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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Erasmus en peligro

Sería grave que la riada financiera arrastrara a uno de los programas sociales reconocibles por los europeos

SOLEDAD CALÉS

De la Europa sin fronteras a una Europa sin dinero. El recorte sufrido por los presupuestos comunitarios para 2012 amenaza la viabilidad de varios programas europeos, Erasmus entre ellos, y las perspectivas son aún más difíciles para 2013, porque varios Estados (Reino Unido, Alemania, Francia, Finlandia, Suecia, Holanda, Austria) se resisten o no dan vía libre al incremento del presupuesto intentado por la Comisión.

La crisis de Erasmus puede parecer una minucia a los que temen el estallido del euro, pero dejaría huella en una juventud azotada por el paro: el 22,5% como media de la UE, con un pico del 52% en España. Ante este horripilante panorama, la Comisión de Bruselas habla de lo que diría cualquier ciudadano sensato: hay que movilizar políticas a favor del empleo juvenil y la integración social, justo el espíritu contrario a lo que representa reducir sustancialmente (ni digamos suprimir) las becas Erasmus, uno de los pocos programas sociales de Europa reconocibles por los ciudadanos.

Para la gran mayoría de sus 2,5 millones de beneficiarios, Erasmus les ha obligado a adaptarse a otra cultura, conocer o perfeccionar un idioma —muy importante en una agrupación de países sin lengua común—, perder el miedo a salir del territorio conocido y desenvolverse en otro país. Hay muchos motivos para quejarse de la actual Europa, ya sea del aspecto hosco que va tomando el enfrentamiento entre el norte y el sur o de las dificultades en que se enredan los intentos de establecer políticas comunes. Erasmus rema en la dirección contraria, al favorecer la circulación de la juventud entre 27 países cuya historia, intereses y sistemas de vida son mucho menos comunes de lo que parece.

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La gran dificultad para crear Erasmus fue política: hace 25 años, muchos países consideraban la educación y la cultura como propias de la identidad y de la soberanía nacional. Lo ha contado Manuel Marín, vicepresidente de la Comisión presidida por Jacques Delors que impulsó la creación del programa. Superado el peligro político, Erasmus corre ahora el riesgo financiero. Sería grave que el miedo se saliera con la suya.

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