Cinco escenarios donde perdieron los buenos
A veces es mejor que no llegue a tiempo el Séptimo de Caballería.
01.- Wounded Knee . Dakota del Sur (Estados Unidos)
¿Qué
es la vida? El libro Tocar la tierra. Autorretratos de los indios de
América del Norte, de T. C. McLuhan, recoge la definición que dio el
jefe Crowfoot (Pie de Cuervo), de los indios pies negros, al final de la
suya (abril de 1890): "Es el destello de una luciérnaga en la noche. Es
el aliento de un búfalo en invierno. Es la sombra que corre sobre la
hierba y se pierde al final del día".
El 29 de diciembre de ese mismo
año cayó la noche sobre los indios de las praderas de Norteamérica. En
Wounded Knee, la última batalla de las Guerras Indias, el Séptimo de
Caballería, al mando del mayor Samuel M. Whitside (apuntad el nombre,
una hazaña así no merece ser olvidada), se empleó a fondo
contra un puñado de indios siux lakota mal armados y peor alimentados,
entre los que había numerosas mujeres y niños.
Murieron al menos 150 lakotas. Ninguno con las botas puestas, como el general Custer en Little Big Horn: no tenían.
02.- Alesia (Francia)
"Nos ancêtres les gaulois…" (nuestros antepasados los galos...). Así comenzaba la lección aprendida de memoria por varias generaciones de niños y niñas de Francia, incluidos los de Martinica o la Polinesia, que no creo que se parezcan mucho a Obelix y Asterix.
“Estamos en el año 50 antes de Jesucristo. Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste todavía y siempre al invasor”, comenzaban los episodios de la serie de historietas creada por René Goscinny (guion) y Albert Uderzo (dibujo) para la revista Pilote. Fue una pena para los galos que no hubiese poción mágica en Alesia, donde dos años antes, en septiembre del 52 a.C, el caudillo galo Vercingétorix arrojó sus armas a los pies de Julio César, como se puede ver en la viñeta de abajo.
La batalla de Alesia, una fortaleza cerca de Alise-Sainte-Reine (Francia), enfrentó a las legiones romanas de Julio César, que contaba con la caballería al mando de Marco Antonio, contra una confederación de tribus galas bajo el liderazgo de Vercingétorix, jefe de la tribu de los arvernos. Tras la victoria romana, que puso fin a la Guerra de las Galias, Vercingétorix fue hecho prisionero y llevado hasta Roma como trofeo, encerrado en la prisión Mamertina durante siete años, ungido al carro de César durante las celebraciones del triunfo y finalmente asesinado. "Guárdate César de los idus de marzo", parece que dijo antes de morir. Sin rencores.
"¿Sidí
o dividí?", dicen los niños de la aldea guaraní de Mbororé, cuando el
visitante pregunta el precio de la grabación que ha hecho el coro
infantil de su escuela bilingüe (guaraní-español). Algunos de estos
chavales son hijos de los niños cantores que aparecían como extras en La
misión, rodada en Iguazú, junto a Robert de Niro y Jeremy Irons.
Su pueblo, en la provincia argentina de Misiones, no lejos de las cataratas, lleva el nombre de la batalla que inspiró la película: el 11 de marzo de 1641, los guaraníes y jesuitas de la misión de San Ignacio Miní, armados con arcos y flechas, cerbatanas y unos pocos arcabuces, se enfrentaron a un ejército de más de 3.000 bandeirantes (traficantes y esclavistas portugueses procedentes de Sao Paulo). Entre los jesuitas –-en cada misión solía haber entre dos y cuatro, unos dedicados a los temas espirituales y otros a la logística-- había algunos veteranos de las guerras de Flandes, lo que al contrario de lo que muestra el filme, decidió el resultado a favor de los indios.
No aplaudáis todavía. Ganaron esa batalla, pero no la guerra: tras la expulsión de los jesuitas de los dominios de la Corona Española, en 1767 por el rey Carlos III, los guaraníes fueron dispersados, y San Ignacio se convirtió en un montón de ruinas.
04.- Accio (Grecia)
Para
ver uno de los pocos retratos de Cleopatra que se conservan hay que
viajar hasta Dendera, en la curva que el Nilo dibuja al norte de Lúxor (Egipto). Dendera es un templo tardío, edificado en época grecorromana, pero es el
mejor conservado y uno de los más bonitos de Egipto: un santuario
dedicado a Hator, diosa egipcia del amor, el placer y la belleza. Un
bajorrelieve en el muro posterior del templo muestra a la última
soberana de Egiptoy a su hijo Cesarión (que tuvo con Julio César y fue
asesinado por orden de Octavio) haciendo ofrendas a la diosa. La
hierática imagen, de perfil y enmarcada en jeroglíficos, no hace honor a
la apasionada, bella, fatal amante que describe Shakespeare: "La edad
no podrá marchitarla, ni la rutina helará sus encantos”. Pero volvamos a
la realidad.
Cleopatra había convencido a Marco Antonio, lugarteniente de Julio César en vida y uno de sus sucesores durante el segundo triunvirato, para formar un imperio romano-egipcio en Oriente. El Senado les declaró la guerra, y el 2 de septiembre de año 31 a. C., la flota de Octavio Augusto, dirigida por Agripa, se enfrentó a los barcos de Marco Antonio y su aliada Cleopatra frente al promontorio de Accio, en el golfo de Ambracia (Grecia). La batalla naval se saldó con la victoria de Augusto. Marco Antonio y Cleopatra se suicidaron en Alejandría para no caer en manos de sus enemigos: el primero--"No te engañes, no digas que fue un sueño"--, atravesándose con su propia espada;Cleopatra , más fina, haciendo que un áspid (una cobra egipcia) le mordiese un pecho.
05.- Termópilas. (Grecia)
En
el verano del 480 antes de Cristo, durante la segunda Guerra Médica,
300 guerreros de Esparta al mando del rey Leónidas y unos 5.000
voluntarios hoplitas se
atrincheraron en el desfiladero de las Termópilas, un paso natural junto
al golfo de Malis, en Grecia central, para frenar el avance del
ejército del rey Jerjes, una fuerza de más de 300.000
persas. Las apuestas estaban en cincuenta a uno.
Tras dos días de ataques y grandes pérdidas, los medos (persas) descubrieron un sendero oculto en la montaña que les permitía llegar hasta la posición de los griegos. Viendo que el partido estaba perdido, Leónidas mandó al resto del ejército al banquillo y se quedó con sus 300 espartanos luchando hasta la muerte. Y con chulería: “¿Queréis nuestras armas?, pues venid a cogerlas”. “¿Que la lluvia de flechas persas oculta el sol? pues mejor, así combatiremos a la sombra (era verano)". "Esta noche cenamos en el infierno", cosas así. Murieron todos menos dos. El poeta alejandrino Cavafis les dedicó estos versos:
Honor a aquellos que en sus vidas
se dieron por tarea el defender Termópilas.
Que del deber nunca se apartan;
justos y rectos en todas sus acciones,
pero también con piedad y clemencia;
generosos cuando son ricos, y cuando
son pobres, a su vez en lo pequeño generosos,
que ayudan igualmente en lo que pueden;
que siempre dicen la verdad,
aunque sin odio para los que mienten.
Y mayor honor les corresponde
cuando prevén (y muchos prevén)
que Efialtes ha de aparecer al fin,
y que finalmente los medos pasarán.
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