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El misterio que rompe la felicidad de los Missoni

Vittorio, heredero del imperio textil italiano, desapareció el sábado en una avioneta en Venezuela Su familia, una de las más emblemáticas y unidas de la moda, no descarta un posible secuestro Este año se celebran 60 años de la boda de los patriarcas fundadores, Ottavio y Rosita

El clan Missoni, en Milán, en 2010. De izquierda a derecha, el desaparecido Vittorio; Ottavio, nieto; Giacomo; el patriarca, Ottavio; Margherita; Francesco; Angela; la matriarca, Rosita; Teresa, y Luca.
El clan Missoni, en Milán, en 2010. De izquierda a derecha, el desaparecido Vittorio; Ottavio, nieto; Giacomo; el patriarca, Ottavio; Margherita; Francesco; Angela; la matriarca, Rosita; Teresa, y Luca.GUISEPPE CACAE (AFP)

Hay estirpes de famosos a las que las desdichas suelen visitar de vez en cuando, como si se tratara del precio a pagar por una vida de privilegios. Los Missoni, en cambio, eran la imagen de la felicidad perfecta. La familia italiana, dueña de un imperio textil, había logrado plantarse a las puertas de 2013 con una bonita estampa que celebrar. Se cumplían 60 años de la boda de Ottavio Missoni y Rosita Jelmini, y también de la apertura de su taller de confección en la provincia de Varese. Alrededor de aquel amor que todavía continúa y de aquella pequeña empresa surgió una familia y un emporio que son la misma cosa, tan unidos entre sí —padres, hijos y nietos— como las originales prendas de punto con las que fueron tejiendo su fortuna. El pasado 4 de enero, sin embargo, una llamada desde Venezuela interrumpió sus vidas como una pedrada en un estanque.

La avioneta Britten Norman BN2, que llevaba desde el archipiélago caribeño de Los Roques hasta el aeropuerto de Caracas a Vittorio Missoni, de 59 años; a su esposa, Maurizia Castiglione, y a una pareja de amigos, Elda Scalvenzi y Guido Foresti, había desaparecido del radar poco después del despegue. Los cuatro amigos y otra pareja más —que decidió en el último momento aplazar su regreso a Italia— se encontraban en Venezuela desde el pasado 28 de diciembre. Habían alquilado un barco para practicar la pesca, una de las grandes aficiones, junto a las motos, del primogénito de Ottavio Missoni. Sus otros dos hermanos mantienen la esperanza de encontrarlos con vida. Angela, desde Italia, y Luca —piloto de aviación—, desde Venezuela, no descartan ninguna hipótesis, tampoco la de un posible secuestro a manos del crimen organizado. Desde la cuenta de Twitter, el hijo de Vittorio lanza su llamada de socorro: “Por favor, ayúdennos a encontrar a mi padre”.

Por favor, ayúdennos a encontra a mi padre", publicó el hijo del desaparecido en Twitter

Ottavio Missoni y Rosita Jelmini se conocieron en 1948 en Londres. Él, hijo de una condesa y un capitán de la Marina, había acudido para participar como atleta en los primeros Juegos Olímpicos tras la Segunda Guerra Mundial. Ella se encontraba allí estudiando inglés. Se casaron en 1953 y emprendieron juntos su aventura empresarial. No hace mucho le preguntaron a Ottavio, quien en 1976 fue proclamado uno de los hombres más elegantes del mundo junto a Robert Redford, Carlos de Inglaterra y Gianni Agnelli, por la clave de su éxito. Su respuesta también fue elegante: “No hay misterio. Tuve suerte y buena salud”. La salud, a punto de cumplir los 92 años, empieza a resquebrajarse, pero al hablar de suerte se refería a Rosita: “Esta aventura la fuimos inventando siempre juntos”. Hasta el punto de que cuando, en 1993, el entonces presidente de la República, Oscar Luigi Scalfaro, concedió a Ottavio el título de Cavaliere al Merito del Lavoro, el jefe del clan se enfadó: “¿Y por qué no a Rosita?”.

El año 2013 era el elegido para que los Missoni se hicieran la gran fotografía juntos. Las tres generaciones en torno a un éxito personal y profesional común. De hecho, hace solo un mes, la revista S Moda publicaba un reportaje titulado Nosotras somos Missoni en el que la abuela Rosita, su hija Angela —directora creativa— y su nieta Margherita —imagen de la marca— aparecían juntas y sonrientes. La abuela presumía: “La empresa es un miembro más de la familia”. Tanto que a veces se convertía en un miembro extraño, asfixiante.

Margherita, a punto de cumplir los 30, confesaba hace dos años que cuando tenía 20 sintió la necesidad de poner tierra de por medio: “Es muy difícil pertenecer a una familia como la mía, donde todo se mezcla en una amalgama de trabajo y relaciones personales. Somos un clan dentro del que cuesta identificarse como individuo…”.

Más tarde, como el resto de los miembros del clan, regresó para contribuir a un éxito común que incluye la presencia de sus colecciones en los museos Metropolitan, Guggenheim o el Victoria Albert. El patriarca reconoce que el estilo Missoni, marcado por elementos geométricos y mezcla de colores, surgió casi por casualidad, pero que al final ha logrado, como escribió Bernardine Morris en The New York Times, “elevar el tejido a una forma de arte”.

La suerte se ha roto. El viernes por la tarde, la búsqueda no había obtenido resultados, y la falta de noticias alimentaba el misterio. Los equipos que sobrevuelan el trayecto que tendría que haber seguido la avioneta no encuentran restos del posible impacto. Ni tampoco se produjo una llamada de alerta de los pilotos. A las 11.30 del viernes —las 18.30 en Italia—, el bimotor de fabricación británica se elevó dejando atrás el paraíso de Los Roques. Diez minutos después, su rastro desapareció en el radar.

El hijo de Vittorio, su hermana Angela, el clan entero de los Missoni, están dispuestos a no perder la esperanza, a trasladarse a Venezuela y recorrer la zona en moto, a pagar el rescate que unos hipotéticos secuestradores pudieran exigir. A lo que sea con tal de rebobinar los nueve días que faltan a 60 años perfectos.

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