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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Del pozo petrolero al púlpito

El nuevo arzobispo de Canterbury y líder espiritual de la iglesia anglicana presenta un perfil novedoso

MARCOS BALFAGÓN

La inglesa es de las sociedades más descreídas de Europa, pese a tener una Iglesia oficial, la anglicana, que cuenta con 77 millones de fieles —aunque ya no lo sean tanto— en el mundo. Quizás por ello mismo la Iglesia de Inglaterra esté en la vanguardia en muchas cosas, y la última en la persona que ha designado (tras consultar al Consejo de Nombramientos de la Corona y al Gobierno) su cabeza formal, la reina Isabel II, para ser su nuevo líder espiritual: Justin Welby. Welby se educó con la élite en el colegio privado de Eton y en el Trinity College de Cambridge, donde, como tanto directivo en ese país, estudió Historia y Derecho para luego entrar en el mundo del petróleo, en puestos de decisión. En 1987, tras 11 años, decidió dejarlo para dedicarse a su vocación tardía, el sacerdocio. Se ordenó en 1992, y hace solo un año fue nombrado obispo (de Durham), y entró en la Cámara alta como uno de los 24 “lores espirituales”. Es difícil encontrar un jefe de Iglesia con tan amplia experiencia fuera del púlpito, que seguramente le vendrá bien a la hora de abordar los retos que tiene la Iglesia anglicana en una sociedad cada vez más laica y alejada de los lugares de culto, salvo para las ceremonias sociales.

Muy por delante de la católica, que se resiste a dar tal paso, la Iglesia anglicana ordena desde 1994 sacerdotes a mujeres, y Welby es partidario de que lleguen a obispos. Su nuevo líder, casado y con seis hijos, no acepta el matrimonio gay. Pero no rechaza a los homosexuales. De hecho, Gene Robinson, obispo anglicano de New Hampshire en EE UU, salió del armario hace ya algún algún tiempo y apoya a Welby.

Su predecesor durante los últimos 10 años, Rowan Williams, una personalidad también curiosa, se ha convertido en uno de los referentes del debate público en Inglaterra, especialmente con la crisis económica y sus críticas al capitalismo financiero, en una línea en la que se sitúa también Welby. A este, en general, se le considera del ala conservadora y evangélica del anglicanismo por defender una interpretación tradicional de los textos bíblicos y, a la vez, una apertura de su Iglesia a la sociedad. Es de esos a los que, en palabras de Williams, gusta predicar con la Biblia en una mano y un periódico en la otra.

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