Ucrania, más de lo mismo

Los datos casi definitivos de las elecciones parlamentarias en Ucrania confirman que el Partido de las Regiones, del presidente Victor Yanúkovich, y sus tradicionales aliados comunistas formarán de nuevo el próximo gobierno de la exrepública soviética. La votación, criticada por la OSCE como un paso atrás de la democracia por el abuso gubernamental de los medios a su alcance, reforzará el poder autoritario de Yanúkovich de cara a su reelección en 2015. Nada que pueda sorprender demasiado a los ucranianos, convencidos anticipadamente de la escasa limpieza del proceso.

El resultado no supondrá cambios significativos en Ucrania, más allá de la incorporación al Parlamento de una formación de extrema derecha (Libertad) y del bloque liberal del campeón de boxeo Vitali Klitschko. Pese a la complicada ley electoral aprobada el año pasado para favorecer al partido gobernante, que asigna proporcionalmente la mitad de los escaños y el resto a los candidatos más votados, es prácticamente imposible que el Partido de las Regiones y sus aliados controlen los dos tercios de la Rada que permitirían a Yanúkovich cambiar la Constitución para ser elegido por los diputados, su objetivo primordial, en lugar de por el voto popular.

Desde su llegada al poder en 2010, tras derrotar a la ex primera ministra Yulia Timoshenko, condenada a siete años de cárcel tras un proceso que Occidente considera un ajuste de cuentas, el prorruso Yanúkovich dirige Ucrania —un país de 46 millones, política y culturalmente diverso— con una mezcla perversa de amiguismo y autoritarismo que ha fomentado la corrupción, enriquecido a sus más próximos y acentuado la desilusión popular. El encarcelamiento de la antigua heroína de la fallida Revolución Naranja ha aislado a Ucrania de Europa, pero su repercusión electoral ha sido limitada en un país cuyo escepticismo alcanza también a la líder opositora.

Muchos ucranianos sueñan con acercarse a la UE, y el dilema Rusia u Occidente va a ser el principal desafío exterior del nuevo gobierno. Yanúkovich admira los métodos de Putin, pero no quiere convertirse en otra marioneta regional del líder ruso, muy interesado en asociar a Ucrania a la unión aduanera que patrocina. Pese a la retórica proeuropeísta del presidente ucraniano, sin embargo, resulta improbable un deshielo entre Kiev y la UE y la vuelta a la vida del abortado acuerdo de libre comercio mientras Timoshenko siga en prisión.