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Columna
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LSD y negocios

El laberinto informativo sobre las cajas nos trae a la memoria la imagen de telas de arañas sometidas a un tratamiento de drogas

Juan José Millás

Como se deduce de la lluvia fina que sobre la gestión de las cajas continúa empapando la prensa, fueron muchos los cómplices que por acción u omisión, y siempre por la pasta, las condujeron a la ruina. Ahora bien, el laberinto informativo, tan confuso, nos trae a la memoria la imagen de esas telas de arañas sometidas a un tratamiento de LSD que tanto juego fotográfico dieron hace años en las revistas científicas. Ignoramos si los consejeros y demás responsables de las cajas se metían un tripi diario, pero viendo a Rato con aquella cara de ido, tocando alegremente la campanilla en la sede de la Bolsa unos días antes del desastre de Bankia, nos tememos lo peor. Eso sí, drogado o no, debió de alucinar cuando, con ese currículo, le ofrecieron trabajo en Telefónica. ¿Por qué?, se preguntaría. O quizá no, quizá él conozca la respuesta, que sin duda es de cárcel.

Y ahí estamos nosotros, intentando desenredar la tela de araña loca en la que fueron cayendo como moscas individuos de derechas y de izquierdas y de medio centro, sin mencionar a los que pasaban por ahí y que se favorecieron a lo bobo de las ingestas masivas de ácido lisérgico de nuestros próceres. ¿Qué hacían en Caja Madrid, maldita sea, los consejeros de CC OO y de UGT y del PSOE y de IU, aparte de mover el rabo y poner la mano? ¿En qué pensaban sus dirigentes? ¿Por qué el juez no ha llamado a declarar a Esperanza Aguirre, que se ufanaba de haber quitado del Consejo a un “hijo de puta” para meter a otro, como el que cambia de sitio los muebles del salón? ¿Dónde estaba el Banco de España cuando toda esa panda de chorizos firmaba a ciegas lo que se le ponía delante? Y por último, ¿se comerá Telefónica a todos los imputados de delitos tan graves o se los repartirán entre el resto de las empresas privatizadas, para que la corrupción no se concentre tanto?

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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