Cortinas contra el frío
FOTOS: Pedro Pegenaute
Matteo Thun (Bolzano, 1950) es un arquitecto atípico. Sagaz diseñador industrial, elegante interiorista y proyectista cosmopolita, fue discípulo de Ettore Sottsass, con quien fundó el grupo postmoderno Memphis en el Milán de 1981. Sin embargo, la mezcla entre lo reivindicativo y lo liviano, entre lo radical y lo etéreo que caracteriza el trabajo de Thun, podría remontarse más atrás, y es que, antes de convertirse en arquitecto, estudió Bellas Artes en Salzburgo, donde su profesor fue el pintor vienés Oskar Kokoschka.
Ese pasado variopinto aflora en los interiores limpios, seguramente, la especialidad de este arquitecto con obra en varios continentes y hoteles para múltiples compañías. Autor de los hoteles Missoni en Kuwait y Edimburgo, de los Radisson Sas de Zurich, Birmingham y Frankfurt, e incluso del un NH atípico (el NHow en la zona de Tortona de Milán), Thun ha concluido ahora la remodelación de un icono de la época olímpica barcelonesa, el antiguo y sobrio hotel Hilton que diseñaran Helio Piñón y Albert Viaplana, los autores de la Plaza dels Països Catalans, cuando compartían estudio.
El espectacular atrio del antiguo hotel (de 15 metros de altura) aguantaba con estoicismo, pero también con frialdad, el paso del tiempo. Y Thun ideó un sistema de cortinas, casi un despliegue de velos translúcidos, que permite reorganizar el antiguo espacio minimalista según las necesidades cambiantes del establecimiento.
“El mío es un diseño fluido para una sociedad cambiante. El interiorismo que hago es dinámico”, explica Thun. Y no le falta razón. Sus albergues para jóvenes no desmerecen frente a los hoteles de cuatro y cinco estrellas que ha diseñado. El lobby del Hilton barcelonés ha rejuvenecido, pero ha perdido clasicismo y, tal vez, rotundidad. Eso sí, ahora es adaptable gracias a los paños de tela. Puede que la calidad vaporosa de los tejidos se viva como un traje temporal, pero también construye un contraste con el inmovilismo de la arquitectura. Además, le añade vida, como si los metros de tela translúcida tuvieran capacidad para abrigar al antiguo edificio barcelonés.
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