Asombro ante el tráfico de influencias
Veo con asombro la muy aireada en los medios de comunicación noticia de la imputación de Daniel Fernández, socialista, por tráfico de influencias. Me asombro de que imputen a alguien y que sea noticia el tráfico de influencias, pues vivo en Alicante, Comunidad Valenciana.
Me asombro de la importancia que dan al presunto caso de corrupción en Sabadell. ¿No es el 3% de lo que hablaba Maragall? ¿De qué sirve toda esta parafernalia si después de todos estos años en esta comunidad que habito no hay ningún político en la cárcel, y todos siguen cobrando del erario público unos en los mismos cargos y otros en cargos distintos, y hasta los corruptores están en la calle? No se castiga a nadie y lo peor nadie devuelve el dinero robado. Puede servir para intentar que volvamos a creer en la justicia.— Rafael Martínez Monserrat. Alicante.
Me levanto esta mañana y me preparo mi café con la esperanza de encender el televisor y ver alguna buena noticia, pero ¿qué me encuentro? Que imputan al alcalde de Sabadell por supuesta trama de corrupción urbanística. Analizo mi reacción y me asusto al descubrir que no siento nada, ni tan solo la indignación con la que hace un tiempo me manifestaba. Creo que nos hemos acostumbrado a ver como algo normal que nuestros políticos no sean aquellos líderes que prometían bienestar a sus ciudadanos. Creo que nos hemos vuelto inmunes ante las malas noticias y nos asombramos extraordinariamente ante las buenas, percibiéndolas como a un animal exótico que no hemos visto nunca.— Alba López Guerrero. Hospitalet de Llobregat, Barcelona.
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