El tiempo en el espacio
FOTOS: Adriá Goula
Con el paso del tiempo, todo edificio se convierte en una arquitectura a capas. En una casa, esa acumulación se extrema y los usos terminan por dibujar paredes y espacios que desdibujan la arquitectura original. Un pasado desordenado pero muy visible fue lo que se encontraron Pere Buil, Jordi Fornells y Toni Riba, la cabeza visible del estudio Vora Arquitectura, cuando tuvieron que intervenir en un piso del corazón de Barcelona.
Como sucede con buena parte de los arquitectos jóvenes, estos proyectistas han trabajado todas las escalas pequeñas de la arquitectura: de intervenciones efímeras hasta viviendas sociales. Y esa experiencia les ha dado un ojo y una mano habituados a encontrar sutilezas. Saben aprovechar lo que todavía está vivo. Así, cuentan que, a pesar de las capas sobrepuestas de diversos tiempos, y a pesar de la confusión de referencias, en el apartamento se podía apreciar la potencia de las características originales del piso: una estructura de espacios encadenados separados por una sucesión de muros de carga y un pavimento de mosaico hidráulico –característico de los pisos burgueses de Barcelona- que marca, con diversos estampados y composiciones, jerarquía de usos y de privacidad. También los techos ritmados, hechos con bovedillas cerámicas y vigas de madera hablaban del pasado y pedían ser conservados.
En Vora Arquitectura creen que una reforma es más una recuperación que una transformación. O es una transformación que no destroza. Por eso, la idea de sacar el máximo partido de lo que había estuvo presente en este proyecto para trabajar a partir de la combinación. “Como sucede en la ciudad-conglomerado de tiempos históricos que se contaminan mutuamente”, cuentan, su piso podía apostar por rescate e innovación para convertirse en otro sin desaparecer.
Los materiales y los espacios de los que partieron no tenían valor patrimonial ni histórico. “Pero eran aprovechables. Y atractivos”. Así, desarrollaron una estrategia de reciclaje y transformación que pasó por añadir a lo existente elementos funcionales y subrayar esa intervención. De este modo, tras consolidar el apartamento con refuerzos estructurales y reparando las grietas, los proyectistas trataron de optimizar la luz natural dejando la huella de las pequeñas estancias originales solo en la mezcla de pavimentos, que funciona como una exposición de alfombras.
Los servicios y las zonas de almacenaje los encerraron en cajas que funcionan como módulos autónomos realizados con una subestructura de madera. Concentraron las instalaciones en los intersticios de estos contenedores y luego los pintaron de blanco para unificar cromáticamente toda la vivienda. Así, hoy el marco es uno, pero el tiempo se lee en ese espacio.
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