero del PP. Solo quien tenga alergia al Parlamento puede sostener que la Cámara no merece una explicación inmediata y detallada sobre los resultados de tal amnistía, empezando por la cantidad aflorada, de la que tan solo se han dado vagas estimaciones.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.