Soñar con el jazz en Guinea Ecuatorial
Autor invitado: Alberto Espada
Aunque resulte irónico, lo francés triunfa en Malabo: Sofitel es sinónimo de lujo en la capital, Air France sigue teniendo un vuelo diario hacia París y la bollería francesa es el reclamo de una de las nuevas cafeterías del centro. He quedado allí con Mitoha para charlar sobre Brisas del Mar, el festival de jazz que se empeñó en organizar hace ya cinco años y cuya primera edición se hará realidad a partir de hoy con un cartel envidiable: Jeff Kashiwa, Madelaine Peyroux, y Concha Buika, en su primer concierto en “casa”, además de varios grupos nacionales. Es un evento pensado para esa clase media urbana, más caracterizada por cómo gasta su dinero que por su poder adquisitivo, y por su falta de reivindicaciones que por su ideología—poco definida. El hecho es que se consolida rápidamente aunque, por alguna razón, los medios internacionales hacen esfuerzos bárbaros por no mencionarla. El país se transforma, hay obras vertiginosas por todas partes, las jornadas de trabajo son largas y de seis días semanales. Pero pocos se quejan, al contrario, muchos son más entusiastas más que nunca, se gesta poco a poco el sueño guineano. Guinea Ecuatorial nunca ha sido tan dinámica, tan frenética, y aunque a los numerosos expatriados les parezca lenta, sufre de estrés post-crecimiento. Mitoha y yo solo encontramos un rato el domingo por la noche para grabar esta conversación devorando croissants, muy logrados por cierto.
Concha Buika.
Quizá el verdadero reto fue transmitir la idea, buscar apoyos… “Sí, desde convencer a los patrocinadores hasta convencer a los artistas para venir a Malabo. Dar un concierto en el corazón de África debería ser una idea seductora, pero Guinea Ecuatorial es un país marcado por muchísimos tópicos, los músicos vienen con su bagaje, aunque a medida que vais dialogando, llegáis a entenderos, y hemos conseguido que estas personas no lo vean como un concierto más, sino como algo que enriquece su carrera porque habrán sido parte del nacimiento del festival. La idea de devolver el jazz a casa, y el nombre poético del festival, Brisas del Mar, añade también una poética a la carrera de esos artistas, que ayudan a levantar un proyecto que en otro lugar no tendría por qué ser complicado.”
Te refieres a la Cumbre Sullyvan, la Copa Africana de Naciones (la femenina este año y la la masculina el anterior), la cumbre del BEAC y el 40 aniversario del franco CFA, entre otros eventos. Pero, muchos se preguntarán cómo encaja este festival en un panorama tan falto de ayudas sociales… “Con mucha humildad. Todos estamos llamados a enriquecer la vida cultural de nuestra comunidad y esa humildad es todavía mayor cuando se pertenece a un país con tantas necesidades. Es importante que, a la vez que construimos carreteras y edificios, y formamos a los profesionales, nos preocupemos también por desarrollar nuestra sensibilidad, espíritu crítico nuestra capacidad de crecimiento como individuos”.
Sabes que el jazz es una música muy extendida pero considerada elitista en muchos sitios, los festivales no suelen ser baratos… Muchos pensarían que la falta de ocio más social hace de este festival algo menos necesario. “El jazz está en nuestra música tradicional y tú y yo, como africanos, sabemos que la música tradicional aquí es también la popular. El afrobeat, que es una música popular nigeriana, tiene un 80 o 90% de jazz, y nadie la considera elitista. En el contexto ecuatoguineano, hay una clase media profesional urbana que está demandando ciertos servicios y eso no hace de este festival algo elitista sino una prueba más del afianzamiento de las nuevas clases sociales, viene a cohesionar ese grupo e incluso posibilitar que pueda seguir creciendo. No hay sociedades que puedan desarrollarse hoy día sin una clase social vibrante.”
¿En qué momento se te ocurre lanzarte a por ello, empezar a trabajar? Hace cinco años, cuando volví de EE. UU., me lo tomé más en serio y hace dos años me lancé, sabiendo que este no es el país idílico para esto pero que no podía esperar a que desaparecieran las dificultades.
El cartel es muy potente, ¿por qué apostar tan fuerte en una primera edición? Malabo es una ciudad multicultural. Tenemos gente procedente de casi todos los rincones de África, españoles, franceses, estadounidenses y asiáticos, y hemos querido que el cartel refleje ese proceso de intercambio entre los malabeños y sus comunidad internacional.
Pero no me negarás que es un cartel muy ambicioso para una primera edición, en cualquier tipo de festival, en cualquier parte del mundo… Es que el festival intenta romper tópicos. Queremos romper esa idea de que en África las cosas se pueden hacer a gran nivel, con gran calidad. Todo el proceso de creación, de diseño y de concepción, ha pasado por un proceso de análisis, el logotipo, los colores, la filosofía, la idea de conservación, la idea de acercarnos a la comunidad y hacer de este tipo de música algo accesible, ha sido muy bien pensado para que todo cuadre. Es un proyecto ambicioso, y los perfiles de los músicos es a lo que aspiramos, a dar un servicio de calidad a Guinea Ecuatorial, a los guineanos y al mundo.
Ver aquí el dossier del festival.
Mas información en este mismo blog sobre la situación de Guinea Ecuatorial
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