Tuerta
La Justicia española es retorcida, cínica y depravada. Da asco.
La Justicia en España ya no es ciega. Es tuerta y además retorcida, cínica, depravada. Da asco. Mientras el Consejo de Ministros nos priva, una semana más, de un derecho constitucional, el emperador chino de la corrupción madrileña, Gao Ping, puede quedar en libertad en los próximos días junto con muchos de sus colaboradores.
Conviene pasar de largo por los titulares y leer las noticias completas aunque duelan. Y duelen. Gallardón vuelve a recurrir al truco del almendruco, erigiéndose en progresista incomprendido por los reaccionarios que se oponen a sus nuevas tasas judiciales. Se repite más que el gazpacho, porque ya lo intentó al reformar la ley del aborto. Ahora, los antiguos somos quienes nos escandalizamos porque un desempleado tenga que pagar 500 euros por recurrir un despido improcedente. En el fondo, flota la excepcionalidad de la situación, esa inexorable austeridad que justifica cualquier medida de emergencia.
¿Cualquiera? Eso creía el juez Andreu, cuando buscó una fórmula para retener más de 72 horas a los mafiosos que lavaban los millones de las grandes fortunas españolas para ayudarles a defraudar a Hacienda. A los antiguos, ese delito nos parece claramente excepcional. A los modernos, por lo visto, no, porque nos han vendido su discrepancia como un error judicial que ha conculcado un derecho constitucional. ¡Ah! ¿Pero esos derechos existen en los excepcionales tiempos que vivimos? Para los desahuciados, no, para los parados, no, para los usuarios de los servicios públicos, no, para las víctimas de los bancos, no, para Gallardón tampoco, porque se acaba de cargar uno. Pero para Gao Ping sí existen. ¿Y quien define lo que es excepcional mientras cada día sufren más, más personas? Luego, los portavoces de la España inmortal van, y se preguntan por qué les habrá dado a los jóvenes por quemar contenedores.
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