Niño o niña: Alteza Real
La reina Isabel II se adelanta en la equiparación de mujer y hombre ante su próximo biznieto o biznieta
A veces una bisabuela puede correr más que un abuelo. Y en la pompa y tradición de la Corte de St. James, la reina parece ir más deprisa que su hijo, el gobierno o el Parlamento. Haciendo uso de sus prerrogativas, Isabel II de Inglaterra ha invalidado el decreto de 1917 del rey Jorge V para que, a partir de ahora,“todos los hijos del hijo mayor del príncipe de Gales” lleven, como sus padres, el tratamiento de “Alteza Real” y de príncipe o princesa, en vez de lord o lady como era habitual. Esta disposición se aplicará, sea niño o niña, al bebé que nazca en unos meses de Kate y Guillermo, siendo este último el siguiente al príncipe Carlos en la línea sucesoria. Isabel II se ha acercado en lo que ha podido a la supresión de la preeminencia del varón en el orden de sucesión a la Corona. Y el Parlamento británico aprobará en cuanto le sea posible una ley para este y otros cambios, según ha anunciado el viceprimer ministro Nick Clegg. De hecho, Westminster va por detrás de la Commonwealth. Los 15 países de esta organización más amplia que tienen como jefe del Estado al soberano británico, ya se pronunciaron al respecto en su última cumbre en Perth (Australia) en octubre.
Según la prensa británica, el propio príncipe Carlos —no precisamente una fuerza modernizadora— ha expresado sus reticencias a un cambio brusco a este respecto en la Constitución (en gran parte no escrita) británica. Pues el proyecto del Gobierno contempla también que el heredero/a de la Corona —que de ascender al trono se convertiría en cabeza de la Iglesia Anglicana— pueda casarse con una o un católico, y esto a Carlos le preocupa.
A pesar de las leyes, la fuerza de la naturaleza y las propias vicsitudes históricas han llevado a que desde que ascendiera al trono la reina Victoria, de los los últimos 175 años, durante casi 125 (y sigue) hayan reinado dos mujeres.
Suprimir esa preeminencia del varón responde a nuestros tiempos. Con estos cambios, Isabel II y su Gobierno impulsan una transformación que debería haberse llevado a cabo hace tiempo. Y dejan en incómodo lugar a la monarquía española, la más retrasada en Europa en cuanto a la igualación de la mujer frente al varón. Aunque en este país solo hablamos de nietas, el tiempo vuela.
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