La independencia no es el camino
Después de la II Guerra Mundial, la organización internacional establecida en Occidente por Estados Unidos y Reino Unido se basó en la idea de que había que evitar los nacionalismos, pues estos llevan a guerras, tanto económicas como armadas. En Europa se fue más lejos en esta ola en favor de la cooperación y se buscó una integración. La forma de prevenir un nuevo auge de los nacionalismos, tanto en un caso como en el otro, se ha basado en crear instituciones u organismos supranacionales comunes y en fomentar la interdependencia económica (y con ello los intereses comunes). A pesar de que este modelo parece haber funcionado llevando a más de 50 años sin guerras en Occidente, no ha acabado con los nacionalismos. En épocas de crisis es cuando resurgen con más fuerza, pues los ciudadanos están enfadados y asustados y los políticos no quieren asumir el coste político de las reformas económicas y sociales necesarias.
En tal escenario, una salida nacionalista (mirando solo por los intereses propios y no por los de todos) es más fácil de vender que el laborioso proceso de la cooperación y la búsqueda de soluciones negociadas. Se nos dice que la salida nacionalista lo arreglará todo... ¿De verdad? La historia de las relaciones internacionales nos dice que la independencia no es el camino. El camino es buscar cuáles son los intereses comunes entre las partes y, a partir de ahí, encontrar una solución conjunta.— Patricia García-Durán. Profesora de Organización Económica Internacional de la Universidad de Barcelona.
Parece imposible encontrar un solo dato positivo de esta legislatura de Artur Mas. Cien mil catalanes más en el paro, peor nivel de sanidad y educación, recortes sociales por doquier y la situación financiera de la Generalitat al nivel de “bono basura”. Y encima, Mas se saca de la chistera la independencia, un tema que produce una profunda división dentro de Cataluña y perjudica a las empresas catalanas por el enfrentamiento y la desconfianza que crea en su principal mercado, que es el resto de España. Es difícil hacerlo peor. No es extraño que Mas se dedique antes de las elecciones a vendernos humo y paraísos independentistas donde los catalanes seremos ricos sin tener que hacer nada, porque lo que ha hecho en esta legislatura no merece ni un voto.— Pilar González. Barcelona.
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