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La Casa Blanca se llena de regalos

Hace semanas que los inquilinos del palacio presidencial estadounidense empezaron sus compras navideñas Cada Presidente tuvo su propia estrategia

Eva Saiz
Barack Obama con sus hijas Sasha y Malia el pasado 24 de noviembre comprando libros en Arlington, Virginia.
Barack Obama con sus hijas Sasha y Malia el pasado 24 de noviembre comprando libros en Arlington, Virginia.J. SCOTT APPLEWHITE

Los inquilinos de la Casa Blanca podrán ser los más poderosos del mundo, pero, como cualquier otra familia, no se libran del quebradero de cabeza que supone comprar los regalos de Navidad. Incluso algunos esperan como todo el mundo hasta última hora para hacer sus compras. No es el caso del presidente Obama, que visitó a finales de noviembre junto a sus dos hijas una librería de Virginia. Allí adquirió 15 libros infantiles para los más pequeños de sus familiares y amigos más cercanos. Sin embargo, su mujer no parece ser tan previsora: La familia empezó el viernes dos semanas de vacaciones en Hawai y, hasta ese momento, que se sepa, la primera dama todavía no había pisado una tienda o un centro comercial. Aunque lo más probable es que haya optado por ir de incógnito, como ya hizo Jackie Kennedy en alguna ocasión, o ha decidido enviar a otros a elegir los obsequios, como solía hacer Nancy Reagan. O, simplemente, que los haya encargado por Internet, al igual que Bill Clinton o su propio marido.

Cada una de las familias que ha ocupado la Casa Blanca trasladó al 1600 de Pennsylvania Street su particular manera de abordar las compras navideñas. Carl Anthony, un fanático de la vida privada de los presidentes de EE UU, relata en su blog las diversas formas en las que los jefes de Estado del país, desde George Washington hasta Barack Obama, suelen pasar estas fiestas.

El primer regalo de Navidad hecho por un presidente de EE UU consistió en unos pendientes de perlas y un broche con la forma de águila, que George Washington ofreció a su esposa Martha en 1789

El primer regalo de Navidad hecho por un presidente de EE UU consistió en unos pendientes de perlas y un broche con forma de águila, el símbolo del país, que George Washington ofreció a su esposa Martha en 1789. El mandatario pagó por el lote 16 libras de la época. La segunda primera dama estadounidense de la historia, Abigail Adams, tenía gustos más modestos que su predecesora y le pidió a su marido, John Adams, que le comprara tres libros: Viaje a Constantinopla, Cartas a una joven y Educación Femenina, de John Manchester Bennett. El político satisfizo sus deseos y adquirió para ella los tres volúmenes.

Como Adams, Obama también regalará libros este año. Él los compró en persona, aunque le reconoció a la encargada de la tienda que prefería navegar por Internet a la hora de adquirir regalos. “No como Michelle, que se pasaría la vida deambulando de una tienda a otra”, señaló. Hace un año, la primera dama llenó un carro en un supermercado bastante asequible. Lo hizo de incógnito, como solía hacer Jackie Kennedy. A la mujer de JFK le gustaba desplazarse a las tiendas de las afueras de Washington, donde podía pasar más desapercibida.

Entonces, a las mujeres de los presidentes solo les acompañaba un miembro del Servicio Secreto. Tras el asesinato de Kennedy, la presencia de los hombres de negro se multiplicó y con ella la curiosidad que despertaban en el resto de compradores y en la prensa. Pat Nixon, de acuerdo con Anthony, se sentía muy agobiada por los medios de comunicación que la rodeaban en cada uno de los establecimientos a los que acudía para hacer sus compras navideñas.

Los presentes que se intercambiaban los Reagan no eran regalos al uso: sierras eléctricas, camionetas...

Quizás para evitar el acoso de los flashes, Nancy Reagan optó por ordenar a un grupo de empleados de la Casa Blanca que se encargara de elegir los regalos. El séquito le presentaba las compras y luego ella se ocupaba de seleccionar lo que creía más conveniente de entre lo que le habían presentado. Contentarla no debía ser tarea fácil, a juzgar por los gustos que relata Anthony en su blog. Los presentes que se intercambiaban los Reagan no eran regalos al uso: sierras eléctricas, camionetas...

Hillary Clinton no dejaba las compras para el último momento y aprovechaba los viajes al extranjero que realizaba junto a su marido, Bill, para recopilar los regalos. Eleanor Roosevelt también tenía esa costumbre, si bien, la mujer del 32 presidente de EE UU, reservaba unos días para rebuscar entre los establecimientos del país para promocionar el comercio estadounidense en plena recesión económica.

De incógnito, con séquito, acompañados del servicio secreto, por Internet, sin esconderse… Las formas de realizar las compras navideñas en la Casa Blanca no se antojan tan complicadas como el hecho de dirigir el país, pero requieren de una preparación concienzuda, como en el resto de familias.

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Sobre la firma

Eva Saiz
Redactora jefa en Andalucía. Ha desarrollado su carrera profesional en el diario como responsable de la edición impresa y de contenidos y producción digital. Formó parte de la corresponsalía en Washington y ha estado en las secciones de España y Deportes. Licenciada en Derecho por Universidad Pontificia Comillas ICAI- ICADE y Máster de EL PAÍS.

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