Jaleo en el interior

FOTOS: Ken Wyner

Juli Capella es, posiblemente, la persona que más sabe sobre diseño español. Arquitecto por formación y periodista por ejercicio, lleva décadas analizando ese campo desde todos sus vértices: (prensa: De diseño, Ardi, El País, Avui, El periódico o Domus; comisariado de exposiciones y festivales; aseroría de empresas; jurado de premios y concursos y autor de antologías sobre productos, empresas o creadores). Sin embargo, este arquitecto también ha trabajado en el otro lado, el de la experiencia. Y ha tejido un nutrido currículo en el ámbito de la hostelería, los bares, el ocio y la noche con la imagen más arquetípica del diseño español como bandera.

Puede llamar la atención un tipo como Capella, con formación, inquietud, conciencia y carácter para actuar como un (buen) político progresista, eligiera el eclecticismo, un eclecticismo osado, como su voz como diseñador. Pero tal vez el eclecticismo sea el guante perfecto para quien ha trabajado con tantas empresas, conoce a tantos profesionales y, honestamente, admira, y apoya, a tanta gente tan distinta. En Washington, otro español de éxito, el cocinero José Andrés, le encargó el ambiente de su restaurante de tapas Jaleo. Y Capella hizo lo que mejor sabe hacer: montar una fiesta (y una muestra de diseño) en el interior del local.

Así, de las cortinas anti-moscas y los botijos de barro de la tradición popular al diseño europeo de vanguardia –para cuidar la acústica con plafones coloristas- y del ingenio de idear lámparas específicas a la tradición de emplear pavimento hidráulico, todo se mezcla en el nuevo local. Y es que en el restaurante de José Andrés no hay un centímetro libre. El color arropa a quien llega y le quita los humos a la fama del cocinero para acoger a sus comensales con exceso y diversión, por encima de cualquier sofisticación o gesto elitista. El restaurante será elitista, pero se presenta como la plaza de pueblo en época de fiesta mayor. Hay opciones para todo tipo de comensales, el único requisito es tratar de pasarlo bien.

Aquí no se mitifica la experiencia gastronómica. Aquí se come sin descanso. Así, habrá quien elija comer sobre un futbolín. Es posible hacerlo con platos transparentes. El dueño de ese local altísimo en decibelios visuales se lo quiere poner cómodo a los clientes. Y la comodidad no se interpreta aquí como silencio sino como cercanía: a la comida de José Andrés no hay que rendirle pleitesía.

Evasión por el ruido, frente a la sofisticación por el silencio. Como “una mezcla de elitismo artístico y el confort más campechano” describe Capella este local, donde no falta una cabeza de toro (esculpida por Mikel Urmeneta, creador de la marca Kukuxumuxu), y tres fotografías retroiluminadas de Daniel Canogar, que meten más gente y más jaleo en el restaurante.

“Al entrar en Jaleo, entras en un pequeño museo de creatividad desbordante, con piezas estéticas de gran calidad que expresan el Spanish way of life en el corazón de Washington”, señala Capella que, como los anfitriones más generosos, apuesta por el exceso y ha desembarcado en la capital norteamericana con un proyecto alegre, colorista y ciertamente atrevido. Cargado, eso sí, de todo tipo de calorías.

 Autores: Capella García Arquitectura y Eric Gronning Architects